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No son sólo las mafias, señor ministro…

Fuentes: Rebelión

…Sobre todo, son aquellos que organizan guerras para poder expoliar el petróleo, el coltán y restantes materias primas necesarias para los negocios de las multinacionales. En la República Democrática del Congo más de 6 millones de personas han sido asesinadas y los asesinatos continúan hoy, señor ministro, para que el mundo se beneficie de la […]

…Sobre todo, son aquellos que organizan guerras para poder expoliar el petróleo, el coltán y restantes materias primas necesarias para los negocios de las multinacionales. En la República Democrática del Congo más de 6 millones de personas han sido asesinadas y los asesinatos continúan hoy, señor ministro, para que el mundo se beneficie de la riqueza del país, especialmente del coltán, un mineral utilizado para hacer teléfonos móviles.

Son aquellos que compran las tierras de países enteros para sus agronegocios y expulsan a los campesinos de sus tierras. Son las grandes corporaciones que controlan el mercado de las semillas y prohíben el derecho de los campesinos a guardar sus semillas propias. Son culpables quienes dan 600 millones de libras de los contribuyentes del Reino Unido para la ayuda al desarrollo. Millones que están siendo aprovechados por las grandes empresas para incrementar sus beneficios a través de la Nueva Alianza para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición. A cambio de recibir ayuda económica e inversiones empresariales, los países africanos tienen que cambiar sus leyes para facilitar a las empresas la adquisición de tierras, el control del suministro de semillas y el de los productos de exportación.

Son culpables aquellos que acaparan la explotación económica cada vez más intensa de la sabana africana, una zona de 400 millones de hectáreas que va desde el Senegal a África del Sur. Son la FAO y el Banco Mundial, que presentan como el nuevo Eldorado agrícola mundial. Sus consecuencias más conocidas son el retroceso de la agricultura de los pequeños campesinos. Lo que beneficia la agroindustria exportadora, el desarraigo de millones de pequeños productores empobrecidos y la concentración de tierras en manos de grandes sociedades internacionales. En esta expulsión hacia zonas marginales de estas poblaciones campesinas está el origen de la propagación de enfermedades como el ébola. Estas poblaciones entran en contacto con alimentos desconocidos para ellas al tener que buscarlos en zonas tropicales. Se ven obligadas a comer pequeños roedores, monos y murciélagos.

Son culpables aquellos que acaparan las grandes zonas acuíferas y expulsan a poblaciones enteras. Multimillonarios y los grandes bancos de Wall Street están comprando agua por todo el mundo a un ritmo sin precedentes. Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Citigroup, UBS, Deutsche Bank, Credit Suisse, Barclays Bank, Blackstone Group, Allianz y HSBC, entre otros, están comprendo el control sobre el agua de todo el planeta. Magnates como T. Boone Pickens, el ex presidente George HW Bush y su familia, Li Ka-shing de Hong Kong, Manuel V. Pangilinan, Bill Gates y muchos otros, están comprando miles de hectáreas de tierra con acuíferos, lagos, derechos sobre el agua, servicios sanitarios y acciones en empresas de tecnología e ingeniería del agua de todo el mundo.

Son quienes están detrás ese gran proyecto, hoy aparentemente paralizado, de aprovisionar a Europa con la energía producida por las centrales solares del Sahara.

Son quienes están detrás del proyecto Desertec, que se presenta como una solución a los conflictos relacionados con el gas entre Rusia y Ucrania. Son quienes colaboran con las élites corruptas y los regímenes autoritarios de África que permiten un «desarrollo» fomentando las grandes centrales CSP, fuente ideal de rentas para los regímenes corruptos y autoritarios (como Argelia, Egipto o Marruecos) y contribuyen a mantenerlos en el poder.

Son culpables quienes apoyan el gobierno de Argelia. El petróleo y el gas constituyen desde hace decenios una fuente de recursos para el régimen argelino, que utiliza esas rentas para comprar la paz social y conservar su control del poder.

Son culpables quienes han convertido a Libia en un no-estado tratando de apoderarse de su petróleo. Y por esta frase no me acuse, señor ministro, de defender al tirano Gadafi, con quien hacía negocios su jefe, el señor Aznar.

Son quienes están detrás de ese proyecto para liberalizar el comercio en la región y crear un espacio de libre comercio mediterráneo.

Son quienes están detrás del nacimiento de movimientos de protesta que exigen, junto a confusas reclamaciones de libertad y de honradez en las instituciones y en la vida pública, un acercamiento a la Unión Europea o hacia «Occidente», identificado con Estados Unidos. Casi todas esas protestan culminan en golpes de Estado, derrocamiento de gobiernos, confusas guerras civiles que desestructuran estados consolidados. Golpes de Estado disfrazados de revueltas populares: Egipto, Siria, Libia, Ucrania, Serbia, Georgia, Moldavia, Bielorrusia, Ucrania, Kirguizistán y, últimamente, Venezuela, son sus modelos hasta el momento.

Y, sí, culpables son aquellas organizaciones criminales con sede en la propia Unión Europea, algunas en la propia City londinense, y que organizan estos viajes de seres humanos hacia la muerte.

De toda esta lista usted sólo menciona, una y otra vez, las mafias, mero eslabón en una cadena de esclavismo que empieza en África y continúa en Europa.

Si tan ignorante es sobre este tema, señor ministro, váyase a su casa.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.