En las recientes semanas han sido despedidos más de 100 mil empleados en la industria de comunicación por Internet.
Los despedidos han ocurrido en todo el orbe, pero principalmente en la cuna de esa industria, en la región conocida como Silicon Valley, donde tienen su sede Google y Facebook-Meta, y en Seattle (Amazon y Microsoft), según The Washington Post y San Francisco Chronicle, entre otros.
El crecimiento astronómico de la industria ligada a la creación de plataformas y el software que utiliza el Internet para la comunicación y la difusión de mercancías (mercadotecnia) dio pie a la contratación de un gran número de trabajadores, buena parte de ellos técnicos en computación y diseño de plataformas y desarrollo de medios, así como de automatización en general. Han sido uno de los instrumentos preferidos del sector financiero para maximizar sus ganancias, cuyo resultado fue el auge de esta singular industria. Además de las grandes corporaciones como Facebook, Google, Microsoft, etcétera, también han financiado a las llamadas startups mediante las que se desarrollan miles de productos relativos a la comunicación, el entretenimiento, y el comercio virtual, donde miles de jóvenes emprendedores han encontrado un nicho para sus habilidades. Al igual que en la década de los años 90, la inversión fue de miles de millones de dólares, atraídos por una mercado cuyos rendimientos se multiplicaban sin límite. Pero, también al igual que en aquella década, las inversiones han perdido dinamismo. En esta ocasión, producto de una crisis económica derivada de la pandemia que paralizó el crecimiento económico y la quiebra parcial de la economía, ocasionando recortes masivos en grandes corporaciones y el cierre de numerosas pequeñas y medianas empresas.
La crisis se combinó con el crecimiento de la inflación, lo que obligo a que el Banco Central elevara las tasas de interés y motivó que los inversionistas buscaran mayores rendimientos para su capital. Los desarrolladores, como se suele llamarlos en la jerga de los startups, perdieron apoyo financiero, cerraron sus operaciones y están en la búsqueda de otros medios para poner en práctica sus habilidades y conocimientos. Una vez más, los trabajadores son el chivo expiatorio de los excesos de quienes, una vez que han maximizado sus ganancias, se desentienden de las penurias del sector que ha sido clave en su éxito financiero. Es perogrullo, y puede ser fastidioso repetirlo, pero vale no olvidarlo.
Fuente: https://www.jornada.com.mx/2023/02/06/opinion/011o1pol#texto