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Nueva Orleans como metáfora

Fuentes: Rebelión

Cualquier cosa que escribiera sobre Nueva Orleans, a estas alturas, ya sería redundante. Ya está casi todo dicho. Ya han opinado todos los sabios de todas las tendencias, además, y todo Cristo ha arrimado el ascua a su sardina. Se acabó. No queda mucho por hacer ni por manipular. En fin, que no pretendo añadir […]

Cualquier cosa que escribiera sobre Nueva Orleans, a estas alturas, ya sería redundante. Ya está casi todo dicho. Ya han opinado todos los sabios de todas las tendencias, además, y todo Cristo ha arrimado el ascua a su sardina. Se acabó. No queda mucho por hacer ni por manipular. En fin, que no pretendo añadir nada, por tanto.

Sin embargo, me ha dado que pensar todo esto y no puedo morderme la lengua. Uno ve las imágenes y no puede evitar un repelús: ¿se imaginan sin comer, metidos en agua hasta las rodillas, con un señor muerto a un lado, tapado con una manta, una chica diabética que grita y llora por su insulina al otro lado, una familia que no sabe qué hacer con los niños, que piden de comer, y muchas otras situaciones duras de ver? ¿Imaginan lo que es estar a merced del más fuerte, sin control público de ningún tipo? El más fuerte roba, el más fuerte se impone, el más fuerte se aprovecha de la situación y encima debes estar bien con él, no vaya a ser que te mate definitivamente. Enfermos en la calle con el gotero a cuestas, personas en silla de ruedas, suplicando al menos caridad, ya que la Justicia no existe porque impera la ley del más fuerte. ¿Y las autoridades, mientras tanto, donde estaban? Reaccionaron tarde, dejando a la sociedad a su aire. 

Y ahí está el origen de mis líneas brevísimas, que no pretenden añadir nada sobre el tema: a algo parecido a esto de Nueva Orleans, pero aplicado a la economía, ¿no se le llama liberalismo? ¿Y no es tan bueno que hasta Vargas Llosa lo defiende con ardor, y la FAES y todos los demás hombres de bien? Dejar que el mercado haga y deshaga, que se apañen los agentes solos, es la esencia de estas ideas, ¿no? El Estado mira como las lechuzas, con los ojos bien abiertos pero sin mover una pluma. Lo que ha hecho Bush hasta hace un rato, como quien dice, no se le puede negar coherencia con sus ideas (no como a Reagan, que se agarró a Friedmann para acabar con los gastos sociales y luego se lo pasó por las canicas aumentando el gasto militar; no fue neoliberal, por tanto: simplemente redistribuyó el gasto público, de lo social a lo militar, y eso tampoco es liberalismo). Lo de siempre: la solución a un sector público ineficiente no es un sector privado eficiente, sino un sector público eficiente. Por él hay que luchar, aunque sea ir contra nuestra naturaleza, que parece ser corrupta hasta las trancas. 

Conclusión: si algún día se nos ocurre hablar de las bondades del neoliberalismo, recordemos Nueva Orleans, donde el neoliberalismo reinó en todo su esplendor y en el sentido más extenso de la palabra: no hubo gendarmes, ni policías ni autoridades ni nada de nada. Sólo sociedad civil, llena de barro y mierda hasta las cejas. Y pasó lo que tenía que pasar, puro darwinismo social: que el fuerte se tragó al débil. 

Inevitable. Nueva Orleans fue también, por tanto, una metáfora.