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Observaciones sobre las (terceras) conclusiones de Julio Anguita (y II)

Fuentes: Rebelión

Nota: el artículo está escrito entre el miércoles y jueves (27 y 28) de la última semana de septiembre. Antes, pues, de la jornada del 1 de octubre, de la convocatoria secesionista de «huelga de país contra la represión» para el 2 y del anuncio de la DUI para el miércoles 3, con la más […]


Nota: el artículo está escrito entre el miércoles y jueves (27 y 28) de la última semana de septiembre. Antes, pues, de la jornada del 1 de octubre, de la convocatoria secesionista de «huelga de país contra la represión» para el 2 y del anuncio de la DUI para el miércoles 3, con la más que probable reacción del gobierno Rajoy como complemento.

Como les comentaba en la anterior entrega. Entre nosotras y ahora que nadie nos lee ni oye: el compañero Julio Anguita [JA] ha tenido un subidón, un auténtico subidón (¡muy bien compañero!), con su tercera aportación: «A propósito de Cataluña: Razonemos (y III)» [1].

Nos habíamos quedado en este punto. Durante más de veinte años Jordi Pujol ha sido Cataluña, señala con razón JA (sin serlo realmente desde luego). De hecho, durante más de 30 si contamos bien y no perdemos de vista el control de la «gran familia» sobre los gobiernos de la Generalitat posteriores. Es decir, de el (y ella) y sus herederos políticos. Artur Mas, con antepasados negreros, confesó ser hijo suyo políticamente hablando. Marta Ferusola, la Madre Superiora de la Congregación, era su madre política. Debelador electoral de la izquierda, recuerda JA, «su hegemonía política, ideológico-cultural y social fue absoluta».

Casi absoluta matiza a continuación. JA. «El llamado cinturón rojo de Barcelona volcó su voto a CiU». No exactamente. Más bien al PSC a partir de una determinado momento; en una de las últimas convocatorias, la del 27S, parcialmente en Ciudadanos.

En esos años, recuerda JA, «los Gobiernos de España no tuvieron ni quisieron otro aliado ni otro apoyo que Pujol. Gracias al apoyo de Convergencia Felipe González fue electo Presidente en 1993; lo mismo que Aznar en 1996». Alianzas que abonaron los peores nudos neoliberales de los gobiernos respectivos.

Y porque quisieron desde luego; no estaban condenados, tenían otras opciones. El PSOE, cuando menos, tenía otra opción, IU. «Los acuerdos en política económica y social o en política exterior con los gobiernos de Madrid (no de Madrid; no debería JA hablar como los nacionalistas) formaban parte de la cotidianeidad parlamentaria». En Cataluña, el punto es importante, «la izquierda disminuida y en permanente rebaja ideológica, creyó que siguiendo la estela del catalanismo político e ideológico y a costa de renuncias en lo social podría alcanzar un puesto al sol». JA da aquí en el clavo, sobre todo si sustituimos catalanismo por nacionalismo; hay, ha existido y existe, catalanismo no nacionalista (aunque cada vez menos ciertamente). Más aún y también muy importante (aunque sabido): «De aquella relación de aliado e interlocutor privilegiado en Cataluña Pujol no solamente sacó beneficios para su Administración sino también beneficios de índole personal en lo tocante a tratos de favor de la Justicia en el caso Banca Catalana, un ejemplo escandaloso, y otros, según denunció en su día el Fiscal Jefe Anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo, que sigue en la brecha antinacionalista». Sigue, el pasado martes 26 de septiembre intervino en un acto organizado por la izquierda no nacionalista de Cataluña. Tiene Anguita toda la razón.

Hay que recordar al ex fiscal anticorrupción cesado por José María Aznar y añadir el nombre de José María Mena. Por lo demás, conviene señalar que toda la familia Pujol-Ferrusola, toda ella, la más próxima, padres e hijos, está encausada. ¿Conocen un caso igual en todo el mundo-mundial, incluidos la Patagonia,los Urales y el Ártico?

¿Cuál era el proyecto político de Pujol? Con los límites que marca el espacio del que dispone, JA señala tres fundamentales: 1. Cataluña como realidad nacional derivada de dos realidades: la Cataluña medieval que configuró la lengua, el territorio, la cultura, el derecho, la vivencia colectiva de la identidad. 2. La revolución económica y social iniciada en el siglo XVIII (maquinismo, burguesía, comercio, etc.) 3. La existencia en España de entidades históricas y territoriales (no sólo Cataluña) con una personalidad propia que no pueden quedar encajadas en un solo y único modelo de autonomía. En ninguna de las muchas veces que le ha oído y leído a Pujol, asegura JA, «tanto en conferencias como es sus intervenciones ante el Senado o ante la Conferencia de Presidentes Autonómicos, ha mostrado la idea de una Cataluña fuera del marco global de España». Tal vez sea así, pero las cosas han cambiado. Desde hace años, el discurso pujolista y sus derivados tiene otros contenidos: Cataluña, Cataluña, Cataluña,… España fuera. En un referéndum alternativo organizado hace años, anterior al 9N, ya manifestó haber votado a favor de la independencia.

Por qué el cambio de contenidos y de formas tanto en Artur Mas como en Puigdemont, se pregunta JA, aunque no sólo en ellos como decíamos. Antes de abordar su respuesta, JA sugiere reflexionar sobre los encajes posibles de la propuesta de Pujol «que he deducido de sus intervenciones, comentarios de su entorno y la lógica de su concepción territorial, histórica y cultural»:

En primer lugar. una confederación, que no existe en ningún otro Estado del mundo más allá de los nombres que ocultan otras realidades señalo yo, «entre cuatro entes territoriales y políticos: Cataluña, Euskadi, Galicia y España (o sea el resto). Madrid debería encargarse de homogeneizar su ámbito territorial específico a efectos del diálogo permanente con los otros tres». En todo caso, señala JA con razón, «la centralidad confederal no abarcaría políticas económicas, fiscales, sociales y culturales. Esas serían competencia exclusiva de los confederados». El aspecto cultural-educativo, que puede parecer menor, es muy importante. Las generaciones secesionistas que estamos viviendo son ejemplo de ello.

2. En caso contrario, «la conversión de Cataluña en Estado Libre Asociado directamente con el Estado Español». Esa visión confederal de por sí ya difícil de ser aceptada, admite JA, pero que algunos dirigentes de los Comunes tal vez suscribirían a día de hoy, «se hace casi imposible de encajar con el modelo actual de autonomías que se ha ido desarrollando a través de un proceso de improvisaciones, remiendos, chapuzas y eventos históricos imprevistos». Estaba claro en 1977, sostiene JA, «que las nacionalidades (Cataluña, Euskadi y Galicia) aspiraban, cuando menos al estatus que tenían en la II República». Era justo e inevitable, opina él y nosotras (mi compañera y yo misma) con él. El miedo y desconfianza que ello producía en el Gobierno y en los poderes económicos combinado, sostiene JA, «con ribetes de políticas de campanario produjo el café para todos que también se reclamaba de la República porque cuando se produjo la sedición militar de Franco ya había en las Cortes varios proyectos de estatutos regionales esperando su discusión y aprobación». No estoy en condiciones de corroborarlo pero seguramente es así. JA no habla por hablar cuando interviene en el ágora.

El caso es que la socialización del famoso café hizo necesaria la concepción de dos tipos de autonomía, «la del 151 de la Constitución para las nacionalidades y la del artículo 143 para las regiones». A partir de ahí, sigue describiendo el autor,, «todo fue un tira y afloja para cubrir huecos, atender protestas y conseguir estabilidad gubernamental. Retroceso como la LOAPA, concesiones como la LOTRACA (Canarias) y la LOTRAVA (País Valenciano), pactos específicos con Cataluña y, Euskadi, etc. han ido configurando un modelo que puede ser cualquier cosa menos un incipiente modelo federal». La valoración es importante: cualquier cosa menos un incipiente modelo federal. Y a todo ello, se sumó un hecho que JA califica de histórico no previsto en el guión: «la gesta del pueblo Andaluz el 28 de Febrero de 1980. Ya había un cuarto interlocutor que no había sido invitado previamente; se sentó en la mesa directamente. Esta última realidad rompía el primer marco de Pujol».

Dos preguntas de JA tras la anterior consideración. La primera: «¿Es o no es una tarea difícil, necesitada de comprensión, diálogo, reconsideraciones, sacrificios, generosidad y sobre todo, de proyecto de futuro más allá del horizonte electoral próximo?». Lo es sin duda, por parte de todas las partes. De todas.

La segunda: «Y si no es posible construir desde la pluralidad de interlocutores (trabajadores, ciudadanos y representantes políticos de las entidades territoriales), ¿por qué negar el ejercicio del Derecho de Autodeterminación?». Pues porque ese derecho de autodeterminación no existe en el caso de .Cat. Otro caso sería, como ha señalado recientemente Antonio Santamaría, un enfoque similar, no idéntico, desde otra perspectiva que no implicara al reconocimiento de un derecho inexistente.

Durante años, opina JA, «se ha ido conviviendo a trancas y barrancas porque los Gobiernos de turno han ido a base de prebendas, excepciones, tácticas dilatorias y respiros transitorios (el Tripartito catalán), dilatando la necesidad de mirar más allá de los plazos electorales más inmediatos». No veo, sinceramente, que el tripatito fuera ningún respiro, más bien lo contrario en muchos momentos (ERC jugó todas sus bazas siempre que pudo), pero se entiende la idea de JA

La crisis del 2008, prosigue, «no solamente supuso la evidencia de que el marco de la UE era un dogal sino que la deuda (pública y privada), el paro, la precariedad, el cierre de empresas, la pobreza, la exclusión social eran evidencias insoslayables». En Cataluña, exactamente igual que en España (o acaso con más prontitud y con más impiedad, primer Gobierno y Mas-Colell), «los recortes acabaron con la ficción del mejor de los mundos posibles». Exactamente. Ficción calculada con cierto o mucho arraigo popular (no obrero en general). En paralelo a la degradación de las condiciones de vida, nos recuerda JA, «fue intensificando el conocimiento de una corrupción ya antigua, pero ahora más evidente» y hasta límites inimaginables (recordemos lo dicho sobre el clan familiar Pujol-Ferrusola y sus numerosas prolongaciones: el pesebre .Cat es muy extenso).

La descripción prosigue. «El escándalo era el pan nuestro de cada día. Un Gobierno español desacreditado, una izquierda catalana que no supo hacer ver, a través del tripartito, que era diferente en políticas económicas y sociales y que además había hecho del catalanismo (del nacionalismo más exactamente) su referencia fundamental». Unos sindicatos, además, «que tanto en España como en Cataluña languidecían en un silencio de mortuorio y seguían siendo presos de Maastricht y demás tratados de la UE» (y en .Cat, tal vez también en el conjunto de España, muy dependientes de las instituciones). A ello se sumaba «una Cataluña que era la contrafigura cultural de lo que fue en los años setenta del pasado siglo». No creo (¡mi compañera está muy de acuerdo!) que JA se equivoque del todo en esta consideración aunque tendemos a mitificar la Cataluña de los años sesenta (que estaba muy centrada, por lo demás, en Barcelona y en algunas ciudades cercanas). La siguiente metáfora es propia de un historiador culto como él: «La reacción como casi siempre es sublimar la realidad y convertirla en mito: Cataluña y España son como la Roma de Craso en Julio César de Shakespeare: eterna en la mente de los dioses».

Rajoy, asegura JA, «instalado en la corrupción y acosado políticamente por ella, consciente de que no hay primavera del empleo, ni tampoco un horizonte medianamente realizable para la juventud ha encontrado las viejas fórmulas de Franco, los enemigos internos y externos. En este caso de la Democracia, la Constitución y las Libertades». Una no hubiera usado la referencia a las fórmulas franquistas (Rajoy no es Franco) pero en fin… Quién lo diría, exclama JA, «a la luz de la ejecutoria de sus gobiernos: Ley Mordaza, rodillo de la mayoría parlamentaria,,etc. Artur Mas y Puigdemont le han venido como anillo al dedo». Y a la inversa compañero Anguita: no sabes -es decir, sí que sabes- el bien que ha hecho al secesionismo catalán el gobierno Rajoy y sus políticas y no políticas, si bien, hay que admitirlo, con otros gobiernos hubieran hecho exactamente lo mismo (aunque con más dificultades para convencer)

A continuación, JA nos regala una verdad como un templo: «Cuando una mayoría social que sufre injusticias y precariedades y además se siente engañada, defraudada y sin referencias sindicales o políticas convincentes, tiende a concretar un enemigo como fuente de todos sus males» y, otro punto importante, olvida (casi nadie se lo recuerda) «quién o quiénes han gobernado o gobiernan en Cataluña con idénticas políticas económicas y sociales, busca un culpable a quien transferir su decepción». Verdad descriptiva con un matiz: que muchos de los grupos más desfavorecidos (hablando como hay que hablar: clases trabajadoras) no han caído en esa trampa. Es asunto, básicamente, de lo que llamamos «clases medias», con algunas prolongaciones obreras tras las intervenciones, nefastas, de Súmate, un invento de Antonio Baños y de algunos compañeros suyos muy bien considerados por el régimen catalán..

Hay más: «Por otra parte el discurso victimista de unos dirigentes y el silencio y la falta de coraje de otros ha caído sobre las mentes como la lluvia que empapa. Y si a ello se le engarza la evidencia de una identidad específica avalada por la Historia y mantenida electoralmente durante décadas el resultado está a la vista». Dos matices. El primero: «la falta de coraje de otros» tal vez se refiera (se debe referir) a las izquierdas catalanas o a una parte sustantiva de ellas. El segundo: la historia apenas avala nada pero la reconstrucción secesionista de la Historia (llaman de secesión, por ejemplo, lo que fue una guerra de sucesión que presentan como un aplastamiento español de las libertades catalanas y sin apenas matices) es de manual y uso intoxicador. En institutos, escuelas, familias, medios y Universidades. Recordemos, por ejemplo, «España contra Cataluña (1714-2014)»; lección inaugural Josep Fontana.

Tampoco se puede obviar -sería injusto, opina JA- «el poso secular de una cultura que tiene sus raíces en la Renaixença, el progreso económico y la modernización capitalista», una cultura que nadie pone en cuestión y cuya lengua en absoluto es joy una lengua maltratada Nada de eso.. Y todo ello, «en contraste con una España de oligarquías v caciquismo con la que, por cierto, se pactaba o se acudía a ella para sofocar las protestas obreras del siglo XIX». ¡Y del XX, y del XX! ¡Que se lo pregunten a Cambó! Y cuanto más se siente o le hagan sentir, señala JA, «objeto de agravio comparativo o injusticia, más se radicaliza. En estos casos, aquí y allí, la bandera se hace mito, refugio, símbolo de esperanza. Y para redondear el cuadro el PP con su torpeza y su visión mesetaria, hizo imposible la aplicación de un Estatuto ya aprobado por el pueblo catalán. Ha tenido la rara virtud de crispar a las varias Cataluñas». Efectivamente, a algunas de las varias Cataluñas, y con la bandera en el puesto, papel y posición que Anguita indica con mucha razón. Bandera cambiada eso sí: no es ya la señera (la que fue ciertamente la bandera de todas) la bandera de la Cataluña secesionista. La suya es la estelada. Somos las otras ciudadanas (y los otros) las que seguimos teniendo respeto por esa bandera, la señera, que nos unió, no frente a nade, sino como símbolo compartido.

CiU, castigada y desprestigiada, desaparecida como siglas y alianza política tras la ruptura de Unió Democrática, comenta JA, «fue sustituida por una nueva marca de Convergencia que ha heredado los escándalos de la corrupción y la espada de Damocles de los tribunales, se envuelve en la enseña patria como Pujol en su tiempo o Rajoy en el presente». En el clavo aunque Pujol y sus herederos lo hacen con mucha frecuencia. Superada CDC (o el PDCat) por ERC, sostiene JA, «no tiene más remedio que huir hacia adelante en pos de su quimera; a saber, plantear batalla en estas circunstancias. ERC retoma sus días de gloria y ve posible, con notoria ofuscación, una República catalana y de ¡izquierdas! con semejante compañía y con todas las incógnitas sin despejar». Catalana en sentido excluyente, más bien nacionalista. De izquierdas nada de nada. Basta leer la Constitución que han anunciado. Una república fuertemente autoritaria que, por cierto, no reconoce el derecho de autodeterminación de sus comunidades componentes porque probablemente crean que son «una sola nación, un solo pueblo, sin diversidad interior».

La CUP, señala JA muy generosamente, «conformada por militantes esforzados, honestos, cargada de radicalidad jacobina (para mí no es nada peyorativo)» (para mí que tampoco lo es, aunque la carga no es de jacobinismo sino de fuerte nacionalismo étnico-cultural que no reconocen)» está presa de solipsismo, es decir no ve o no quiere ver nada fuera de sí misma: el contexto, los compañeros de viaje y el marco político». Efectivamente. Solos y en mala compañía frente al peligr: España, España, los españoles en ocasiones. Puede, señala con cuidado JA, «que crea que la Cataluña de los trabajadores, parados, jóvenes sin esperanza, amas de casa angustiadas por el fin de mes o mujeres doblemente explotadas se va a levantar y organizar como la Comuna de París de 1871». Pues me da que no, que nada de eso, porque la Cataluña de los trabajadores está muy lejos de sus filas y de sus finalidades. El problema, uno de los problemas más bien, «reside en que hay que programar el día después. Las revoluciones se consolidan o son flor de un día a partir de la fecha oficial de comienzo». El deprimente espectáculo del Parlament -molt bé, molt bé, Anguita- «es todo un augurio. ¿Qué quedará después del 1 de octubre y siguientes? ¿Continuará inquebrantable la alianza de Junts pel Sí? Deberían recordar a Francesc Cambó y las diferencias de intereses de clase existentes en su seno. ¿Ven imposible un Thermidor?» Buenas preguntas. No puedo responder con seguridad. Conjeturo: no, no lo verán.

Viene a mi memoria, señala finalmente JA, «el Congreso de la Internacional Socialista de 1912 en Basilea». Allí se acordó que «ante el clima bélico que ya presagiaba la I Guerra Mundial, las federaciones socialistas harían un llamamiento contra la guerra y se comprometían a votar contra ella en sus parlamentos nacionales». Apenas dos años después, nos recuerda con dolor, «diputados socialistas franceses y alemanes votaron en sus respectivos parlamentos los créditos de guerra». JA cree -«opina» deberíamos decir según mi compañera que es muy quisquillosa en esto del uso del lenguaje religioso- que (es importante, prestemos atención) «es a partir del día 1 de octubre (porque ahora nadie escucha) cuando la propuesta federal que la izquierda siempre ha defendido (y elaborado en el caso de IU) debe ser explicada en una y otra parte del conflicto para que desde la centralidad del mundo del trabajo manual, profesional e intelectual, podamos hablar de la Federación Española, Hispánica o Ibérica (Portugal incluido)». Una Federación, remata JA, «Plurinacional, y Solidaria entre todos los pueblos que componen lo que llamamos Estado Español.

Una cree, es decir, una opina que hay que abandonar el lenguaje de los pueblos pero vale, ¿dónde hay que apuntarse? En todo caso, recuerda, compañero Anguita, que hay federaciones que apuestan por un federalismo cooperativo, el necesario para un proyecto común de país, cuando hay un sincero y verdadero espíritu federal y la izquierda, la izquierda actual en sus diferentes variantes (por no hablar de la derecha desde luego), está lejos de haber defendido ese espíritu, esa concepción común, ese ideario para el país grande y el más pequeño, hermanados fraternalmente con otras comunidades por supuesto.

De hecho, lo que hemos hecho, ha sido lo contrario: hemos llorado o hemos hecho que llorábamos de emoción antes las palabras incendiarias de la actual presidenta del parlamento de Cataluña, alguien para la cual (no hay que rascar mucho) muchos catalanes (tampoco catalanas) no son en verdad catalanes. Ella sí, por supuesto (Propósito de enmienda, reloj a cero: una promete no recordarlo nunca más aunque sigue doliendo).

Nota

1) http://www.elviejotopo.com/topoexpress/a-proposito-de-cataluna-razonemos-iii/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.