Óscar López Rivera debe ser puesto en libertad ya, inmediatamente y sin condiciones. Esa es una decisión que puede tomar el Presidente Obama ahora mismo y hay que exigirle que lo haga sin más dilación. No debería ser difícil para él. Después de todo, esa decisión la tomó Bill Clinton en 1999, hace ya catorce […]
Óscar López Rivera debe ser puesto en libertad ya, inmediatamente y sin condiciones. Esa es una decisión que puede tomar el Presidente Obama ahora mismo y hay que exigirle que lo haga sin más dilación. No debería ser difícil para él.
Después de todo, esa decisión la tomó Bill Clinton en 1999, hace ya catorce años. Si entonces Óscar no salió de la cárcel fue porque se negó a ello sino eran liberados también otros compañeros que estaban en prisión y ya han recuperado la libertad.
Sería fácil además acceder a una petición que le han hecho todas las fuerzas políticas, las organizaciones sociales, la nación puertorriqueña. Se lo dijeron claramente cuando el actual inquilino de la Casa Blanca visitó la Isla, con la velocidad de un asteroide, hace dos años.
En otras palabras, sí se puede.
No sólo puede hacerlo Obama, sino que debe hacerlo para mostrar un mínimo de respeto a las puertorriqueñas y los puertorriqueños.
Óscar encarna hoy a todo un pueblo. Lo dijo Rafael Cancel Miranda, otro irreductible héroe de Borinquén: «¿Por qué te temen tanto a Óscar? Porque eres Betances, porque eres Filiberto, porque eres Corretier, porque eres Albizu, porque eres todo puertorriqueño y toda puertorriqueña que no se doblega. Tu eres ese poder contra el cual no hay fuerza posible, el poder de la dignidad, de la verticalidad, de la integridad».
Óscar sintetiza las mismas virtudes de nuestros Cinco compañeros encarcelados por defender a su pueblo del terrorismo. Contra él y contra Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René se levantó el odio, la frustración y el resentimiento de Washington ante la rebeldía de dos pueblos hermanos que jamás renunciarán a la independencia.
En 1999 el Presidente de Estados Unidos determinó que la sentencia de Óscar era desproporcionadamente larga y por ello debía ser excarcelado. ¿Cómo justifica la Casa Blanca que hoy, en 2013, siga en prisión y sea el preso político por más tiempo encarcelado en la historia de Puerto Rico?
Treinta y dos años es demasiado tiempo. Arrestado en plena juventud, sin haber cometido crimen alguno, sometido a un régimen arbitrario de aislamiento y discriminación, Óscar se alza victorioso frente a sus verdugos. Escuchémosle: «he podido sobrevivir en este mundo tóxico, deshumanizante y violento, sin perder mi sentido del humor, con mi espíritu y voluntad para luchar y resistir intactos, con mi corazón lleno de amor para mi pueblo y por la justicia y la libertad, y con mucha fe en la capacidad del ser humano para hacer que el mundo sea uno mejor y más justo».
Quien así habla no debe estar preso. Quien ha dedicado su vida entera a tan nobles ideales merece honor y libertad. Cada día que Óscar pasa en prisión es un insulto a la Humanidad. Hay que poner fin a esta injusticia que ofende a toda persona con decoro. Hagamos que este aniversario abra la etapa decisiva para, de una vez por todas, alcanzar la victoria. Que sea el inicio de una jornada permanente de solidaridad que se multiplique y fortalezca cada día.
Digamos con Óscar:»Seguiremos pa’lante con mucha esperanza y valor».
Y proclamemos con él Que viva Puerto Rico Libre.
La Habana mayo 29 de 2013 Acto de Solidaridad con Óscar López Rivera al cumplirse 32 años de su encarcelamiento.
Ricardo Alarcón de Quesada preside la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (Parlamento).
Fuente: http://www.cubadebate.cu/especiales/2013/05/29/oscar-lopez-rivera-libertad-ya/