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¿Pagará la CIA sus verdaderas culpas?

Fuentes: Rebelión

Si el famoso poeta italiano Dante Alighieri hubiera vivido en nuestros tiempos, no hubiera dudado un ápice en incluir a la Central de Inteligencia de los Estados Unidos en cualquiera de sus círculos del Infierno. Dentro de éstos hubieran tenido cabida, sin lugar a dudas, todos los directores de esta agencia gubernamental desde Allan Dulles […]

Si el famoso poeta italiano Dante Alighieri hubiera vivido en nuestros tiempos, no hubiera dudado un ápice en incluir a la Central de Inteligencia de los Estados Unidos en cualquiera de sus círculos del Infierno. Dentro de éstos hubieran tenido cabida, sin lugar a dudas, todos los directores de esta agencia gubernamental desde Allan Dulles hasta su actual director, Leon Panneta.

En días recientes, siete de estos hombres, ex directores de la Agencia Central de Inteligencia, que desempeñaron cargos en diferentes administraciones republicanas y demócratas, solicitaron al presidente Barack Obama la suspensión de la investigación penal iniciada por el Departamento de Justicia en relación con los interrogatorios durante el gobierno del ultraderechista George W. Bush. Tres de los firmantes de la carta, Michael Hayden, Porter Goss y George Tenet, fueron los peones de George W. Bush en su campaña antiterrorista por los caminos del mundo. Otros de los signatarios, John Deutch y James Woolsey, fungieron como jefes de la CIA durante la administración de Bill Clinton; y, por último, William Webster laboró con George H.W. Bush, mientras James Schlesinger lo hizo con Richard Nixon.

El secretario de Justicia, Eric Holder, anunció el 24 de agosto de 2009 el nombramiento de un fiscal independiente, John H. Durham, para investigar las arbitrariedades cometidas por la CIA durante los interrogatorios a detenidos en franca violación de la legislación norteamericana e internacional, a solicitud del inspector general de la CIA al Departamento de Justicia.

Penosamente, existen serias dudas sobre el alcance de la investigación ordenada por Holder. Todo parece indicar que la misma se limitará a investigar algunos casos aislados y no el comportamiento generalizado e institucionalizado por dicha organización de inteligencia. Es por ello, que solo se espera el encausamiento de algunos peones de menor nivel, dejando intactas las estructuras de poder dentro de la CIA.

Un mes después de la anunciada investigación, el 20 de septiembre del presente año, el presidente Barack Obama, desatendió la solicitud de los ex directores de la CIA para cerrar la inusual investigación. Al respecto, expresó en el programa «Face the Nation» de la cadena CBS: «Agradezco que los ex directores de la CIA quieran cuidar a una institución que ayudaron a erigir. Pero sigo creyendo que nadie se encuentra por encima de la ley,…»

La reacción contraria de quienes institucionalizaron los métodos de tortura no se hizo esperar. Dick Cheney, el ultraconservador vicepresidente norteamericano durante las dos administraciones de George W. Bush, entre el año 2000 y el 2008, fue uno de ellos. En una entrevista para Fox News Sunday, declaró que: «…a largo plazo, la investigación perjudicará la capacidad del país de defenderse.»  

Una oportuna demanda de la Asociación de Libertades Civiles de América y Amnistía Internacional fue quien motivó a un juez federal de Nueva York para solicitar la desclasificación de un informe elaborado por el Inspector General de la CIA en el año 2004. Los sórdidos métodos de tortura de la Agencia aparecieron a luz pública escandalizando la sensibilidad de cientos de millones de personas. Páginas de vejámenes y humillación, de torturas y dolor físico, de daño sicológico y enajenación mental, mostraron la deshumanizada percepción de la CIA sobre el trato a los prisioneros, muchos de ellos totalmente inocentes.

Como era de suponer, la CIA anunció su renuencia a entregar muchos de los documentos relacionados con sus dudosas y criticables prácticas de detención e interrogación. Para los directivos de la Agencia: «…hacer públicos los procedimientos de interrogación de la CIA probablemente degradará la habilidad del gobierno estadounidense de interrogar efectivamente a los detenidos terroristas y obtener información necesaria para proteger al pueblo estadounidense».

Breve historia de la CIA .

La CIA fue creada el 17 de diciembre de 1947 durante el mandato de Harry S. Truman, con la finalidad de sustituir a la Oficina de Servicios Estratégicos Office of Strategic Services (OSS). La CIA fue creada como instrumento para enfrentar a la Unión Soviética y al campo socialista en ese entonces, siendo sin lugar a dudas un engendro de la Guerra Fría. Años después se relacionó con la lucha contra el narcotráfico y la mafia internacional, desembocando en su dudosa guerra contra el terrorismo.

El estudio de sus orígenes pone al desnudo su cuestionable naturaleza, al verla vinculada en muchos de sus planes con los dirigentes de la Mafia italiana de Nueva York y Chicago, las mafias turca y libanesa, así como con el hampa china, con los que planificó el asesinato político, el desarrollo del narcotráfico con fines políticos y la injerencia en otras naciones.

Muchas investigaciones sobre la CIA han puesto al desnudo diversos métodos seudocientíficos empleados por ella para doblegar la mente de detenidos y opositores a Estados Unidos. Uno de ellos fue conocido como Bluebird (Pájaro azul) y fue implementado entre 1951 y 1953 con el propósito de ejercer el control mental sobre personas con la finalidad de captarlos para sus planes. Con el empleo de la Siquiatría y otras ciencias se trabajó contra individuos con la finalidad de lograr la creación de nuevas identidades, inducción a la amnesia, incorporación de falsos recuerdos y otras vías de enajenación de la personalidad. Uno de los empleados de la CIA para estos fines fue el doctor Ewen Cameron.

Si Bluebird les ofreció vagos resultados, el proyecto MK Ultra les permitió, mediante el empleo de diversas drogas y señales eléctricas, ejercer cierto control sobre la mente de los detenidos con vistas a encontrar informaciones necesarias y a someter sus voluntades. Autorizado por Allen Dulles en 1953, salió a la luz pública en 1975 como resultado de las investigaciones de la Comisión Rockefeller, poniendo al desnudo un capítulo oscuro de la CIA en que se usaron como cobayos a ciudadanos norteamericanos quienes no habían dado su consentimiento legal para participar en dichos experimentos.

Otro de los programas de la CIA estuvo dedicado al robo de cerebros a países del campo socialista y de naciones subdesarrolladas, práctica que aún se realiza descaradamente. Estos planes tuvieron sus orígenes con la Operación Overcast, implementada por Estados Unidos para reclutar forzosamente a científicos del Tercer Reich. Transformada luego en la Operación Paperclip, permitió el ingreso ilegal a territorio norteamericano de más de 700 científicos. Paperclip y la operación Alsos, una de sus variantes de mayor secretividad, permitieron a los EE UU contar con los valiosos conocimientos de decenas de científicos y con innumerables secretos de otras naciones.

Muchos de estos científicos laborarían en instituciones como la NASA y otras entidades gubernamentales y militares de Estados Unidos. Tales son los casos de los expertos en cohetería como Wernher von Braun, Walter Dornberger, Ernst R. G. Eckert, Bernhard Tessmann, Arthur Rudolph, Ernst Stuhlinger, Krafft y otros. Médicos criminales del nazismo como Walter Schreiber, Kurt Blome, Hubertus Strughold, Hans Antmann, Josef Mengele, también fueron empleados por Estados Unidos.

La guerra sucia y el apoyo a la subversión en el mundo.

La guerra sucia fue su arma predilecta en las décadas posteriores a su fundación, la que empleó prácticamente en diversas regiones del mundo. Ejemplos de esa condenable actividad lo son Guatemala, Cuba, el Congo, Angola, Nicaragua y otras naciones.

Una de las iníciales operaciones de las CIA contra Cuba lo fue la denominada operación 40 cuya finalidad era la de derrocar gobiernos incompatibles con las pretensiones hegemonistas de Estados Unidos. Se extendió por una importante parte del contexto latinoamericano, principalmente en América Central, Cuba y México. El artífice de esta operación fue el presidente norteamericano Dwight David Eisenhower, quien la autorizó el 17 de marzo de 1960, con la finalidad de destruir a la Revolución Cubana. Dirigida directamente por Richard Nixon, entonces vicepresidente norteamericano y por Allen Dulles, director de la CIA, tuvo como propósito el organizar, entrenar y equipar a contrarrevolucionarios de origen cubano para desarrollar la guerra sucia contra Cuba. La CIA entrenó a decenas de terroristas que alcanzarían triste notoriedad en las décadas posteriores como Luis Posada Carriles, Félix Rodríguez Mendigutía, Orlando Bosch Ávila y otros, hasta un total de 86 individuos.

Unas de las acciones más abominables cometidas dentro del marco de la Operación 40, fue la voladura del vapor La Coubre, el 4 de marzo de 1960, en el que perecieron 75 personas inocentes y 200 fueron heridas. Otro hecho lo representó la preparación, financiamiento y entrenamiento de la derrotada Brigada 2506, compuesta por más de un millar y medio de mercenarios, a los que lanzó a las costas de la Ciénaga de Zapata. Esta derrota, representó la crisis de la CIA y su cacareada Operación 40.

El sonado fracaso de la Operación 40, dio paso a la Operación Mangosta, fruto de la enfebrecida contingencia de la CIA contra Cuba. Con un enfoque más integral, ampliaba los horizontes de la guerra sucia contra la Isla mediante la implementación de 32 tareas, de las que 13 de ellas abarcaban la guerra económica y otros métodos más estructurados e interrelacionados entre sí. El sabotaje contra objetivos económicos cobró especial preponderancia para la CIA en su guerra contra Cuba. De esta forma, cerca de 716 acciones terroristas se perpetraron en esa etapa de mantenimiento de la Operación Mangosta. Estos hechos abarcaron la quema de campos de caña, acciones contra centrales azucareros, granjas y cooperativas rurales, embarcaciones pesqueras, fábricas, barcos de diversas naciones que comerciaban con la Isla,

Dentro de la Operación Mangosta se diseñó, como parte de ella, la Operación Northwoods, elaborada por el Army norteamericano, y cuya finalidad era el buscar un pretexto creíble para desarrollar una acción militar de los Estados Unidos contra Cuba. Propuesto por Lyman Louis Lemnitzer el 13 de marzo de 1962, en ese entonces presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor durante la administración de John F. Kennedy, con el título » Justificación para Intervención Militar Estadounidense en Cuba», incluyó diversas sugerencias para provocar la invasión norteamericana a Cuba, como: realización de ataques simulados contra la ilegal base de Guantánamo, la destrucción de naves y aeronaves norteamericanas por fuerzas militares cubanas, desarrollar supuestos ataques contra la comunidad cubana en la Florida, así como muchos hechos frutos de la mente subversiva de los jefes del Pentágono .

Según relata James Bamford en su libro Body of Secrets, los planes para iniciar una guerra contra Cuba, se fabricaron diversos motivos imaginarios tales como: «La Operación Northwoods, que tenía el visto bueno por escrito del Presidente (Lyman Lemnitzer, Presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor) y cada uno de los miembros de la Junta de Jefes del Estado Mayor, requería tirotear a gente inocente en calles americanas; que fueran hundidos en alta mar barcos que transportaban refugiados cubanos; una violenta ola de terrorismo lanzada sobre Washington DC, Miami y otros lugares. Se incriminaría a personas por ataques con bombas que no habrían cometido; se secuestrarían aviones. Empleando pruebas falsas, todo ello se atribuiría a Castro, dando de este modo a Lemnitzer y su cuadrilla la excusa y también el apoyo público e internacional que necesitaban para declarar la guerra.»

Si la CIA fue sumamente fértil en fabricar diabólicas acciones contra Cuba, el Departamento de Defensa norteamericano no se quedó atrás. En un memorándum titulado «Posibles Acciones para Provocar, Hostigar o Perturbar Cuba», presentado el 2 de febrero de 1962 por el General de Brigada William H. Craig, y remitido al General de Brigada Edward Lansdale, responsable de la Operación Mangosta, abarca más de diez planes de provocación para desatar un conflicto bélico entre las dos naciones.

Dos de las operaciones descritas en el Memorándum fueron denominadas Operación Bingo y Dirty Trick. La primera de ellas contemplaba una autoagresión a la Base Naval de Guantánamo y la segunda pretendía inculpar a Cuba por una posible falla del vuelo de una nave espacial norteamericana.

Otro de los planes contra Cuba consistía en culpar a la Isla de un supuesto ataque a un país latinoamericano miembro de la OEA y que ésta solicitará la ayuda norteamericana para invadir al imaginario agresor. En este sentido, un documento del Pentágono elaborado al efecto, expresó: «Un ataque artificial cubano en un país miembro de la OEA podría montarse, y el estado atacado podría ser instado a tomar medidas de auto defensa y solicitar ayuda de Estados Unidos y la OEA». Hoy se conoce que Jamaica y Trinidad y Tobago fueron dos de las naciones potencialmente barajadas para el montado pretexto.

No era, por supuesto, la primera ocasión en que los Estados Unidos buscaban un falso pretexto para agredir a una nación latinoamericana. El 19 de febrero de 1954, la CIA puso en marcha la operación WASHTUB encaminada a implicar al gobierno guatemalteco de Jacobo Árbenz Guzmán con la supuesta presencia de un submarino soviético en las costas de la vecina Nicaragua.

No alcanzarían unas pocas páginas para detallar el papel de la CIA alrededor del mundo, aunque es cierto destacar que no ha habido un solo hecho en que se ha derrocado un gobierno progresista o se ha apoyado a dudosos luchadores por la libertad, en que no haya estado implicada la tenebrosa Agencia. Los asesinatos de Lumumba, Ben Barka, Torrijos, León Roldós, Ernesto Guevara y muchos otros, acusan a su mano asesina.

Las cárceles ilegales y la CIA.

A partir de 2006 se empezó a cuestionar a la CIA por poseer a lo largo del mundo cárceles ilegales secretas, conocidas como black sites, en las que hacina y tortura a centenares de ciudadanos de diversas nacionalidades y de recibir el apoyo de varios países para cometer tales crímenes, tanto por el empleo de sus aeropuertos para el traslado de los mismos como para crear estas prisiones en sus territorios. La colaboración de naciones como Hungría, España, Rumanía, Reino Unido, Alemania, Isla de Man, Italia, Bosnia y Herzegovina, República de Macedonia, Turquía, Chipre, Irlanda, Grecia, Portugal, Rumanía, Polonia, Marruecos, Thailandia y Suecia, se ha visto en entredicho. Investigaciones posteriores han confirmado la terrible verdad: la CIA operó 1245 vuelos de aeronaves que se desplazaron por Europa con la total anuencia y complicidad de estas naciones. Al respecto, se señaló en un informe del Parlamento Europeo en el 2006: «… la CIA ha sido directamente responsable del rapto, el traslado, el secuestro y la detención de sospechosos de terrorismo en Europa».

Investigaciones de diversas fuentes indican que los barcos de EEUU fungen como cárceles flotantes y han mencionado a las siguientes embarcaciones como prisiones: USS Bataan, USS Peleliu, USS Ashland, USS Stockham, USNS Watson, USNS Sister, USNS Charlton, USNS Pomeroy, USNS Red Cloud, USNS Soderman y el USNS Dahl. Además de las citadas embarcaciones militares norteamericanas, han empleado naves civiles de la CIA como el MVPVT Franklin J. Phillips, MVCPL Louis J. Hauge Jr., MVPFC William B. Baugh, MVPFC James Anderson y el MV1stLt Alex Bonnyman.

Las denuncias reiteradas de Amnistía Internacional en el 2004 y del Washington Post en noviembre de 2005, así como las investigaciones del Parlamento Europeo, obligaron a George W. Bush a aceptar la existencia de las cárceles secretas de la CIA el 6 de septiembre de 2006 y que varios de ellos han sido trasladados a Guantánamo.

La CIA siempre se mantuvo en una franca contraofensiva ante las denuncias de los abusos cometidos por ella. El 7 de septiembre de 2007 el entonces jefe de la Agencia, el general Michael Hayden, declaró ante el Council on Foreign Relations su total apoyo al programa de detención e interrogación de prisioneros.

Conclusiones.

No se sabe si las investigaciones capitaneadas por Eric Holder lleguen a feliz término o si la impunidad de la CIA vuelva a quedar encubierta. Mucho hay que tapar y proteger por parte de las autoridades norteamericanas, quienes han sido los orientadores y patrocinadores de la Agencia.

Para los pueblos del mundo, que han sufrido el flagelo de sus acciones y aún reclaman justicia por sus muertos, queda la espera de que alguna vez se abra el justo camino de la verdad y la CIA pague sus verdaderas culpas.