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El colectivo antidesahucios promueve el realojo de familias en viviendas o en edificios propiedad de la banca

PAH-Obra social, desobediencia civil por el derecho a la vivienda

Fuentes: Rebelión

La obra social de la PAH nació en la calle, en septiembre de 2011. Tenía dos fines muy claros, tal como se detalla en su Manual de Desobediencia Civil: el realojo de las familias en las viviendas de las que han sido desahuciadas; y la recuperación de bloques enteros con sus pisos, en manos de […]

La obra social de la PAH nació en la calle, en septiembre de 2011. Tenía dos fines muy claros, tal como se detalla en su Manual de Desobediencia Civil: el realojo de las familias en las viviendas de las que han sido desahuciadas; y la recuperación de bloques enteros con sus pisos, en manos de la banca. Según la página Web de la PAH, 1.180 personas han accedido a un realojo con el apoyo de la plataforma. Las iniciativas contra los desahucios y por la vivienda digna se suceden en plena crisis, cuando según los datos del Consejo General del Poder Judicial, las ejecuciones hipotecarias iniciadas en el primer semestre de 2014 (21.178), representan un aumento del 4,2% respecto al mismo periodo de 2013.

La historia de la PAH-Obra Social es la de la resistencia, pero también la de señaladas victorias. En septiembre, la PAH de Sabadell consiguió que la SAREB o «Banco Malo» cediera a la Agència Catalana de l’Habitatge el edificio de 40 pisos ocupado por los activistas (las movilizaciones consiguieron el alquiler social). También en el edificio bautizado como «La Manuela», en el barrio de Malasaña (Madrid), se paralizó el desalojo y, tras las negociaciones con Caixabank, se alcanzó un acuerdo para el alquiler social de los pisos. A finales de agosto, la PAH «liberó» un bloque de viviendas de la SAREB en Manresa y, un mes antes, la presión de los grupos antidesahucios consiguió que el «banco malo» cediera 600 pisos a la Generalitat de Catalunya para que los destinara a alquiler social. Uno de los grandes hitos en la resistencia se dio en el Bloc de Salt (Girona), propiedad de la SAREB, y desalojado por los Mossos d’Esquadra en diciembre de 2013.

Las luchas y las acciones de desobediencia las llevan a término personas que sufren en su carne el azote de las ejecuciones hipotecarias. Conversar con estas personas, por ejemplo, con los integrantes del colectivo Obra Social de PAH-Valencia, permite un acercamiento a las angustias y las esperanzas de los afectados. Pilar, de 35 años, dejó de pagar la hipoteca al quedarse en paro, aunque le arrancó la dación en pago al BBVA en junio de 2013. Se vio en la calle, en situación de desempleo (ella y su marido) y con una hija de cinco años. Actualmente no recibe prestación ni ayuda, y si sobrevive es gracias a la ayuda de la Red de Solidaridad Popular (RSP), familia y amigos.

En su caso, la Obra Social de la PAH representó casi un salvavidas, pues vive en Xirivella (Valencia) en un piso recuperado por este colectivo. Un piso en el que lleva viviendo más de un año, y que permanecía cinco abandonado. Pilar agradece el respaldo del grupo antidesahucios, sobre todo a la hora de acercarse al banco y a los servicios sociales municipales, que dictaminaban sin reparos su «insolvencia». Como a muchas personas, la crisis le ha servido para politizarse. Para adquirir conciencia de la dimensión colectiva de un problema individual. Sólo había asistido a alguna manifestación, pero ahora forma parte del grupo de la PAH-Obra Social, la RSP, el 15-M y participó en las Marchas de la Dignidad. «Los bancos y los políticos son unos sinvergüenzas que sólo se preocupan por su bolsillo», concluye.

Otro caso es el de María, de 51 años y con cinco en desempleo, que también colabora en la Obra Social de PAH-Valencia. Antes de que sobreviniera la crisis, trabajó en una empresa de limpieza, como dependienta, manipuladora de papel y cartón, o de teleoperadora. A esta mujer divorciada le desahuciaron por no poder pagar el alquiler de la habitación donde residía, en Xirivella. Al no cumplir un año de empadronamiento, los servicios sociales le atendieron por deferencia, pero sin tener derecho a ello, como le recordó una de las trabajadoras municipales. Se puso entonces en contacto con la PAH, donde encontró un apoyo decisivo, reconoce, primero para entrar a vivir en una habitación, después en el bloque de viviendas Ca Esperança (también recuperado por la plataforma en el Barrio del Cristo, Aldaya), y actualmente en una vivienda de Xirivella.

Además de colaborar en el colectivo contra los desahucios, formó parte de las «Marchas de la Dignidad» y participa en la RSP. No oculta su indignación: «La crisis la ha causado el gobierno con toda su panda de chorizos; ¿Y qué pasa con la gente que tiene hijos? A nadie de 40-50 años le dan trabajo». Agrega una valoración política Rosana Montalbán Moya, una de las portavoces de PAH-Valencia», que se remite a una de las consignas centrales de la plataforma: «Es una sinrazón que haya gente sin casas y casas sin gente». Tan simple como eso. «La banca acumula viviendas vacías y la SAREB lo hace después de las inyecciones de capital público, sin embargo, se niegan a conceder el alquiler social a la gente sin recursos».

Raquel, de 36 años, requirió como otras compañeras de la Obra Social el apoyo de Psicólogos Sin Fronteras, que colabora habitualmente con la PAH. «Por la depresión que cogí en el momento del desahucio», matiza. Raquel es la fundadora de la plataforma en Paterna. Con el desahucio perdió el chalé que pagaba en régimen de alquiler con opción a compra, y del que le quedaba un año y medio por abonar. Pero las mayores dificultades las tuvo que soportar su hijo de 12 años, con TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad) y síndrome de Asperger (vinculado al autismo). Se puso entonces manos a la obra y promovió una campaña de solidaridad por Internet, con la que recogió 32.000 firmas. También la PAH presionó al Ayuntamiento de Paterna con el fin de que Raquel consiguiera una vivienda social. Y logró finalmente una del IVVSA, empresa de la Generalitat con competencias en la materia.

Su historia enseña que la lucha, la organización, el coraje y vencer a los demonios de la resignación pueden conducir a buen puerto. Porque con el respaldo de la PAH Raquel no sólo obtuvo una vivienda en alquiler social, sino también que el Ayuntamiento de Paterna sufrague la escolarización y tratamiento médico de su hijo. Fue en ese momento cuando resolvió no quedarse en casa y organizar la plataforma antidesahucios de su municipio. Es por donde Raquel empezó, pero actualmente compagina militancias en la RSP y la Obra Social de la PAH, donde estudia la situación de las familias y a partir de entonces orienta las luchas.

Por Raquel pasan experiencias tan duras como la de Fátima, de 26 años, a quien se ha desahuciado del piso donde vivía de alquiler en Paterna. Fátima, que no percibe ingreso alguno, vive con su madre, de 45 años, que se maneja como puede con la parte izquierda del cuerpo paralizada. Raquel, que les ayuda para que tengan algo de comer, considera éste como un caso prioritario en la lucha de la PAH-Paterna. En la movilización colectiva para dar una salida digna a este calvario individual. Además, Fátima y su madre reciben atención psiquiátrica y psicológica en Paterna. Tras dar cuenta de esta experiencia, Raquel completa el testimonio con su currículo laboral: peón de limpieza y barrendera en Fomento. Su marido trabaja ahora de electricista, cobra 650 euros al mes y labora una media de 12 horas diarias. Es la novela social y muy real de la crisis. «Esta crisis es una putada; a nosotras nos toca negociar con los bancos, pero no quieren, los que menos Bankia y el Banco de Sabadell; además, los ayuntamientos tendrían que implicarse más con la gente del pueblo», zanja Raquel.

Casi a punto de cerrar el reportaje, cuando los afectados de la PAH llevan un buen rato reunidos, por entidades financieras y con un coordinador ya curtido en la batalla, llega al punto de encuentro Eliseo Barberá, de 45 años. Se presta a ofrecer su testimonio, y si llega algo tarde es porque acaba de salir del trabajo. Se quedó en desempleo hace 7 años. Como a tantas otras personas, se le notificó el desahucio por no poder afrontar el pago del alquiler. Hace de todo en el estanco de un amigo, «que me da el trabajo que puede y a quien estoy muy agradecido», aclara. Eliseo pide que el periodista recoja literalmente sus declaraciones finales: «Los responsables de la crisis son los votantes, yo el primero, y me da igual el PP que el PSOE; el partido de tenis entre ellos tenía que haberse terminado hace años; pero nosotros somos un atajo de borregos, y los políticos unos farsantes».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.