Los conservadores criticaron duramente a Obama por publicar el «manual» de tortura de la CIA. Y los organismos de derechos humanos, por darles inmunidad a los que torturaron. Pedidos de juicios y posible investigación.
La Casa Blanca quedó envuelta en una tormenta de críticas, después de publicar los memos de la era Bush que daban cobertura legal a las técnicas de interrogatorio «mejoradas» de las prisiones secretas de la CIA. Al mismo tiempo, el gobierno prometió proteger a aquellos que las implementaron de ser procesados. Dar a conocer los memos casi sin ninguna censura de las secciones más sensibles fue atacado por dos ex funcionarios de alto rango de Bush. Michael Hayden y Michael Mukase, ex director de la CIA y ex fiscal general de Estados Unidos, dijeron que la publicación «era innecesaria como asunto legal y poco sólida como asunto político».
Quizá más controvertida fue la decisión de asociar la publicación con las garantías dadas por Barack Obama y su fiscal general, Eric Holder, de que nadie que haya hecho interrogatorios utilizando las ahora prohibidas técnicas, incluyendo obligar a los detenidos a pararse desnudos durante horas y golpearlos contra la pared, enfrentaría un proceso.
Algunos consideraron que la decisión sigue un patrón establecido por Obama, que implica honrar promesas de campaña -en este caso, levantar el velo de secreto sobre cómo se peleó la «Guerra contra el Terror»- pero no yendo tan lejos como esperaban o querían sus partidarios.
Si Obama esperaba echar al olvido la vergüenza de cómo la CIA trataba a los sospechosos de terrorismo en sus prisiones secretas en el exterior, fracasó. Aun si él y Holder pueden garantizar inmunidad para los que condujeron los interrogatorios, es probable que los miembros del Congreso abran una investigación. Tampoco es claro que estén protegidos de ser procesados bajo la ley internacional.
Entre los que criticaron la inmunidad legal se encuentra un ex detenido de Guantánamo que ahora vive en Egipto. «Ninguno de nosotros en Guantánamo tuvo fe o esperanza en el gobierno estadounidense», dijo Jomaa al Dosari, un saudita liberado el año pasado. «Sólo le pedimos a Dios por nuestros derechos y exigimos justicia por los males que experimentamos en esta vida.»
Los grupos de derechos humanos también deploraron que se les diera inmunidad a aquellos que llevaban a cabo los interrogatorios, cuyos críticos dicen que equivale a tortura ilegal. «Que el Departamento de Justicia de Estados Unidos diera a conocer los memos de la CIA sobre los métodos de interrogación parece ofrecer una tarjeta de libertad a la gente involucrada con la tortura», dijo Amnesty International.
«Es una de las más profundas desilusiones de esta administración, que no parece dispuesta a cumplir con la ley cuando los crímenes han sido cometidos por ex funcionarios», dijo el Centro de Derechos Constitucionales, con sede en Washington. El Centro sostuvo que no sólo deben ser investigados los torturadores, sino los que daban las órdenes. «Si los agentes de la CIA que practicaron o no el submarino tienen garantizada inmunidad, son los funcionarios de alto nivel que concibieron, justificaron y ordenaron los programas de torturas los que cargan con la mayor responsabilidad por quebrar leyes internas e internacionales, y son ellos los que deben ser procesados», decía.
Los memos, escritos por expertos del Departamento de Justicia en 2002 y 2005, fueron diseñados como un reaseguro para la CIA de que las llamadas «técnicas mejoradas» pasarían una inspección legal. Los memos son una lectura por lo menos peculiar, en la que un equipo de abogados recorre con minucia las técnicas aprobadas. Se habla de humillar desnudando a los prisioneros y de aprovechar fobias encerrándolos en cajas con insectos, por ejemplo.
Según fuentes gubernamentales citadas ayer por National Public Radio de Nueva York, dos de los abogados se hicieron torturar para redactar el capítulo más notable de los memos, el que habla de las dosis de dolor que resultarían «legales». En esa sección se determina que los cachetazos «no duelen» y que el submarino -la inmersión forzada de la cabeza- «crea una sensación de asfixia», pero no asfixia ni causa dolor. La peculiar conclusión habría sido «descubierta» por los abogados haciéndose abofetear y aplicar el submarino.
La decisión de publicar estos memos no fue fácil para Obama, quien esperó semanas mientras se debatía furiosamente tanto dentro de la Casa Blanca como entre las varias agencias involucradas. Mientras el Departamento de Justicia en términos generales apoyaba la publicación, la CIA no lo hacía por temor a que sus contenidos ayudaran a las organizaciones terroristas.
Toda la información en los memos, expuesta por la oficina de Consejo Legal en el Departamento de Justicia, fue catalogada como top secret y debía permanecer así, sostienen Mukase y Hayden en un artículo conjunto publicado en The Wall Street Journal.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12
Traducción: Celita Doyhambéhère.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-123435-2009-04-18.html