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Pena de muerte en Sudáfrica

Pan y ahorcamientos

Fuentes: IPS

Jacob Zuma, el presidente del Congreso Nacional Africano (ANC), el partido gobernante de Sudáfrica, ha sido varias veces acusado de adaptar su discurso a lo que la gente quiere escuchar. Más aun cuando se trata de la pena de muerte. Desde que fue elegido presidente del partido en diciembre, Zuma insiste en abrir un debate […]

Jacob Zuma, el presidente del Congreso Nacional Africano (ANC), el partido gobernante de Sudáfrica, ha sido varias veces acusado de adaptar su discurso a lo que la gente quiere escuchar. Más aun cuando se trata de la pena de muerte.

Desde que fue elegido presidente del partido en diciembre, Zuma insiste en abrir un debate sobre la pena máxima, abolida en este país 1995 pero que ahora es reclamada por muchos para frenar la creciente delincuencia.

Sudáfrica está en crisis y necesita «leyes radicales» para enfrentar el crimen, afirmó Zuma durante un discurso en un foro organizado el 4 de este mes en Johannesburgo por el gran rabino Warren Goldstein.

Zuma anunció que se si convertía en el próximo presidente de Sudáfrica promovería un referendo sobre la reinstauración de los ahorcamientos.

Sus declaraciones fueron muy parecidas a las de un discurso en diciembre, en el que llamó a renovar las discusiones sobre la pena capital.

Pero estas son palabras «de un líder populista que dice sólo lo que la gente quiere escuchar», dijo a IPS el constitucionalista Pierre de Vos, profesor en la Universidad del Cabo Occidental.

«Para que la pena de muerte sea reinstaurada, se necesita una mayoría de dos tercios de la Asamblea Nacional (cámara baja del parlamento), así como el respaldo de seis de los nueve delegados en el Consejo Nacional de Provincias (cámara alta)», explicó..

La Constitución, que prohíbe la pena de muerte, fue adoptada luego de las primeras elecciones democráticas sudafricanas, en 1994.

«No hay indicios de que el resto de los líderes del ANC estén a favor de volver a implantar la pena capital», añadió De Vos.

«Aun si se realiza el referendo, sólo sería un muestra de las opiniones de la población. Aunque el resultado de esta consulta impondría un deber moral a los líderes del país, estos, no obstante, no tendrían la obligación legal de modificar la Constitución», explicó.

El experto alertó que sería muy peligroso «juguetear» con la ley fundamental.

«Enviaría un mensaje al pueblo de Sudáfrica y al resto del mundo de que el país está dispuesto a cambiar sus leyes por beneficios políticos de corto plazo», sostuvo.

De Vos además indicó que la pena máxima no garantiza una disminución de la delincuencia.

Ebrahim Fakir, investigador del Centro para Estudios Políticos, con sede en Johannesburgo, comparte esta opinión. El analista indicó que «no hay ninguna prueba en el mundo de que la pena capital sea efectiva».

Además, hay graves fallas en la policía y en el sistema judicial sudafricanos que merecen la prioridad de los esfuerzos para reducir el crimen, sostuvo.

«No hay garantías de que quien delinque sea aprehendido. Tampoco se puede contar con que los casos serán investigados ni que se realizarán juicios en forma apropiada ni que habrá sentencias», dijo Fakir a IPS.

«Estos son requisitos básicos para que la pena capital funcione como disuasivo. Si estas cosas faltan, reinstaurarla no hará ninguna diferencia», añadió.

«Además, la pena de muerte es irreversible, lo que es muy problemático. Tenemos muchos ejemplos, en Estados Unidos y en otros lugares, de sospechosos que fueron ejecutados para que después se descubriera su inocencia con nueva información que salió a luz», indicó.

El analista político Steven Friedman, del no gubernamental Instituto para la Democracia en Sudáfrica, coincidió con De Vos en que el resto del ANC no apoyaría la idea de llamar a un referendo.

«Aunque pienso que Zuma dice lo que la población quiere oír, es demasiado pronto para saber si habla en serio o no. Puede hacer ciertas declaraciones hoy, pero no tiene el poder real para hacer una diferencia. Es el líder del ANC, pero no miembro del parlamento», dijo Friedman a IPS.

«De convertirse en el líder del país –algo que será determinado en las elecciones generales de 2009–, tendrá que poner a prueba sus palabras. Tendrá que tomar decisiones. Como líder, uno no puede ser todo para todos», añadió.

El conferencista Deon Geldenhuys, de la Universidad de Johannesburgo, calificó a Zuma de «hombre de todas las estaciones» en el tema de la pena de muerte.

«Se adapta a su audiencia, pero es muy cuidadoso de no decir que hará cambios constitucionales. Eligió sus palabras con precaución al prometer que abrirá un debate», dijo el experto a IPS.

«La gente espera declaraciones morales de él como líder del ANC, y la delincuencia en Sudáfrica es un tema moral. Al hacer esta clase de afirmaciones demuestra que es un político de base, que se preocupa realmente por los ciudadanos comunes», agregó.

«Esto marca un contraste con el presidente Thabo Mbeki, quien es por lo general visto como un político distante y arrogante. El problema con un líder populista que se deja llevar por el viento es que crea incertidumbre sobre su capacidad para tomar decisiones sanas», sostuvo Geldenhuys.

Fakir duda que Zuma realmente quiera reinstaurar la pena de muerte. «Él mismo habría sido ejecutado hace 25 años si hubiese sido atrapado durante el apartheid», el régimen segregacionista blanco en perjuicio de la mayoría negra, indicó.

Zuma fue líder del Umkhonto we Sizwe, ala militar clandestina del ANC, durante su lucha armada contra el apartheid. El nombre de la organización significa «lanza de la nación» en zulú.

Las declaraciones de Zuma deben interpretarse como una forma de decirle a los sudafricanos que él los escucha y es conciente de sus preocupaciones, sostuvo Fakir.