En la víspera de la Conferencia Internacional sobre Financiamiento del Desarrollo, en Monterrey 2002, el presidente de EU, George W. Bush anunció que su administración no permitiría la entrada a los funcionarios o ex funcionarios corruptos de Latinoamérica cuyas acciones hubiesen «resultado en consecuencias adversas para el interés nacional de Estados Unidos». La suspensión de […]
En la víspera de la Conferencia Internacional sobre Financiamiento del Desarrollo, en Monterrey 2002, el presidente de EU, George W. Bush anunció que su administración no permitiría la entrada a los funcionarios o ex funcionarios corruptos de Latinoamérica cuyas acciones hubiesen «resultado en consecuencias adversas para el interés nacional de Estados Unidos». La suspensión de visas se extendería a los cónyuges, los hijos y los dependientes de las personas acusadas que se benefician del dinero resultado de la corrupción.
Bush manifestó que Estados Unidos (EU) no recibiría a los corruptos porque ellos le roban el desarrollo de los pueblos. Pero tendríamos que preguntar si son más corruptos cuando afectan adversamente los intereses estadounidenses, porque pudiera tratarse de un doble rasero en las políticas del visado de EU.
Muchos sátrapas y funcionarios corruptos gozan de libre entrada a EU, además de amplia protección, promoción e impunidad, pero promueven los intereses nacionales de EU o pertenecen a sus élites. ¿Qué hay de éstos?
Hace poco el general Paul Bremmer, procónsul durante la ocupación de Irak, fue acusado por las autoridades de la Coalición de meter la mano en los fondos generados por el petróleo iraquí, y a la fecha no hemos escuchado que se le haya levantado un expediente por corrupción.
A muchos latinoamericanos se les ha cancelado sus visas con la consiguiente vergüenza social para ellos y sus familias. Algunos, incluso, cuando los desvisados participaban en elecciones. ¿Quién querrá votar por ellos si, con el complejo de inferioridad que percude a Latinoamérica, un fulano es corrupto si así lo dicen los gringos? Y como las autoridades consulares no dan explicaciones, vaya usted a saber por qué las iras de Zeus caen sobre sus cabezas. Las acusaciones pueden convertirse así en claros instrumentos de intervención, y eso lo sabe mejor que nadie Otto Reich, incrustado en los apara tos de inteligencia y guerra psicológica de EU.
Fue Otto Juan Reich, subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, quien explicó la posición oficial. En una entrevista con Andrés Oppenheimer, Reich dijo: »Vamos a revocar las visas de aquéllos de quienes tengamos evidencias que están involucrados en casos de corrupción o lavado de dinero, de la misma forma que negamos la entrada al país a criminales de guerra o narcotraficantes» «Vamos a premiar a los países que tengan un sistema democrático y a los que sigan nuestras políticas económicas». Y aquí salta la liebre: son corruptos quienes afecten los intereses nacionales de EU, no así quienes sigan «nuestras políticas económicas». Según Reich, el Acta Patriótica emitida tras el 11 de septiembre les permite negar las visas cuando consideren que hay »razón para creer que existen evidencias convincentes de que una persona está involucrada en un acto de corrupción», sin tener que aportarlas.
Lo dice Otto Reic h, objetado en el Congreso por utilizar fondos asignados por el gobierno federal a la «Oficina de Diplomacia Pública» que él dirigía para montar campañas de guerra psicológica con el fin de engañar al pueblo de EU en torno a su guerra en Centroamérica. Fabuló que había Migs en Nicaragua dispuestos a atacar Texas; que los comandantes sandinistas estaban involucrados en el narcotráfico; que el gobierno nicaragüense tenía armas químicas provenientes de la Unión Soviética. El propio gobierno federal se encargó de desmentirlo.
Lo dice Reich, quien estuvo involucrado en el escándalo Irán-Contras con Oliver North, donde el tráfico de drogas y armas estuvo casado con agresión, terrorismo, operaciones encubiertas, conflictos de baja intensidad y genocidio en Centroamérica y Panamá.
Otto Reich fue replegado a Venezuela como embajador entre 1986 y 1989 porque su presencia en Washington incomodaba en vista de sus vinculaciones con el Escándalo Irán-Contras. La «Oficina de Diplomacia Pública» fue clausurada tras una investigación federal que la consideraba como «una vasta operación de guerra psicológica del tipo que los militares llevan a cabo para influir a la población en territorio enemigo». Salvo que en este caso el «territorio enemigo» era el propio pueblo de Estados Unidos.
Nada menos que el Senador John Kerry, hoy candidato a la presidencia, vetó el nombramiento de Reich manifestándose así: «La oficina de Reich puede haber sido la génesis de actos de propaganda no solamente prohibidos en este país, sino que reflejan el tipo de negligencia en torno a la verdad.» La tarea de Reich consistía en fabricar mentiras.
Reich ha sido siempre apoyado por el lobby cubano-americano. Fue él quien ayudó a redactar la Ley Helms-Burton contra Cuba y quien mantuvo estrecho contacto con Orlando Bosch, terrorista que hizo explotar un avión cubano cuando despegaba de Barbados en 1976 con decenas de víctimas. Bosch se fugó misteriosamente de la cárcel en Venezuela.
El pequeño Goebbels estuvo implicado en el derrocamiento del presidente Hugo Chávez, en abril de 2002, mediante una guerra mediática en asocio con Gustavo Cisneros y sectores privados. ¿Qué credibilidad puede tener una política sobre visas manipulada por un personaje semejante?
La anulación de las visas constituye un acto soberano pero unilateral de EU y debe ser vista como una herramienta de su política exterior. Acusar de corrupción a altos funcionarios o ex funcionarios sin que se respete la presunción de inocencia y el debido proceso de los sindicados y sin coordinar con sus gobiernos, constituye una violación de las convenciones de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y Consulares. Éste es el lado oscuro de las visas.