Nueve franceses, seis voluntarios de la asociación Arche de Zoe y tres periodistas, seguían ayer retenidos en Chad después de que las autoridades de ese país abortaran la evacuación de 103 niños procedentes de Darfur. A raíz de esa detención, desde instancias oficiales francesas se ha retratado como delincuentes a los protagonistas de una controvertida […]
Nueve franceses, seis voluntarios de la asociación Arche de Zoe y tres periodistas, seguían ayer retenidos en Chad después de que las autoridades de ese país abortaran la evacuación de 103 niños procedentes de Darfur. A raíz de esa detención, desde instancias oficiales francesas se ha retratado como delincuentes a los protagonistas de una controvertida acción de «desobediencia civil» ante la pasividad internacional.
El Gobierno de Chad expresó ayer su disposición a «sancionar con total severidad» a los ciudadanos franceses detenidos la víspera en Abeché. Un total de nueve personas, seis de ellas voluntarias de la asociación Arche de Zoé y tres periodistas, se encontraban en la mañana del jueves en el aeropuerto local. Cinco minutos antes de la hora prevista para que embarcaran en el avión -10.00- que debía llevarles a ellos mismos y a un centenar de niños huérfanos de Darfur al Estado francés, la Policía chadiana procedió a su detención. Según ha podido conocer GARA, los ahora detenidos pudieron comunicarse con compañeros que aguardaban en el aeropuerto de Reims-Vatry. En ese aeródromo del noreste francés aguardaba en torno a un centenar de personas, entre voluntarios y familias que habían manifestado a la asociación Arche de Zoe su disposición a acoger a esos pequeños y a tramitar para ellos la correspondiente demanda de asilo.
París y N’Djemena sabían
Un objetivo bastante alejado del «tráfico de niños» y de la «operación de adopción ilegal» que las agencias francesas atribuían de inmediato a los detenidos en el país africano. El propio Ministerio de Asuntos Exteriores galo se sumaba a esa campaña de acusaciones al manifestar que hay abierta una investigación judicial al respecto. Efectivamente, a la cancillería francesa no le falta información sobre los preparativos de este intento fallido de evacuación humanitaria, ya que la propia asociación ha mantenido contactos fluidos con altos responsbales institucionales para darles cuenta en todo momento de sus intenciones. Lo que queda por establecer es si la mano de París ha tenido algo que ver en la decisión de última hora de las autoridades chadianas de echarse atrás en su compromiso de no obstaculizar la evacuación de unos niños en situación de riesgo.
Más allá de la consideración que merezca la operación organizada por esta pequeña ONG, nadie puede reprocharle el haber escondido sus planes. De hecho, Arche de Zoé anuncia desde antes de verano en su página web (www.archedezoe.fr) su iniciativa de proceder a una evacuación de niños huérfanos de Darfur. En ese mismo sitio incluye toda la documentación necesaria para proceder a cursar la demanda de asilo en territorio francés para estos niños de la guerra. A la vista de estos datos las acusaciones vertidas sobre el intento de engañar a familias con un procedimiento de adopción ilegal parecen un tanto difíciles de sostener.
Sin embargo hay otros elementos que aconsejan definitivamente poner en cuarentena la versión oficial dada sobre lo acontecido en Chad. Los voluntarios de Arche de Zoé llevan más de medio año trabajando con los huérfanos de Darfur y se han mantenido en los campamentos incluso cuando se han retirado otras agencias internacionales. El ACNUR y la ONU los conocen de cerca, pese a que ayer se sumaran a la denuncia del operativo de evacuación, basándose en lo que especifica el derecho internacional y las distintas convenciones que regulan el trato a los menores en situaciones de conflicto.
Desde hace dos meses, Arche de Zoé ha trabajado con el gobierno de Chad que autorizó la salida de esos niños desde Darfur hacia un campamento situado en su territorio y habilitado con todo lo necesario para atender a unos menores con problemas graves de malnutrición, enfermedades y trauma psico- lógico.
Este conjunto de circunstancias suman nuevas sombras sobre lo ocurrido con los voluntarios. Ello por no mencionar que en los últimos meses algunas de las familias que se han mostrado dispuestas a acoger a estos niños de la guerra han sufrido presiones de los propios servicios sociales franceses a fin de hacerles desistir de su deseo de colaborar con una acción humanitaria que, sin duda rompe moldes y plantea muchos interrogantes, pero que sobre todo se ha demostrado muy molesta para las autoridades francesas.
Y eso que el muy mediático presidente francés no escatima esfuerzos en presentarse como un activo agente en favor de las causas justas, como se demostró con la intervención -no exenta de irregularidades- de Cecilia Sarkozy para conseguir que el Gobierno de Libia permitiera la repatriación de las enfermeras búlgaras condenadas a cadena perpetua en el país árabe.
El nombramiento de un antiguo profesional de lo » humanitario», como Bernard Kouchner, ha causado algún disgusto a Sarkozy, pero le ha ayudado a proyectar imagen internacional, también en la crisis de Darfur.
El silencio mata
Durante la conferencia internacional sobre Darfur que reunió a representantes de una veintena de países el pasado mes de junio en París, codo con codo con Koucher, el dirigente francés apeló a la comunidad internacional a actuar con firmeza en Darfur. Y respaldó esa exigencia con una declaración: «El silencio mata en Darfur».
Ese pretendido compromiso con la causa de Darfur contrasta con la poco efectiva actuación del Elíseo, así como de las principales potencias del planeta, para frenar una crisis que ha causado la muerte a 200.000 personas y el desplazamiento de dos millones más desde que estallara la guerra en 2003.
Los pesados intereses económicos que se juegan en esta crisis, en la que sobre el sufrimiento de los seres humanos se juega el control de los nuevos y ricos yacimientos petroleros encontrados en esta región africana, ayudan a entender que el derecho internacional también puede invocarse para permanecer de brazos cruzados.
La decisión de las Naciones Unidas de enviar una fuerza mixta, adoptada con el acuerdo del Gobierno de Sudán, no se concretará hasta el año próximo, lo que arroja otro triste récord de falta de celeridad para abordar las consecuencias de la tragedia humanitaria.
Lamentablemente, en Africa existen muchos precedentes de actuación desfortunada de la comunidad internacional: Ruanda, Somalia, Sierra Leona, Uganda…. El mapa de los conflictos es tan extenso en Africa como los recursos de que dispone un continente al que la economía de la globalización concede el papel exclusivo de abastecedor para el mundo rico.
Como lo demuestra la nueva normativa de inmigración aprobada por el Gobierno de Nicolas Sarkozy, la única diferencia con respecto del modelo de la colonización es que ahora, además de explotar yacimientos se cuenta con desproveer al continente de las personas más cualificadas para buscar un futuro con mayores posibilidades para los pueblos africanos.
Filtros a la inmigración
El Gobierno de París ha puesto todos sus resortes para contener la inmigración en origen. Todo apunta a que esa misma doctrina ha podido ser empleada para presionar a las autoridades de Chad a fin de impedir que 103 futuros asilados desembarcaran en territorio francés. No son difíciles de imaginar las implicaciones de una acción de esa naturaleza, que confrontaría a un gobierno a un precedente difícil de compatibilizar con el objetivo de cerrar 2007 con la expulsión de 25.000 inmigrantes. A ese fin, poco importa que 103 niños rescatados de Darfur y asistidos por psicólogos para preparar su viaje a Europa hayan sido llevados a un centro institucional chadiano cuando se sabe que nadie va a reclamarlos, porque sus allegados han muerto en uno de los muchos conflictos ante los que el mundo guarda un silencio que mata.