La reforma de salud propuesta por el presidente Barack Obama recibió ayer un duro golpe cuando la Cámara de Representantes, que cuenta con mayoría republicana, aprobó por 261 votos contra 157, y con el apoyo de 39 de los 200 demócratas, un texto que habilita a las compañías de seguros a seguir comercializando pólizas de […]
La reforma de salud propuesta por el presidente Barack Obama recibió ayer un duro golpe cuando la Cámara de Representantes, que cuenta con mayoría republicana, aprobó por 261 votos contra 157, y con el apoyo de 39 de los 200 demócratas, un texto que habilita a las compañías de seguros a seguir comercializando pólizas de salud, a partir de 2014, que no cumplan con los criterios de cobertura exigidos por la ley. De prosperar, esta iniciativa podría debilitar el nuevo régimen de cobertura de salud pretendido por el presidente. Obama salió al cruce de la votación y prometió que vetará la medida aun cuando el texto sea aprobado finalmente por el Senado.
El desaguisado llega un día después de que el mandatario norteamericano anunciara que los ciudadanos que así lo deseen podrán mantener, durante el próximo año, los planes médicos que debían ser renovados o cancelados para cumplir con los estándares de la ley de la reforma sanitaria promulgada en 2010. «Vamos a hacer todo lo posible para ayudar a todos los estadounidenses que han recibido avisos de cancelación», había indicado anteayer Obama desde la Casa Blanca. El presidente norteamericano destacó también que las compañías aseguradoras deben informar a los ciudadanos de los planes alternativos previstos en la reforma sanitaria y sobre cuáles son los beneficios que pierden por conservar sus viejos seguros. «Vamos a resolver todos los problemas. Y la Ley de Cuidado Asequible (como se conoce a la reforma) va a funcionar», aseguró.
Desde que la reforma fue promulgada, Obama y sus asesores prometieron que los ciudadanos podrían mantener sus actuales planes de salud si estaban satisfechos con ellos. Pero la realidad es que la reforma establece una serie de estándares mínimos; y si un seguro no los cumple, debe ser reemplazado a partir de 2014 por otro de los ofrecidos en los nuevos mercados abiertos desde el pasado 1º de octubre. Con este anuncio los ciudadanos podrán quedarse con sus actuales planes de salud, si así lo desean, al menos durante 2014.
Durante su discurso desde la Casa Blanca, el jefe del Ejecutivo norteamericano insistió en que no está feliz con las cifras divulgadas esta semana por el Departamento de Salud, que reveló que menos de 27.000 personas se inscribieron en un mes en los nuevos mercados de seguros a través de esa web. «Confío en que cuando miremos atrás, la población estará diciendo que esto (por la reforma) está funcionando bien», señaló Obama.
También hizo mención a los problemas que se registraron en el sitio web www.HealthCare.gov, donde los ciudadanos pueden inscribirse en los nuevos seguros médicos. El presidente norteamericano tomó el guante al reconocer la magnitud de los inconvenientes que surgieron en ese sitio. «Está claro que nosotros, que yo, no teníamos suficiente conocimiento de los problemas con esa web», admitió Obama. Y se lamentó profundamente por haber prometido a los ciudadanos que podrían mantener sus planes médicos, si estaban satisfechos con ellos, aunque no cumplan con los estándares de la reforma promulgada en 2010. «Comprar un seguro médico nunca va a ser como comprar una canción en iTunes», ironizó el mandatario.
Tanto los problemas con la web www.HealthCare.gov como esa promesa, que ha resultado inexacta, complican la aplicación de la reforma sanitaria, uno de los mayores logros del mandato de Obama y que sigue siendo cuestionada por los republicanos y una parte de la ciudadanía. «Entiendo que la población esté frustrada. Yo lo estaría también», se sinceró el mandatario. Y continuó: «Mi intención, en términos de recuperar la confianza del pueblo estadounidense, es trabajar tan duro como pueda, identificar los problemas que tenemos y asegurarnos de que los estamos arreglando», apuntó.
El presidente de Estados Unidos afronta una crisis de confianza por los problemas en la aplicación de la reforma sanitaria, pero también por la imposibilidad de sacar adelante la reforma migratoria y la falta de logros en política exterior. Esta semana, una encuesta de la Universidad Quinnipiac reveló que, por primera vez desde que llegó a la Casa Blanca en 2009, una mayoría de los estadounidenses (un 52 por ciento) no lo ve como un hombre honesto y digno de confianza. La aprobación de su gestión cayó al 39 por ciento, el mismo nivel que registraba el ex presidente George W. Bush al final del primer año de su segundo mandato.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-233702-2013-11-16.html