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Palabras del abogado que ejerce en Washington la representación del gobierno venezolano en el caso de Luis Posada Carriles en el acto celebrado frente a la Casa Blanca, el 20 de mayo de 2006

Pedimos castigo

Fuentes: Cubadebate

Alguien podría pensar que un año de detención de Luis Posada Carriles en Estados Unidos es motivo de celebración. Que es una buena señal que esté tras las rejas un famoso terrorista internacional, nada menos que el hombre conocido como el Osama bin Laden de América Latina, acusado de volar un avión de pasajeros con […]

Alguien podría pensar que un año de detención de Luis Posada Carriles en Estados Unidos es motivo de celebración. Que es una buena señal que esté tras las rejas un famoso terrorista internacional, nada menos que el hombre conocido como el Osama bin Laden de América Latina, acusado de volar un avión de pasajeros con 73 personas a bordo frente a las costas de Barbados. Sin embargo, el gobierno de Bush no presentó cargos de terrorismo contra Luis Posada Carriles ni ha dado curso a la solicitud de Venezuela para su extradición (una solicitud que ha estado pendiente desde junio del año pasado). Este señor ha recibido el tratamiento de un inmigrante indocumentado, con categoría VIP.

El único cargo que ha presentado el gobierno de Bush contra Luis Posada Carriles es una simple infracción de las leyes de inmigración, o sea, el entrar en los Estados Unidos sin pasar por la inspección de una cabina en la frontera. El gobierno de Bush se valió del argumento referido a la inmigración contra Posada para difundir una patraña, para hacer un esfuerzo por engañar a la gente y hacerle creer que los Estados Unidos actúan seriamente en el caso de Posada y dar la apariencia de que la justicia funciona cuando, en realidad, la Casa Blanca sencillamente utiliza el argumento de inmigración como un medio para parar en seco el enjuiciamiento de este terrorista internacional.

Los Estados Unidos tienen la obligación legal de cumplir los tratados internacionales que han firmado y extraditar o enjuiciar a este criminal.

En Venezuela, Posada Carriles debe responder a 73 cargos de asesinato en primer grado en relación con la voladura de un avión de pasajeros el 6 de octubre de 1976. En aquel entonces fue el peor acto de terrorismo perpetrado contra un avión civil.

A bordo del avión viajaban 73 personas. Cincuenta y siete de los pasajeros eran cubanos y 11 de ellos, guyaneses, que en su mayoría acababan de obtener becas para estudiar medicina en Cuba. Los cinco pasajeros restantes eran coreanos. El promedio de edad de los que iban a bordo era de 30 años de edad.

Con el grupo viajaban 24 miembros del equipo cubano de esgrima, muchos de los cuales eran adolescentes, que acababan de obtener las medallas de oro en el Campeonato Juvenil de Esgrima en Caracas.

La mayoría de los cadáveres que se rescataron del lugar del desastre estaban demasiado desfigurados para poder ser identificados por sus seres queridos. En el informe forense presentado por un experto se describe el estado de una niña guyanesa cuyos restos fueron rescatados del avión saboteado. «Cadáver de una niña de aproximadamente nueve años de edad … Falta el cerebro. Sólo están los huesos faciales, el cuero cabelludo y el pelo. Los pulmones y el corazón están destruidos. El hígado y los intestinos están machucados. Falta el glúteo sobre la extremidad inferior derecha. Fractura múltiple de la tibia y el peroné …» Ninguno de los pasajeros a bordo del avión sobrevivió.

Para sustentar su solicitud de extradición, Venezuela entregó a los Estados Unidos documentos donde se prueba que Posada está pendiente de enjuiciamiento en Venezuela por cargos de asesinato en primer grado relacionados con la voladura del avión, que hay una orden de arresto pendiente contra él en Caracas y que existe una fundamentación válida para someterlo a juicio como el autor intelectual de la voladura del avión de pasajeros.

Este es un caso muy bien fundamentado. Es sólo el deseo del gobierno de Bush de proteger a este terrorista internacional lo que impide su extradición, pero la legislación es clara. Según ella, los Estados Unidos tienen que proceder a la extradición o al enjuiciamiento.

Según los tratados y convenios internacionales de los que son parte los Estados Unidos, el gobierno de Bush tiene la obligación de extraditar a Posada Carriles o enjuiciarlo en los Estados Unidos por 73 cargos de asesinato en primer grado.

No hay alternativa. El gobierno de Bush no puede hacer creer que Posada es sencillamente un inmigrante ilegal y situarlo en un centro de detención seguro y cómodo en Texas hasta que desaparezca el argumento en pro de la extradición.

El argumento en pro de la extradición presentado por Venezuela no desaparecerá. El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela está firmemente comprometido con la lucha contra el terrorismo internacional. El compromiso de Venezuela no es con una guerra a la carta contra el terrorismo como la que libra el gobierno de Bush, una guerra donde se hace una diferenciación entre los terroristas que los Estados Unidos prefieren proteger y los terroristas que los Estados Unidos prefieren torturar. Todos los terroristas deben ser enjuiciados. Ninguno debe ser torturado.

La semana pasada un alto funcionario del gobierno de los Estados Unidos nos dijo que Venezuela debe conformarse con el hecho de que Luis Posada Carriles no ha sido puesto en libertad y que lo mantienen detenido en un centro de detención de inmigración. Bueno, Presidente Bush, no queremos que Posada esté detenido por simples violaciones de las leyes de inmigración. Queremos que lo juzguen por los 73 cargos de asesinato en primer grado. Los familiares de las víctimas quieren tener la seguridad de que sus crímenes no quedarán impunes.

En mi casa tengo una talla de madera hecha por mi difunto amigo, el artista uruguayo Naúl Ojeda. Sobre la madera trabajada se ve escrito en tinta roja brillante un poema de Pablo Neruda. Una parte del poema dice:

Por estos muertos, nuestros muertos
pido castigo.
Para los que de sangre salpicaron la patria
pido castigo.
Para el verdugo que mandó esta muerte
pido castigo.
Para el traidor que ascendió sobre el crimen
pido castigo.
Para el que dio la orden de agonía
pido castigo.
Para los que defendieron este crimen
pido castigo.

No quiero que me den la mano
empapada con nuestra sangre
pido castigo.
No los quiero de embajadores
tampoco en su casa tranquilos.
Los quiero ver aquí juzgados
en esta plaza en este sitio.
Quiero castigo,
quiero castigo.

Señor Presidente, no queremos ver a Luis Posada Carriles viviendo cómodamente en Miami otra vez, mientras no se castigan sus crímenes. No lo que queremos ver exhibiendo sus cuadros de mala calidad en una galería de Miami otra vez. No queremos volver a verlo en la televisión de Miami como huésped de honor que expone su versión distorsionada de la libertad y la democracia.

Queremos que lo castiguen. En nombre de la pequeña niña de nueve años cuyo cuerpo voló en pedazos a causa de sus bombas, queremos que lo castiguen.

En nombre de Nancy Uranga, una esgrimista cubana de 22 años que estaba embarazada, queremos que lo castiguen.

En nombre de los familiares de los 73 pasajeros a bordo del vuelo 455 de Cubana de Aviación, queremos que lo castiguen.

En nombre de Carlos Alberto Cremata y sus hermanos que sólo eran unos adolescentes cuando perdieron a su padre, su inspiración y su amigo, Carlos Cremata Trujillo.

En nombre de Margarita Morales, quien perdió a su padre Julio –el entrenador del equipo de esgrima.

En nombre de Odalys Pérez, cuyo padre Wilfredo piloteó con valentía el avión para alejarlo de Paradise Beach e impedir que se estrellara contra los bañistas en la playa.

En nombre de Camilo Rojo, para quien los recuerdos de su padre Jesús son los recuerdos borrosos de un niño que aún no iba a la escuela.

En nombre de ellos, y en nombre del dolor que han soportado durante los últimos treinta años; en nombre del dolor de crecer sin un padre o una madre o un hermano o una hermana o un cónyuge, queremos que lo castiguen.

En Caracas, en Washington o aquí mismo frente a la Casa Blanca, en el Parque de Lafayette, si usted prefiere.

Queremos que se castigue a este terrorista por sus crímenes y Venezuela no descansará mientras no se haga justicia.

*Palabras en el acto celebrado frente a la Casa Blanca, el 20 de mayo de 2006, organizado por organizaciones solidarias con Cuba y Venezuela.José Pertierra es un abogado que ejerce en Washington, D.C. Representa al gobierno venezolano en el caso de Luis Posada Carriles .