Traducido para Rebelión por Susana Merino
Nada de lo sucedido durante la «celebración» del segundo aniversario del comienzo de la revolución tunecina que terminó con la dictadura estaba previsto. Comenzando porque precisamente en Sidi Bou Zid, el lugar donde se inmoló Mohamed Bouazizi, el presidente de la república Moncef Marzouki y el presidente de la Asamblea constituyente Mustafá Ben Jafar fueron abucheados por un coro de «váyanse» y recibieron una pedrea que los obligó a una humillante retirada protegidos por las fuerzas del orden. El primer ministro del partido islámico Ennahdha, Hamadi Jebali, se excusó más sabiamente, ¡tomándose una licencia por enfermedad!
El pueblo no ha olvidado las promesas de Marzouki pronunciadas al día siguiente de su elección: «Dentro de seis meses habrá inversiones y recursos para vuestra región». A un año de aquella promesa, la situación económica con respecto al año precedente ha empeorado notablemente en toda la región, como también en Siliana donde el mes pasado el principal sindicato apoyó las manifestaciones de los habitantes con las mismas reivindicaciones no solo de Sidi Bou Zid sino de todo el interior de Túnez. ¿En qué se diferencian la época de Ben Alí y esta fase postrevolucionaria? En nada, según el punto de vista de los desheredados, excepto en lo que atañe a la información que ahora se comparte y circula libremente Pero, ¿es suficiente la libertad de expresión para quién no tiene trabajo y ninguna esperanza de futuro?
Ese mismo días los muchachos heridos durante la revolución y los familiares de las víctimas se reunieron en Túnez, ante la sede de la Asamblea nacional Constituyente: hace alrededor de quince días Samir Dilou, portavoz del gobierno y ministro transitorio de Justicia y Derechos Humanos, anunció por enésima vez que se harían cargo de la curación de todos los heridos, incorporación a la función pública para ellos y para algún miembro de cada una de las familias que hubiera perdido algún ser querido durante la revolución. Además detalló una serie de beneficios y facilidades para enfrentar sus necesidades. Y que todo se haría en unas horas. Solo palabras, porque ni siquiera se ha redactado la lista de los beneficiarios.
Alrededor de las 12:30 h., a través de Facebook, se convocó una sentada a continuación de una reunión de asociaciones de víctimas y familiares agrupados por medio de videos y declaraciones, militantes y blogueros, Sin embargo no fueron tantos los asistentes, aunque llegaron algunos miembros de Jabha Chaabiya (alianza de partidos de izquierda), feministas de la Asociación de Mujeres Demócratas, militantes de las asociaciones Manifiesto del 20 de marzo, las blogueras Henda Hendoud y Olfa Riahi, los periodistas Ramzi Bettayeb y Kais Zriba, poca solidaridad en realidad de los tunecinos que les deben a estos muchachos con muletas y graves amputaciones la conquista de una, aunque todavía frágil, democracia.
El único lugar donde está permitido realizar manifestaciones es en una de las entradas laterales del gran complejo del Bardo, porque la entrada principal está bloqueada por una doble fila de alambre de púas detrás de la que dos coches de la policía «defienden» a los diputados. En el interior del recinto hay dos tanques armados del ejército.
La bronca aumenta, quizás por la desilusión de encontrar poco apoyo a su alrededor y algunos muchachos suben por los altos canceles que los separan de la ANC. Escucho algunas historias a mi alrededor como la de Lofti J. de Túnez, herido en la cadera por un proyectil en la plaza de Barcelona el 6 de enero de 2011. No tiene trabajo y es padre de cuatro hijos. O la de Jamel M., herido durante la movilización en la Kasbah, el 28 de enero de 2011: herido en la cabeza y en la base de la columna, cuya curación, muy compleja lo obliga a viajar de un extremo al otro de Túnez con el carnet que le ha provisto el gobierno para su curación pero que vence dentro de 13 días y no se renovará. «No queremos caridad, si tuviésemos trabajo podríamos pagar nosotros mismos las curaciones». Para acceder a operaciones quirúrgicas ha tenido que utilizar el viejo método de las recomendaciones, probablemente «untando» la máquina burocrática mediante sobornos, como en la época de Ben Alí.
Mohamed di Kasserine comienza a llamar a gritos a sus compañeros, «¡Vámonos, aquí no ha nadie que nos escuche! ¡Continuaremos la lucha en nuestra tierra y pediremos asilo en Argelia puesto que nuestro país no quiere oír nuestras razones!» Es un momento difícil, el furor se evidencia en el rostro enrojecido del muchacho que de pronto cae desmayado. La ambulancia no llega hasta media hora después, pero afortunadamente no parece nada grave. Las reivindicaciones de la «sentada» están escritas en una gran banda amarilla que los jóvenes han atado al lado de la puerta de entrada.
Están detalladas en diez puntos de los cuales los más importantes recuperan los reclamos de hace más de un año y medio que obligan a los heridos y a los familiares de las víctimas a un infinito peregrinaje entre tribunales, ministerios y sedes del gobierno: Una lista final de las víctimas y de los heridos, juicios que reconstruyan la cadena de responsabilidades sobre los muertos y heridos de la revolución, la eliminación de sus expedientes, lo relacionado con la amnistía general (no quieren que los consideren sujetos a los que hay que perdonar), que se concrete el compromiso del gobierno de empleo para los heridos y para un miembro de cada una de las familias de los «mártires» y que se declare y se respete el derecho a las curaciones. Se exige además la creación de una estructura independiente que se ocupe de sus expedientes y que la Asamblea Constituyente se reúna en sesión plenaria extraordinaria y analice sus casos, definiendo con claridad inequívoca qué acciones se llevarán a cabo y su calendario.
¿Cuales serán ahora las respuestas del gobierno?
Fuente: http://www.agoravox.it/Anniversario-rivoluzione-Tunisia.html
rCR