Obama se apresta a una nueva ofensiva militar en Siria e Irak que involucrará a gran parte de las potencias del mundo y atravesará de una forma u otra a todo Medio Oriente. La promesa de que el involucramiento militar de EEUU se limitará a dirigir las operaciones, armar aliados, y desatar una lluvia de […]
Obama se apresta a una nueva ofensiva militar en Siria e Irak que involucrará a gran parte de las potencias del mundo y atravesará de una forma u otra a todo Medio Oriente. La promesa de que el involucramiento militar de EEUU se limitará a dirigir las operaciones, armar aliados, y desatar una lluvia de bombas, y que con esto se logrará el objetivo estratégico proclamado por Obama de «destruir a ISIS» es una fábula para niños. De la mano del imperialismo norteamericano el mundo va hacia un conflicto militar de consecuencias políticas, sociales, económicas y militares que nadie puede predecir con certeza al día de hoy.
Plan de guerra sobre el papel y la realidad
En su discurso de la semana pasada, Barak Obama señaló puntos centrales de lo que sería la estrategia norteamericana. Dentro de ellos, por un lado, «una campaña sistemática de ataques aéreos» contra ISIS, recalcando la diferencia con las guerras de Irak y Afganistán, en tanto «no va a involucrar tropas de combate estadounidenses luchando en suelo extranjero». Por otro lado, planteó «aumentar nuestro apoyo a las fuerzas que luchan contra estos terroristas sobre el terreno». La mención explícita del lado iraquí fue a apoyar a «fuerzas iraquíes y kurdas» y «poner en pie Unidades de Guardia Nacional para ayudar a las comunidades sunitas a asegurar su propia libertad del control de ISIS», y del lado sirio, incrementar «nuestra ayuda militar a la oposición siria». Respecto al objetivo estratégico, sostuvo: «Nuestro objetivo es claro: vamos a degradar, y en última instancia, destruir al ISIS».
El primer problema que se les presenta a los estrategas imperialistas es que ISIS* (Estado Islámico) ha logrado un importante control territorial, desarrollando una amplia red de instituciones de gobierno y administrativas con las que busca legitimarse y que le permiten regular la vida de la población.
Los territorios ocupados comprenden gran parte de la zona ubicada entre los ríos Eufrates y Tigris, alrededor de 40.000 kilómetros cuadrados a ambos lados de la frontera de Irak y Siria. Incluye importantes ciudades como Mosul que es la segunda ciudad más importante de Irak y cuenta con alrededor de 1.800.000 habitantes, Faluja de más de 300.000, o Raqqa, la sexta ciudad más poblada de Siria con más de 220.000 habitantes, señalada por el ISIS como capital del califato. La base de esta implementación es profunda y es consecuencia de la propia política del imperialismo norteamericano en alianza con las burguesías árabes, quienes durante años se han dedicado a desarrollar las divisiones sectarias, fomentando las guerras civiles interreligiosas como forma de desviar el descontento de la población para que no derive en guerras de liberación nacional contra las intervenciones norteamericanas, o revoluciones contra los gobierno cipayos de la región.
Estratégicamente, no hay bombardeo, ni masacre que por sí sola pueda revertir esta situación, y menos aún si hablamos de las grandes ciudades. A su vez, frente a los primeros bombardeos la respuesta de ISIS ha sido degollar a dos periodistas norteamericanos y ahora a un ciudadano británico, al mismo tiempo que perpetrar atentados en otras zonas, como Bagdad, con el desprecio ante la matanza de inocentes que le corresponde a este tipo de terrorismo burgués que no es más que la contracara del terrorismo imperialista que en Irak ya costó la vida de más quinientas mil personas.
Sin embargo, hay un límite más profundo al éxito de los bombardeos sistemáticos que propone Obama. El thik tank imperialista Institute for the Study of War, en su reporte «A Strategy to defeat the Islamic State» («Una estrategia para derrotar al Estado Islámico»), fundamenta coherentemente cómo el centro de gravedad para la estrategia norteamericana radica en la posibilidad de horadar la base sunita que sostiene o tolera a ISIS a partir del apoyo de las tribus suníes de Irak.
Difícilmente pueda afirmarse seriamente que el nuevo gobierno de Haidar al-Abadi en Irak, que surge con la intención de lograr una mayor integración de los sectores suníes, sea suficiente para alcanzar este objetivo. Justamente la primera exigencia de los líderes suníes ha sido el congelamiento de las acciones militares en zonas civiles. Frente a lo cual Abadi ya ha ordenado «detener el fuego sobre áreas civiles incluso en aquellas ciudades controladas por ISIS». No es que el nuevo primer ministro de Irak sea más «humanitario» que su antecesor, es que aún los crímenes de guerra deben respetar una mínima racionalidad estratégica.
Por último, el método de ataques selectivos con el objetivo de asesinar dirigentes, que reivindicó Obama en el mencionado discurso de la semana pasada, tampoco parece ser una alternativa de relevancia. EEUU ya asesinó a los tres predecesores del actual líder de ISIS Abu Bakr al Baghdadi sin que esto haya tenido consecuencias estratégicas palpables.
Los problemas de la «lucha sobre el terreno»
El teórico alemán Carl Schmitt, quien supo ser colaborador de los nazis, señaló tempranamente los límites de la guerra aérea como factor independiente: puede ser útil para una guerra de exterminio y o la pura destrucción, pero que no sustituye la ocupación de territorio si lo que se pretende es crear nuevas relaciones sociales. Y aquí entramos de lleno en otro de los grandes problemas estratégicos del imperialismo norteamericano, ¿quién va a ocupar el territorio?
En Irak la respuesta sería: las milicias kurdas de los Peshmerga, y «las fuerzas iraquíes». Desde luego, este problema se liga con el anterior en tanto EEUU necesita lograr la colaboración de las fuerzas sunitas. Sin embargo, el otro gran problema es el peso de las milicias shiíes y su vinculación con Irán, país que Obama se propone evitar que sea el gran ganador regional de la nueva ofensiva. De conjunto el objetivo sería entonces: combatir a ISIS -y no olvidarse de sus aliados- cuidándose en los ataques a las poblaciones donde tienen su base, en alianza con las milicias shiíes sin fortalecer el peso de Irán. Y cabe agregar, tomar como principal aliado a las fuerzas kurdas cuidándose bien de impedir cualquier creación de un estado kurdo autónomo. Menuda encrucijada estratégica.
En Siria, el panorama para la estrategia imperialista no parece mejor, más bien al contrario, es mucho peor. Actualmente ISIS está avanzando hacía Azaz al norte de Aleppo hacía la frontera con Turquía y aparece posicionado para tomar el aeropuerto de deir ez-Zour y la base aérea de Kuweiris. Como señala el reporte citado del Institute for the Study of War, si logra estos objetivos la llamada «oposición moderada» a la que apuesta Obama perderá su posición estratégica de comunicación en la línea fronteriza con Turquía. Pero más allá de estos elementos, lo cierto es que la «oposición siria moderada», lo que queda del Ejército Libre Sirio, no es más que una sombra comparada con las otras tres fuerzas principales que actúan en el teatro de operaciones: las fuerzas del gobierno de Al-Assad; el grupo sirio ligado a Al-Qaeda, Jabhat al-Nusra, que controla varias ciudades; además del propio ISIS obviamente.
En este marco, es dudoso que lo que queda del Ejército Libre Sirio, apoyado tradicionalmente por el imperialismo, Arabia Saudita, Qatar y Turquía, sea una base seria para la operación que se propone Obama de «destruir al ISIS», lo que implicaría hacer lo propio con al-Nusra, y derrotar también al régimen de Al-Assad, ya que ambas fuerzas se han hecho poderosas en el combate contra aquella dictadura, lo cual está en la base de su legitimidad o lo que tengan de ella más allá de la pura coerción y el sometimiento de las poblaciones locales.
Por otro lado, es claro que existe una difusa línea divisoria en la oposición siria entre los «amigos» y los «enemigos» de Obama. Son bastante ilustrativas en este sentido las recientes declaraciones del comandante de una de las brigadas del Ejército Libre Sirio, Jamal Maarouf, quién señaló: «Está claro que no voy a pelear contra al-Qaida. Este es un problema fuera de la frontera de Siria, así que no es nuestro problema. No tengo un problema con alguien que lucha contra el régimen de Siria.»
La barbarie imperialista
El complejo panorama que plantea la guerra de Obama desde ya no se limita a estos problemas estratégicos. La alusión explícita a Rusia y al conflicto en Ucrania en el marco del discurso de guerra contra ISIS, no es más que el reconocimiento de un escenario complejo mucho más amplio. El gobierno ruso, aliado de Assad y con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU ya señaló que considera ilegal bombardear Siria sin una resolución específica. Por otro lado, la alianza internacional que se propone Obama, excluye a los principales interesados en la derrota de ISIS como Assad o Irán e incluye a quienes son sospechados de financiarlos como Arabia Saudita y Qatar, por ejemplo, lo cual no hace más que agregar nuevas contradicciones. Las dificultades del canciller Kerry para obtener un apoyo claro de Egipto, que pretende un aval sin condiciones para su cruzada contra los Hermanos Musulmanes, deja abierto otro interrogante adicional.
La ofensiva guerrerista de Obama, en el marco de la situación de enfrentamientos sectarios interreligiosos que el imperialismo y las burguesías árabes fomentaron durante todos estos años, deja abierto como panorama un nuevo salto en la barbarie que el capitalismo hoy tiene para ofrecer a los pueblos de Medio Oriente y África.
La «primavera árabe» que estalló en 2010 esbozó otro camino. Tuvo su punto más alto en el proceso revolucionario en Egipto, país clave del mundo árabe y principal centro del movimiento obrero regional, donde la clase trabajadora jugó un importante papel en la caída de Mubarak. Sin embargo, la fuerza de la clase obrera no logró constituirse en alternativa independiente frente a las facciones burguesas y el imperialismo. La derrota de este proceso, junto con la sucesión de ofensivas sionistas sobre el pueblo palestino, las intervenciones militares y políticas del imperialismo -Libia, Yemen, la cooptación de la oposición en Siria, etc.- fueron el marco para el avance redoblado de las estrategias de guerra interreligiosa y para que formaciones reaccionarias como ISIS conquisten su fuerza actual.
Hoy el freno a la guerra permanente que promete Obama, sigue pasando por retomar el camino de enfrentar a las respectivas burguesías y al imperialismo que dejó planteado, sin realizarlo, el ascenso de la «primavera árabe» cuatro años atrás.
* ISIS, es sigla en inglés para referirse a Islamic State of Irak and Syria. En castellano Estado Islámico de Irak y Siria, o simplemente Estado Islámico (EI).
Fuente: http://www.laizquierdadiario.com/Plan-de-guerra-de-Obama