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Pluto ya no es el perro más importante de Estados Unidos

Fuentes: Rebelión

Mientras miles de personas pobres del sur de Estados Unidos trataban de escapar de la muerte apiñados como ganado en camiones, aterrorizados por la amenaza del huracán Rita, los perros de los ricos se evacuaban cómodamente en primera clase. Al parecer en Estados Unidos, en la meca de los «derechos humanos», los derechos caninos sobrepasan […]

Mientras miles de personas pobres del sur de Estados Unidos trataban de escapar de la muerte apiñados como ganado en camiones, aterrorizados por la amenaza del huracán Rita, los perros de los ricos se evacuaban cómodamente en primera clase.

Al parecer en Estados Unidos, en la meca de los «derechos humanos», los derechos caninos sobrepasan a veces en importancia a los de las personas. No se pretende aquí cuestionar los cuidados que los amantes de los animales defienden, sino solo hacer notar lo dolorosos queperro pueden resultar ciertos contrastes.

Y si de contrastes se trata habría que recordar las imágenes de Nueva Orleáns difundidas por los medios tras el paso del huracán Katrina: por un lado el llanto, la ira, el dolor y el desamparo de los miles de pobres, negros, ancianos y víctimas en general de las inundaciones; y por otro lado un fresco presidente George W. Bush que desciende con desgano la escalerilla del avión llevando en brazos a su perrito Barney.

Barney, un terrier escocés, amenaza dilapidar la fama de otras celebridades perrunas norteamericanas como Pluto -el conocido personaje de Disney-, Lassie o Huckleberry Hound. Y es que Barney tiene la ventaja de aparecer en las principales televisoras y publicaciones noticiosas del mundo pues su dueño, el presidente de los Estados Unidos, lo lleva a todas partes.

La biografía de Barney -y las del resto de las mascotas presidenciales- está disponible en el sitio web de la Casa Blanca. Allí no sólo se pueden leer datos sobre Condoleezza Rice, la Secretaria de Estado, el vicepresidente Richard B. Cheney u otras figuras claves del gobierno norteamericano, sino que también hay información disponible sobre los animales consentidos que integran la familia W. Bush.

A Barney por ejemplo le fascina jugar con su pelota de fútbol o de golf, y más recientemente se ha vuelto un fanático de las herraduras. El sitio provee a los visitantes de una foto diaria de Barney, la cual se viene publicando desde mayo del 2004, para un total actual de más de 485 fotos.

El pequeño perrito es toda una estrella de cine. Desde su primer corto, Barney Cam, el terrier ha protagonizado ya otros cuatro. Además del presidente Bush, figuras de renombre se prestan a participar, como es el caso de la esposa del vicepresidente Dick Cheney, el abogado Alberto González, el asesor Karl Rove y el Jefe de Personal Andrew Card.

La popularidad de la mascota de Bush, cuyos videos han llegado a atraer más de 24 millones de visitantes al sitio web de la Casa Blanca, fue empleada en la última campaña presidencial: en un spot dos políticos republicanos despiertan a Barney para pedirle ayuda. El perrito aparece con una cinta blanca en la cabeza y al fondo la música de la película Rocky. Finalmente se enfrenta ladrando a su rival, el supuesto perro del candidato demócrata John Kerry, que sólo es una media blanca.

Quizás lo más asombroso de las páginas que la Casa Blanca dedica a Barney es la sección de preguntas, donde vía e mail, los lectores pueden aclarar todas sus inquietudes o comunicar mensajes al perrito.

La preguntas son disímiles: cuáles son sus planes futuros; de qué se va a disfrazar en Halloween, si puede ver en colores, dónde duerme, qué hace cuando viaja en el avión presidencial, si tiene un juguete favorito o si le gusta bañarse.

Las respuestas también varían: en ocasiones contesta Barney y se transcriben sus ladridos y aullidos (Jau jau, woof, rowf, arf, Arrrooooooooooooooo!!). Otras veces responde Dale Haney, el Horticultor de la Casa Blanca o Jimmy Orr, el director de Internet de esa institución.

A veces la enajenación humana no tiene límites. Aunque cientos de problemas deterioran el planeta y aniquilan la vida de los hombres, muchos millones prefieren cerrar los ojos y poner su atención en cual es la comida predilecta de una simpática mascota.

El próximo viernes, 30 de septiembre, Barney cumplirá cinco años. Esperemos, por el bien del pueblo norteamericano, que para esa fecha ningún asunto importante reclame la atención del presidente Bush, pues sin lugar a dudas, por importante que sea, tendrá que esperar hasta que Barney sople sus velitas y pida su merecido deseo de cumpleaños.