Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
El segundo happening convocado por el cártel de los dirigentes del Frente Popular en Hammamet los días 31 de mayo y 1 de junio ha sido un parto de los montes en los aspectos táctico y programático.
«Terroristas», «ejército patriótico» y «policía republicana»
Este debía ser un momento fuerte de reflexiones en torno a la última secuencia política que se remonta al asesinato de nuestro dirigente Chokri Bélaïd, seguida de la de un segundo responsable, Mohamed Brahmi [1].
Debía ser el principio de una revisión del callejón sin salida producido por la alianza impuesta, sin discusiones del «paso a dos», con una de las caras de la antirrevolución, Nidaa Tounes, en nombre de la utópica estrategia de las «contradicciones» [2].
Debía ser el principio de una reflexión alternativa a la desastrosa confusión sembrada por algunos dirigentes acerca de temas como «el terrorismo» (sin distinción ni matices), la «policía republicana» (aunque no ha habido cambios en el ministerio del «terrorismo», tal como era durante el medio siglo de dictadura, de la que constituyó su armazón), el «ejército patriota» (el mismo ejército que fue el escudo de la dictadura en diferentes momentos de nuestra historia contemporánea, particularmente durante la huelga general de enero de 1978 y «el motín del hambre» de enero de 1984, cuya represión costó la vida a varios cientos de nuestros ciudadanos), el «Diálogo Patriótico» en el que se congratularon representantes de los empleadores y representantes sindicales, el «Frente de Salvación Nacional» en el que todos los revanchistas se precipitaron a cerrar el capítulo de la revolución del invierno de 2010/2011 que puso de patitas en la calle al general Ben Ali [3].
En pocas palabras, se esperaba que los aires de autocrítica animaran a un Frente en manos de unos dirigentes que han demostrado su ineptitud para dirigir un movimiento de esta calidad.
Nada de eso. Lo esencial de los dos días que duró el happening se dedicó a reafirmar tópicos sobre la situación política y una vaga promesa de alinear al Frente Popular en orden de batalla para las improbables futuras elecciones.
«Veteranos», «masculinos» y pocos «jóvenes»
Algunas imágenes valen más que mil discursos. El panel de los dirigentes que posaban para la foto de familia sigue siendo exclusivamente «masculino».
Ni una mujer para representar a la mitad de la población tunecina. La mayor parte de los asistentes eran «veteranos» y la juventud estaba casi totalmente ausente de un encuentro que se suponía iba a proponer una alternativa viva de la sociedad en la que los jóvenes son las primeras víctimas de un sistema que algunos siguen sin querer llamarlo por su nombre: una dictadura capitalista que durante varias décadas ha beneficiado a la política de robo y rapiña de una «lumpen-burguesía» desconcertada por la huida de su «jefe». Pero esta se volvió a levantar rápidamente gracias a las múltiples traiciones de una «clase política» cuyas relaciones incestuosas han generado verdaderos bastardos capaces de pasarse del «campo de derecha» al de «izquierda» y viceversa sin la menor sombra de incomodidad o de remordimiento. Y estas relaciones incestuosas afectan tanto al campo de los «laicos» como al de los «teólogos».
Una declaración cajón de sastre
La declaración que se hizo pública el jueves 5 de junio de 2014 es un compendio de lo que antes poníamos de relieve.
El confusionismo de esta declaración en la que se afirma todo y su contrario compite con propuestas vagas e incoherentes.
La declaración rinde homenaje en su preámbulo a las «victorias» del «pueblo tunecino» en lo que ha sido en realidad una simple permutación del gobierno de Ali Larayedh (troika con dominancia Nahdha [4] ) por el de Mehdi Jomâa (cuarto gobierno de la «transición democrática») y en la redacción y adopción de la nueva «Constitución» (¡la más avanzada del mundo de los «bribones»!), sin olvidar los «retrocesos» habidos en la adopción de medidas «impopulares» de aumento de los productos de primera necesidad para mantener las «subvenciones» estatales.
Esto para las «victorias»
En lo que concierne a la situación actual, la declaración se lía en unas contradicciones que denotan las divergencias doctrinales y programáticas de sus redactores.
Unos meses después del nombramiento del nuevo gobierno «la situación económica se caracteriza por una crisis de unas dimensiones nunca vistas» producida por las opciones, «que no rompen con los gobiernos precedentes», del equipo de Mehdi Jomâa apoyadas por «las instituciones financieras mundiales», medidas en ruptura con las «recomendaciones del Cuarteto» que nombró al nuevo primer ministro y vigiló el famoso «Diálogo Nacional y Patriótico» con sus paquetes institucionales y económicos, y en las que participó el cártel de dirigentes al tiempo que bendecían todas sus conclusiones [5].
La propuesta estrella surgida de este alarde de reivindicaciones comodín (y que nunca se basan en cifras o argumentos sólidos) es la celebración de una «Conferencia Patriótica de Lucha contra el Terrorismo».
«Apoyo a Bachar y guiño a Haftar y a Sissi»
La guinda en el pastel de la Declaración es que ésta acaba conminando a la presidencia tunecina a revisar su postura referente a la Siria de Bachar El Assad, el cual acaba de ganar «las elecciones presidenciales», y a renovar las relaciones diplomáticas con este último (tras la retirada del embajador de Túnez al principio de la revolución siria). Este paso debería «tener como objetivo estabilizar la región y velar por nuestra seguridad interna». Esta es la versión de los partidarios de Bachar en el seno del Frente que no nunca pierden la ocasión de blandir el estandarte de su benefactor en cada aparición del Frente Popular.
Como conclusión, una frasecita sobre las tensiones que sufre nuestro vecino, Libia. Mientras el comandante en la reserva Haftar (que pretende ser el Sissi libio) bombardea alegremente ciudades con aviones de los que se desconoce quién los pilota y amenaza con «derribar sobre sus cabezas las casas de las regiones en las que los terroristas se meten en sus madrigueras» y ello al tiempo que apela «al ejército egipcio a ayudar a bombardear la zona fronteriza», el comunicado del Frente Popular afirma que el principal peligro es la amenaza de los mismos «terroristas» cuya «plaza fuerte sería Libia». Esta frasecita satisface al lobby «pro Gadafi» infiltrado en el Frente.
Esta declaración quedará en los anales como el fruto de esta copulación incestuosa entre tendencias políticas que en nombre de «la Unidad» imponen su visión retrógrada, reaccionaria y antirrevolucionaria y que lleva al desastre.
Origen de los problemas que padece el Frente Popular
Recordemos primero los términos del debate en el seno del Frente Popular.
El Frente Popular es un movimiento fundado en octubre de 2013 y comprende 13 organizaciones que cubren ampliamente el espectro de la «izquierda» en Túnez.
Esta izquierda se reparte entre «izquierda socializante», desde el amplio espectro que antes era maoísta con sus diferentes corrientes de origen «chino», «albanés» y «centristas», hasta la LGO (siglas en francés de Liga de la Izquierda Obrera) que se considera troskista. La otra vertiente de la «izquierda» está representada por las corrientes nacionalistas «patriotas» que van desde los nasseristas a los baathistas (sirios e iraquíes) así como «libios».
Una pequeña organización cercana a Europe Ecologie/Les Verts, «Tunisie Verte» cierra este panel de organizaciones que componen el Frente Popular.
Se deja un lugar preferente a los militantes no organizados, salidos de las filas de la izquierda y del sindicalismo, y a los que se suele calificar de «colegios independientes».
Se estableció una dirección colegial que comprendía a los representantes del conjunto de las organizaciones y un colegio de «independientes» en espera de un verdadero congreso fundacional que estructurara de manera democrática el Frente.
La claque del «Sfir Facel» y la reorganización del campo contrario a la revolución
La fundación del Frente Popular llegó como respuesta a la «claque» de las elecciones del 23 de octubre de 2011 a la Constituyente en las cuales, gracias a la atomización y dispersión de esta misma «izquierda», Ennahdha obtuvo una pequeña mayoría (solo acudieron a las urnas la mitad de los electores), lo que hizo que la «izquierda» se ganara el infamante mote de «Sfir Facel» (cero coma).
Tras estas elecciones el campo contrario a la revolución se repartió entre la pequeña mayoría electoral y gubernamental de los hermanos musulmanes y de sus vasallos y, del otro lado, los «benalistas» (los adeptos al antiguo régimen a los que una ley de excepción impidió participar en esta primera cita electoral después de ver como se quitaba del medio a su ídolo Ben Ali), comandados por un casi nonagenario perro viejo de la política desde la independencia, Béji Caïd Essebsi, quien tomó el bastón de peregrino para reunir a los fieles al destituido régimen y silenciar momentáneamente sus divergencias a fin de repartirse un pastel que se reduce a ojos vistas debido a la crisis interna y mundial del capitalismo.
Este último ha tenido éxito en su apuesta al fundar Nidaa Tounes (algo así como «Forza Italia» de Berlusconi en la cercana Italia).
Para ocultar mejor las huellas de las relaciones con el destituido régimen, Béji Caïd Essebsi ha encontrado en una franja de la «izquierda» (del antiguo Partido Comunista y de exizquierdistas «retornados» o «arrepentidos») y en una parte de la antigua burocracia sindical el pretexto para afirmar que su «Casa de Tócame Roque» estaba abierto a todos los vientos…
¡Un Frente que representa la revolución!
Ante esta bipolarización, el hecho de lanzar un «frente de izquierdas» que afirmaba su rechazo de ambas vertientes contrarias a la revolución suscitó sorpresa e inspiró simpatía en unas franjas que superaban de lejos los medios tradicionales de influencia de la «izquierda revolucionaria».
Miles de nuevos militantes acudieron a los mítines del Frente Popular. La plataforma adoptada en el nacimiento del Frente correspondía a las expectativas reales de las masas implicadas en la gran convulsión del invierno de 2010/2011.
Como les daba miedo la aparición de este tercer socio político que defendía claramente las reivindicaciones de la revolución, los defensores de la antirrevolución dispararon en dos ocasiones y asesinaron a dos de los dirigentes más destacados de esta nueva formación: Chokri Belaïd y Mohamed Brahmi.
La traición
Pero para nuestra gran sorpresa, una mayoría del cenáculo de responsables, arrastrada por el portavoz del Frente Popular Hamma Hammami (que, además, es fundador y eterno dirigente del Partido Comunista de los Obreros Tunecinos, transformado después en Partido de los Trabajadores), lejos de ahondar la crisis abierta por el asesinato de nuestros dos dirigentes para proponerse como candidato al poder con el fin de desactivar la antirrevolución, prefirió arrojarse a los brazos de Béji Caïd Essebsi y aliarse con la Casa de Tócame Roque, Nidaa Tounes, aplicando de manera genérica la famosa «teoría de las contradicciones»: la alianza con la «contradicción secundaria» (Nidaa Tounes) en contra de la «contradicción principal» (Ennahdha y sus vasallos). Y es que atravesamos la «etapa democrática y nacional», categoría procedente de las viejas querellas en el seno del movimiento obrero a finales del siglo XIX y asociada a una cierta doxa «socialista».
La dirección de la UGTT no debe nada
La burocracia sindical de la UGTT (influida mayoritariamente por la «izquierda maoísta» tendencia albanesa) no quería quedarse al margen [6].
Deseosa de participar en esta ocasión de oro para no tener que luchar para satisfacer las reivindicaciones de las masas de asalariados y parados (tanto hombres como mujeres) que luchan por sus derecho legítimos frente a décadas de robo y rapiña organizados por la «lumpen-burguesía» tunecina bajo la férula del general Ben Ali, aprovechó la ocasión para proponer un «Diálogo Nacional y Patriótico» (todo un programa).
Se apoyó en la formación de un muy reciente «Frente de Salvación Nacional» (FSN) en cuyo seno se empujan todos los integrantes del campo de los revanchistas, ésos que tienen prisa por cerrar lo antes posible la secuencia revolucionaria y el famoso «Lárgate» que dio alas a todos y todas las que que querían acabar con la dictadura policial y patronal.
Resistencias
He aquí que se esboza rápidamente el marco del debate que atravesará de manera transversal, aunque sin organización ni medios financieros, y que verá a una masa de hombres y mujeres militantes del Frente Popular decir «alto a la traición» que implica la constitución del famoso «Frente de Salvación Nacional» y la apertura del ciclo de «Diálogos».
Estos diálogos han visto a representantes de los asalariados y a representantes de la patronal bendecir el llamamiento a contemporizar las reivindicaciones legítimas que aquellos y aquellas que sufren en su propia carne la prolongación y profundización de la crisis.
Lo que sigue es conocido: una pelea de verduleras para en vez del segundo gobierno de Ennahdha poner un nuevo gobierno de «tecnócratas», «sin vínculos partidarios», para cerrar la famosa transición hacia la secuencia electoral que debe elegir las nuevas instituciones municipales, legislativas y presidenciales. Para ello se acelerará el remiendo de una «Constitución» que supuestamente es «la más democrática» del mundo de los «mendigos»…
Victoria de un outsider
Aprovechándose de la confusión que ha visto enfrentarse a unos octogenarios por el puesto de primer ministro, unos lobbys que representan a las multinacionales de los hidrocarburos han deslizado a su outsider: Mehdi Jomâa, un brioso tecnócrata que ocupó el puesto de ministro de Industria en el gobierno saliente y que ha hecho la mayor parte de su carrera en una filial de Total.
Una vez designado como primer ministro, formó un nuevo gobierno de «tecnócratas» cuya característica principal es su ultraliberalismo digerido.
Entre las decisiones tomadas en los últimos meses por el equipo del nuevo primer ministro están la propuesta del ministro de Cultura de ¡conceder a empresas privadas la subcontrata de la investigación arqueológica!, ¡la organización de un festival de música electrónica en las dunas del desierto donde nuestra ministra de Turismo (licenciada en Coaching en una universidad alemana e hija de un «arrepentido» de la «izquierda» tunecina que se plegó a Ben Ali cuando los militantes de «izquierda» se adhirieron a él) se transformó en animadora de una velada VIP en la que en absoluto se podían encontrar los caretos morenos que hicieron la revolución en esta región del Sudeste, sino los muy blancos de los «baldis» («aristócratas » tunecinos) y de algunos extranjeros, entre los que se encontraba el inenarrable Jack Lang, venido a dar su aval «juerguista» a la joven ministra de Turismo.
Por otra parte, Mehdi Jomâa liberó a algunos partidarios de Ben Ali que seguían en la cárcel y soltó a sus policías contra los heridos de la revolución y sus familias en huelga de hambre. Siguió encarcelando jóvenes simplemente por tener y consumir cannabis (13.000 jóvenes encarcelados y más de una tercera parte de los preventivos). No deja de relanzar los bancos e instituciones financieras para llegar a fin de mes a golpe de créditos.
Trata por todos los medios de mantener la Ley del Silencio sobre los contratos pasados y presentes concernientes a la prospección y explotación de los hidrocarburos, incluido el espinoso caso del gas obtenido por fracturación hidráulica (pero se le ha nombrado para eso).
No deja de repetir que las cajas están vacías y que habrá que apretarse el cinturón. De ahí los aumentos del precio del agua, de la electricidad y de la gasolina. De ahí unas retenciones suplementarias sobre la masa de los salarios en materia de fiscalidad directa e indirecta, de las jornadas de trabajo no remuneradas.
Este es el vasto programa del tercer gobierno de la «transición constitucional»… Por lo que se refiere a las elecciones futuras, se han convertido en un cuento chino.
Estos son a grandes rasgos los diferentes momentos de las divergencias aparecidas en el seno del Frente Popular.
Batallas por la legitimidad
Los y las militantes de varias secciones del Frente Popular tanto en Túnez como en el extranjero se han opuesto a la línea de colaboración de clase impuesta por una parte del cártel de las organizaciones del Frente sin discusión ni debate algunos. Tras una conjura contra ellos del representante del Partido de los Trabajadores [7] en París se obligó a los miembros de la sección parisina a considerarse miembros legítimos del Frente. Y frente a la voluntad de los miembros del PT de intervenir en París solo bajo el paraguas del Frente de Salvación Nacional, los y las militantes, junto con otros activistas organizados o no encuadrados, mantuvieron la sigla del «Frente Popular: sección de París».
¿Se puede reprochar razonablemente a estos últimos tener que batallar contra una política de capitulación, el alcance de cuyos daños se aprecia hoy?
¿Se puede medir por el mismo rasero su activismo en defensa de las reivindicaciones de la revolución y el de los «liquidadores»?
¿Cómo se puede justificar que se pueda seguir teniendo las mismas relaciones fraternales con unas organizaciones que han contribuido a romper una excelente dinámica de construcción autónoma e independiente en defensa de los salarios, los parados, las mujeres y todos los parias?
¿En nombre de qué principio?
¿Cómo soportar tener unas relaciones privilegiadas con el espectro político de la diáspora tunecina cuando mayoritariamente este espectro político ha estado de acuerdo con los «fulluls» (partidarios) de Ben Ali?
¿En nombre de qué calculo político?
En efecto, la historia nos ha dado la razón. Y el campo político está devastado por esta política corta de miras.
Las relaciones incestuosas siguen produciendo efectos nuevos
Según las últimas noticias, se ha empujado a la salida a nivel nacional del famoso «sector de izquierda» de Nidaa Tounes.
Este ya fue el caso en el extranjero donde los partidarios de Ben Ali dieron una paliza a los «retornados» y a los «arrepentidos» de la famosa «izquierda» [8] parisina … ¡que se había instalado en el albergue de Béji Caïd Essebsi siempre en nombre de la «dialéctica de las contradicciones»!
Como perro viejo que es, el mismo Essebsi prefiere hoy una alianza entre ambas vertientes de la revolución. Lo cual acepta Ennahdha, que aprende rápido de la liquidación de sus homólogos egipcios por el mariscal Sissi y al no haber demostrado, después de dos años de gobierno, que «el Islam era la solución» ni que su programa se diferencie en lo fundamental del de su alterego «laico» y ultraliberal.
¡Dos buenas noticias! Y algunas otras
Lo cierto es que tenemos dos buenas noticias que anuncian que los cálculos políticos no siempre encuentran terreno favorable para su realización.
Aziz Amami, el joven activista detenido tras su acción determinante en favor de la lucha de los heridos de la revolución y sus familias, fue encarcelado y llevado ante la justicia con el falso pretexto de poseer productos estupefacientes. Ante la formidable movilización que provocó su detención el gobierno se vio obligado a exculparlo [9].
Es una victoria contra el gobierno, su policía y su ministro del Interior.
Segunda buena noticia: el mariscal Sissi y su personal deben de estar al borde del ataque de nervios.
Esta farsa de las elecciones presidenciales no cumple su función y a pesar de todo el peso del Estado-Ejército o Ejército-Estado, el pueblo acude a regañadientes a las urnas y los colegios electorales permanecieron estuvieron desesperadamente vacíos, lo que obligó a la comisión electoral a ampliar un día más el plazo para votar, con lo que se alargó a tres días.
Una pérdida de tiempo
El absurdo resultado anunciado no cambiará nada.
Sissi no solo tiene sangre de ciudadanos egipcios en sus condecoraciones de Mariscal, sino que su alterego Sabahi («único oponente») ha asesinado la poca credibilidad que tenían algunos en esta farsa democrática a la que se invita a pronunciase a los pueblos para unos juegos de verdadero robo electoral.
Esto augura malos resultados en las futuras elecciones en Túnez donde los contrarios a la revolución no dejan de considerar victorioso al casi nonagenario y su Casa de Tócame Roque, en los sondeos, por supuesto… El reciente asesinato de cuatro policías «desarmados» (¡!) y que supuestamente protegían el domicilio del actual ministro del Interior en Kasserine (¡!), asesinados por una banda de «terroristas» que actúan en una región peinada por el ejército y la gendarmería (¡!) es una bendición para transformar los «sondeos» en «realidades». Es lo que hizo Sissi en la Franja del Sinaí donde se acorraló y bombardeó sin piedad a los «terroristas» (exactamente como hace actualmente en Libia el comandante retirado Haftar).
Algunos hablan ahora de un eje ejército argelino/Beji Caïd Essebsi/Haftar/Sissi para describir el actual caos existente en la región. A ello se podría añadir al nuevo/viejo presidente Assad para rizar el rizo. ¡Es una hipótesis sobre la que hay que profundizar!
¡Pero la lucha sigue porque esto no es sino el principio!
Notas
[1] Chukri Belaid, líder muy carismático del partido Watad y del Frente Popular, fue asesinado el 6 de febrero de 2013; su compañero Mohamed Brahmi, diputado además de la Asamblea Constituyente, el 25 de julio del mismo año. (Todas las notas son de la traductora).
[2] Nidé Tunis es la coalición de la derecha laica en Túnez. Dirigida por un exministro de Bourguiba, reúne a buena parte de los «restos» de la dictadura y sus dos ejes programáticos son el liberalismo económico y la islamofobia. Tras el asesinato de Brahmi y siguiendo el modelo egipcio, el Frente Popular se unió a NidéTunis en el llamado Frente Nacional de Salvación.
[3] El autor se refiere a la política del Frente de apoyar policía y ejército (instituciones de Ben Ali) contra el «terrorismo». El Diálogo Nacional o Patriótico fue una iniciativa del sindidcato UGTT y la patronal UTICA, con el apoyo de las cancillerías europeas, para resolver la crisis institucional pactando un cambio de gobierno entre élites a espaldas de la Asamblea Constituyente. El Frente Nacional de Salvación es la coalición anti-Ennahda que se formó tras el golpe de Estado en Egipto y que ha tratado de imponer, sin éxito, el mismo modelo.
[4] Troika nombra la alianza tripartita que, hasta enero pasado, gobernó Túnez: los socialdemócratas Takatul y Congreso por la República (del presidente Marzouki) junto al islamista Ennahda, fuerza dominante de la coalición.
[5] El Cuarteto es el grupo promotor del Diçalogo Nacional y, además del sindicato UGTT y la patronal UTICA, incluye a la Liga de DDHH y la Orden de los Abogados.
[6] La UGTT es el sindicato mayoritario y hasta la revolución único de Túnez. Desde las últimas elecciones internas, su secretario general es Houssin Abbasi, próximo a la izquierda. La UGTT es como un Estado dentro del Estado cuyo poder en el país nadie niega. Bajo su paraguas, durante la dictadura operaron todas las fuerzas de oposición clandestinas y todavía hoy media un abismo entre la dirección central y las direcciones locales.
[7] Antes Partido Comunista de los Trabajadores, encabezado por Hama Hammami, verdadero hombre fuerte del Frente Popular.
[8] El autor utiliza el término irónico y peyorativo » gôche » , formado sobre la palabra » gauche » , » izquierda » en francés. Ambas se pronuncia de manera similar
[9] http://rebelion.org/noticia.php?id=185004 y http://rebelion.org/noticia.php?id=185164
Fuente original: http://nawaat.org/portail/2014/06/06/la-conference-de-hammamet-du-front-populaire-accouche-dune-souris-tactique-et-programmatique/