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Malditos: Malcolm X

Poder negro y Revolución

Fuentes: Revista Sudestada

«Vivimos en una época de revoluciones, y la revuelta del negro norteamericano es parte de la rebelión contra la opresión y el colonialismo que han caracterizado esta época», pronunció Malcolm X. «Vivimos en una época de revoluciones, y la revuelta del negro norteamericano es parte de la rebelión contra la opresión y el colonialismo que […]

«Vivimos en una época de revoluciones, y la revuelta del negro norteamericano es parte de la rebelión contra la opresión y el colonialismo que han caracterizado esta época», pronunció Malcolm X.

«Vivimos en una época de revoluciones, y la revuelta del negro norteamericano es parte de la rebelión contra la opresión y el colonialismo que han caracterizado esta época», pronunció Malcolm X con voz firme y dura, característica que lo convertiría en un orador excepcional. Frente a él, mil quinientos estudiantes y profesores lo escuchaban en la universidad Barnard College de Nueva York. «Es incorrecto clasificar la revuelta del negro como un simple conflicto racial de los negros contra los blancos o como un problema puramente norteamericano. Más bien, lo que hoy contemplamos es una rebelión global de los oprimidos contra los opresores, de los explotados contra los explotadores», aseguró ese hombre que desde hacía años conmocionaba al pueblo y preocupaba cada vez más a las autoridades estadounidenses. Tres días después, el 21 de febrero de 1965, un disparo retumbó en el Audubon Ballroom de la ciudad de Manhattan. Los segundos posteriores estuvieron marcados por el caos y otros dieciséis disparos que estallaron hacia un blanco concreto. Sobre el escenario del auditorio, Malcolm X caía abatido, y su traje negro y la camisa blanca con los que siempre vestía se teñían de rojo. En ese preciso momento, finalizaba una posibilidad real de cambio social en Estados Unidos, encabezada por uno de los dirigentes de izquierda más importante que conoció ese país.

En medio del descontrol provocado por los disparos, Thomas Hagan fue detenido, mientras que los testigos identificaron como sospechosos a Norman 3X Butler y Thomas 15X Johnson. Los tres eran miembros de la Nación del Islam, organización que Malcolm X había dejado meses atrás. Tras el juicio, los sospechosos fueron condenados, aunque del asesinato quedaría el manto de sospecha sobre el rol jugado por la Central de Inteligencia Americana (CIA).

Nacido en 1925 con el nombre de Malcolm Little, la historia de Red, como era conocido por sus cabellos rojizos, estuvo marcada por la opresión al pueblo afrodescendiente. Hijo de una ciudadana de la isla caribeña de Granada y de un pastor bautista, que murió en hechos confusos, Malcolm abandonó sus estudios a los 15 años y se trasladó desde Michigan a Boston y a Nueva York, ciudades en la que comenzó una carrera frenética de drogas, juego ilegal y delitos.

En 1946, Red fue apresado en Boston tras cometer varios robos y recibió condenas recurrentes de ocho a diez años. Ese mismo año se produjo su cambio profundo en una cárcel de Massachusetts mientras cumplía una condena por robar una joyería. Dentro del presidio, donde estaría hasta 1952, descubrió la lectura y la existencia de la Nación del Islam, organización encabezada por Elijah Muhammad. A partir de ese momento, su conversión al islam lo transformaría en un líder indiscutido a la hora de defender los derechos civiles del pueblo negro. Su capacidad política y su carisma lo llevarían a confrontar no sólo con el poder estadounidense, repartido entre demócratas y republicanos, sino también con el propio Muhammad.

Malcolm, quien agregó la X a su nombre porque simbolizaba el apellido africano original que los negros americanos habían perdido, no dudó en defender la conformación de grupos de autodefensas en los barrios negros para protegerse de organizaciones como el Klu Klux Klan. Sobre el polémico tema de la violencia, en más de una oportunidad sentó su posición: «Yo mismo aceptaría la no-violencia si fuera consecuente, si fuera inteligente, si todos fuéramos no violentos, si siempre fuéramos no violentos. Pero nunca voy a aceptar la no-violencia de ninguna clase a menos que todo el mundo sea no violento».

(La nota completa en Sudestada nº 121, agosto de 2013)

Fuente: http://www.revistasudestada.com.ar/web06/article.php3?id_article=1100