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Por qué EE.UU. no se irá de Afganistán

Fuentes: RT/Information Clearing House

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Vinimos, vimos, nos quedamos. Para siempre. Es la esencia del así llamado Acuerdo Bilateral de Seguridad (BSA, por su nombre en inglés), que será cerrado entre el gobierno de Obama y Afganistán, más de 12 años después de iniciada la interminable Guerra contra el Terror.

El presidente Obama y el secretario de Estado John Kerry, lo definen como una «asociación estratégica». De ser así, es una de las más desiguales en la historia; el presidente afgano Hamid Karzai no es más que un títere estadounidense famoso por su elegancia.

Kerry anunció el denominado BSA en Washington el miércoles, incluso antes de que una Loya Jirga («Gran Consejo», en pastún) de 2.500 dirigentes tribales, clérigos, miembros del parlamento y comerciantes afganos comenzaran el jueves sus cuatro días de deliberaciones en una carpa en el terreno de la Universidad Politécnica en Kabul.

Pero entonces Karzai, probablemente en su último gran discurso, hizo una jugada fabulosa. Sabe que lo acusan, y lo acusarán, de vender a su país. Sabe que está sacrificando la soberanía afgana en los años por venir y que habrá repercusiones desagradables por haberlo hecho.

Por lo tanto volvió a recurrir a Hamid el Actor, y presentó su mejor imitación del papel de un mediador honesto, subrayando que el BSA debería ser postergado hasta las elecciones presidenciales afganas en abril de 2014, y ser firmado por su sucesor. Fue un drama de alta categoría.

«Hay desconfianza entre mi persona y los estadounidenses. No confían en mí y yo no confío en ellos. Siempre los he criticado y ellos siempre han propagado cosas negativas a mis espaldas», afirmó.

He ido a Jirgas en Afganistán; incluso ver esas inescrutables, duras, caras tribales es un espectáculo de por sí. ¿Qué pensaban en Kabul? Por supuesto no confiaban en los estadounidenses. ¿Pero confiaban en Karzai? ¿Se daban cuenta de que todo era puro cuento?

Una Loya Jirga consultiva no puede vetar el BSA. Incluso el presidente de la Jirga, Sibghatullah Mojadeddi, subrayó que Karzai puede firmar sin consultar a nadie. Pero Karzai insiste en que no firmará sin la aprobación de la Loya Jirga.

Muchos miembros del parlamento afgano y toda la oposición afgana votaron con sus pies, boicoteando la Jirga. Para no mencionar a los talibanes -esenciales para cualquier acuerdo sobre el futuro de Afganistán- y los todavía completamente armados Hezb-e-Islami. Todos esperan ansiosamente oír la posición del supremo jefe de los talibanes, Mullah Omar, sobre todo el asunto.

Contraterrorismo, la ley de la selva

La «negociación» del BSA ha sido como un sketch ampliado de Monty Python. Washington siempre ha insistido en que soldados estadounidenses puedan irrumpir en casas afganas a su gusto y seguir siendo inmunes a cualquier tipo de enjuiciamiento afgano. De otra manera los estadounidenses se irán para siempre a fines de 2014, dejando atrás solo al mal entrenado y muy corrupto Ejército Nacional Afgano (ANA) para que combata a los talibanes.

Hasta la última actuación de Karzai, el gobierno de Obama consideraba que el acuerdo era cosa hecha. Basta con leer la carta de Obama envió a Karzai.

Y a propósito, no habrá disculpas. La Consejera Nacional de Seguridad Sudan Rice dijo que Washington no necesita pedir disculpas por matar y herir a decenas de miles de civiles en Afganistán desde 2001, para no hablar de ocupar vastas áreas del país. Anteriormente, un portavoz de Karzai había dicho que EE.UU. se disculparía.

Si hubiera dudas, basta con oír al súper-halcón belicista, el senador de EE.UU. Lindsay Graham, quien dijo a Reuters: «Estoy sorprendido. ¿Pedir disculpas por qué? Tal vez debiéramos hacer que el presidente afgano pida disculpas a los soldados estadounidenses por todas las tribulaciones que les ha causado».

No hay nada ‘residual’ respecto a una ocupación estadounidense que sea disfrazada como ‘fuerzas’ necesarias para entrenar y ‘asesorar’ a los cerca de 350.000 soldados y policías que forman parte del ANA, creado de la nada durante los últimos años.

Y estamos hablando de un acuerdo que comienza en 2015 y queda en efecto hasta 2024 «y más allá».

El acuerdo final no es muy diferente del documento de trabajo previamente filtrado. Una actualización ha estado circulando esta semana en el Pentágono y en el Congreso de EE.UU. El Pentágono, a través del jefe del Estado Mayor Conjunto, general Martin Dempsey, justifica todo el asunto por la necesidad proverbial de ‘mantener la seguridad de Afganistán’ y asegurar que la ayuda externa no sea dilapidada (como lo ha sido permanentemente).

Habrá numerosos puestos militares y bases militares estadounidenses; bases afganas y otras bases de las cuales EE.UU. tiene ‘»uso exclusivo». Bagram, Kandahar, Jalalabad y Mazar-e-Sharif están inevitablemente en la lista. Una vez más, se trata del Imperio de Bases de EE.UU. – tan bien caracterizado por el difunto Chalmers Johnson en forma inmaculada.

El general de los marines Joseph Dunford, el actual comandante militar de EE.UU./OTAN en Afganistán, quiere que se queden hasta 13.000 soldados, sin incluir a los guardias de seguridad y la flor y nata, la pandilla de contraterrorismo. En teoría, esas fuerzas no participarán en combates «a menos que sea mutuamente acordado». El texto del borrador subraya: «las operaciones militares de EE.UU. para derrotar al Qaida y sus afiliados pueden ser apropiadas en la lucha común contra el terrorismo».

Traducción: un futuro festival de incursiones de Fuerzas Especiales, y la ley de la selva del contraterrorismo.

El texto del borrador solo menciona, vagamente, «pleno respeto de la soberanía afgana y plena consideración de la seguridad del pueblo afgano, incluso en sus casas», como lo menciona también Obama en su carta a Karzai.

Y no hay absolutamente nada sobre el tema crítico de los drones en bases afganas que han sido utilizados para incinerar a uno que otro comandante, pero también a numerosos civiles inocentes en las áreas tribales paquistaníes.

Todo sobre el giro hacia Asia

El gobierno de Maliki en Bagdad tuvo los cojones para enfrentar al Pentágono y vetar la inmunidad de las fuerzas estadounidenses – expulsando efectivamente a la fuerza ocupante en Iraq. Hamid Karzai, por su parte, cedió ante prácticamente cada demanda de EE.UU. La pregunta clave en los próximos meses es para qué: ¿Protección al estilo mafioso si permanece en Afganistán, o el equivalente del programa de protección de testigos del FBI si se muda a EE.UU.?

Incluso suponiendo que la Loya Jirga apoye el BSA (que todavía no se ha concretado) y que el sucesor de Karzai lo firme (si Karzai evita las dificultades), decir que esto abre una nueva caja de Pandora es un eufemismo.

La ocupación continuará, para todos los propósitos prácticos. Esto no tiene nada que ver con la Guerra contra el Terror o la yihad. No hay al Qaida en Afganistán. Los pocos residuos están en Waziristán, en territorio paquistaní. EE.UU. estará -y seguirá estando- esencialmente en guerra contra pastunes afganos que son miembros de los talibanes. Y los talibanes seguirán realizando sus ofensivas de primavera y verano mientras haya algún ocupante extranjero en suelo afgano.

La guerra de drones continuará, y el Pentágono y la CIA utilizarán esas bases afganas para atacar a pastunes en las áreas tribales de Pakistán. Para no hablar de que esas bases estadounidenses, para ser totalmente operacionales, necesitan acceso irrestricto a las rutas de tránsito paquistaníes, del Paso Jáiber y al corredor de Quetta a Kandahar. Esto significa que Islamabad seguirá beneficiándose mediante el cobro de fuertes aranceles en dólares.

Nadie sabe cómo la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO) reaccionará ante todo esto. No solo Rusia y China – que se oponen rotundamente a bases de EE.UU. en Afganistán- sino también Irán e India, observadores en la SCO y dos países que pueden influir para alejar Afganistán de los talibanes por medios no militares.

Solo necesitamos imaginar, por ejemplo, un futuro desarrollo prácticamente inevitable: que Washington decida desplegar el sistema de defensa de misiles de EE.UU. en Afganistán (ya ha sucedido en Turquía). Rusia y China ya ven que EE.UU. puede haber perdido la carrera económica por Asia Central – a medida que China cierra un trato tras el otro en el contexto de expandir su grandiosa estrategia de la(s) Nueva(s) Ruta(s) de la Seda. Lo que le queda a Washington -adivinad qué- son trocitos pequeños de la misma vieja doctrina de Dominación de Espectro Completo del Pentágono, como ser en bases militares para «monitorear'» a China y Rusia desde cerca de sus fronteras.

Lo que es seguro es que tanto Rusia como China -para no hablar de Irán- ven esta Operación de Ocupa Afganistán Eternamente por lo que es: otro capítulo (militar) del «giro hacia Asia» estadounidense.

Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto [email protected]

Este artículo fue originalmente publicado por RT.

Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article36945.htm