Traducido del inglés para Rebelión por Carlos Riba García
La noticia de esta semana que da cuenta de que los ricos están comprando escondites secretos en sitios remotos para poder escapar de la agitación social y posibles disturbios es la culminación de la advertencia hecha por Zbigniew Brzezinski acerca de que una «toma de conciencia política» de ámbito mundial está trastornando los esfuerzos hacia una mayor centralización del poder.
Los dichos del economista Robert Johnson en el reciente foro económico de Davos se convirtieron en titulares mediáticos. Fue cuando reveló que «los gestores de fondos de riesgo de todo el mundo… están comprando pistas de aterrizaje y campos en lugares como Nueva Zelanda porque piensan que necesitan una puerta de salida». Johnson se hizo eco de las diferencias de ingresos, el potencial de intranquilidad social y los disturbios callejeros como razones para el pánico.
«Ahora mismo, muchos ricos y poderosos están bastante asustados: nos ven en una senda de inestabilidad», dijo Johnson. «Como el sistema no tiene recursos apropiados, como no representa a la gente, las cosas se están poniendo más y más peligrosas, como se pudo ver en Ferguson, Missouri.»
Sin embargo, la advertencia de Johnson no es nada novedosa; los super-ricos vienen ocupándose de asegurarse propiedades en paraísos de salvación desde hace al menos cinco años para anticiparse al próximo colapso financiero.
En 2010, John Malone, milmillonario presidente de Liberty Media, divulgó que había comprado un retiro en la frontera de Quebec como medida de seguridad para «tener un sitio dónde ir en caso de que las cosas aquí salten por los aires», y agregó que de un modo u otro, «Estados Unidos (estaba) saliendo bien parado» de la crisis económica. En 2012, el director hollyoodense James Cameron también anunció su decisión de dejar EEUU y trasladarse con toda su familia a una granja de 1.067 hectáreas en Nueva Zelanda. La familia Bush también adquirió 247.000 hectáreas en Paraguay hace al menos nueve años.
Hay varias razones para que los ricos estén preparándose para huir, pero la principal es el aumento de la desigualdad en los ingresos, un factor al que Brzezinski culpó del «despertar político mundial» que plantea una amenaza directa a la apuesta de las elites por una mayor centralización del poder.
«Por primera vez en la historia de la humanidad el ser humano está tomando conciencia política -una realidad totalmente novedosa- y esto no ha sido así en la mayor parte de la historia del hombre», dijo Brzezinski en un discurso ante el Consejo de Relaciones Exteriores 2010 en Montreal, agregando que el desarrollo había resultado en «injusticia a escala mundial, desigualdad, falta de respeto y explotación».
Brzezinski hizo comentarios similares en un discurso que pronunció en Polonia en noviembre de 2012, en el que admitió que el movimiento de «resistencia» al «control externo» de ámbito mundial conducido por el «activismo populista» estaba amenazando con echar por tierra los esfuerzos destinados a un nuevo orden mundial.
El antiguo asesor de la seguridad nacional de EEUU señaló también que «se ha comprobado que resistencia persistente y muy motivada de pueblos históricamente resentidos y políticamente concientes contra el control externo es cada vez más difícil de contener».
Es importante resaltar que Brzezinski no estaba defendiendo este desarrollo. En su libro Between Two Ages: America’s Role in the Technotronic Era (1970), el ex asesor de Obama presagiaba la llegada de una era tecnotrónica, «dominada por una elite y liberada de los valores tradicionales», en la cual los ciudadanos estarían estrictamente controlados y manipulados.
La probabilidad de que la falta de reprensatividad y las turbulencias económicas provoquen descontento social ha sido evocada repetidamente también por el economista Martin Armstrong, quien predijo correctamente tanto el crac del Lunes Negro de 1987 como el colapso de las finanzas rusas en 1998. «Cada día parece más probable la aparición de serias revueltas políticas hacia 2016, cuando se rechace la economía. Este es el ingrediente mágico. Rechace la importancia de la economía y tendrá malestar social y revolución», escribió Armstrong.
Con la falta de confianza en el gobierno y en el liderazgo, tanto en EEUU como en otros países occidentales, manteniéndose en niveles cercanos a los más bajos de la historia, el cóctel tóxico del aumento de la corrupción, la alienación social y la falta de lazos de comunidad (todos los factores que contribuyeron a los disturbios en el Londres de 2011), se incrementarán los riesgos de desórdenes nacionales.
Mientras continué bajando el salario real será cada vez más difícil apaciguar las generaciones jóvenes mediante la cultura del consumo. Con el declive de la influencia de la religión, la familia y la movilidad social, será cada vez más arduo mantener los estilos de vida construidos alrededor de la adquisición de productos en la medida que empeora el entorno económico y se ensancha la brecha entre pobres y ricos.
La brutalidad policial y la percepción generalizada de la injusticia también agudizarán el descontento en los sectores más pobres, como saltó a la vista en Ferguson, Missouri, el año pasado.
La preocupación de los más ricos por la compra de propiedades en paraísos de salvación de ninguna manera significa que quieran renunciar al poder; significa que los super-ricos están preparando políticas de seguridad en forma de puertas de salida secretas por si acaso el descontento político generalizado diera lugar a una agitación sostenida en Estados Unidos.
Podéis seguir a Paul Joseph Watson en https://www.facebook.com/paul.j.watson.71 y en https://twitter.com/PrisonPlanet
Fuente: http://propagandamatrix.com/articles/january2015/290115_elite_buying.htm