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¿Por qué los entrenadores de fútbol son iguales que los obispos católicos?

Fuentes: Progreso Semanal

Según las inmortales palabras de Yogi Berra, «Es déjà vu, otra vez.» Al ser confrontada con acusaciones de actividad criminal por parte de sus propios líderes, una respetada institución mira hacia el otro lado, se atrinchera, mantiene su silencio, y permite que el crimen continúe. En un caso, fue la religión. En la actualidad es […]

Según las inmortales palabras de Yogi Berra, «Es déjà vu, otra vez.»

Al ser confrontada con acusaciones de actividad criminal por parte de sus propios líderes, una respetada institución mira hacia el otro lado, se atrinchera, mantiene su silencio, y permite que el crimen continúe. En un caso, fue la religión. En la actualidad es el fútbol americano universitario.

Estados Unidos se escandaliza por la noticia proveniente de la Universidad Estatal Penn.  En la base de su fenomenalmente exitoso programa de fútbol universitario había un grupo de hombres que traicionaron la confianza otorgada a ellos por estudiantes y padres. Uno aparentemente era un violador sexual en serie de niños menores de edad. El resto fue permisivo.

Es difícil imaginar un comportamiento más repugnante que lo que hemos averiguado del entrenador de línea de defensa Jerry Sandusky, acusado de abusar sexualmente de al menos ocho niños. En 1977, Sandusky fundó una organización no lucrativa, «The Second Mile»  (La Segunda Milla), para ayudar a niños desfavorecidos -aparentemente, de manera de poder ganar su confianza y aprovecharse de su acceso a los niños para abusar sexualmente de ellos. Pero nunca se hubiera podido salir con la suya durante tanto tiempo sin la ayuda de sus superiores.

En la cúspide se encuentra el legendario Joe Paterno, el entrenador de fútbol americano más ganador y más duradero. Más de 65 temporadas, 45 de las cuales como entrenador principal, «JoePa» llevó a la victoria a la Universidad Estatal Penn en 409 partidos, cinco temporadas como invicto y 24 juegos de tazones. Ningún otro entrenador se le acerca, no lo hará jamás.

Sin embargo, esa gloriosa carrera ha caído ahora en desgracia. La junta directiva de Penn despidió a Paterno, en vez de permitirle terminar la temporada, como era el plan del entrenador. También despidieron al rector de la universidad Graham Spanier y echaron al director atlético Tim Curley y al vicerrector Gary Schultz, ambos acusados de mentir ante el gran jurado.

La junta hizo lo correcto. Solo tienen que leer el informe del gran jurado. Cuenta de cómo, por 2002, el asistente graduado Mike McQueary dijo a Paterno que se había encontrado al entrenador Jerry Sandusky teniendo relaciones sexuales en la ducha con lo que parecía ser un niño de 10 años. O para decirlo crudamente, violando a un niño. Al día siguiente Paterno informó a Tim Curley de lo que le habían dicho. Más tarde, después de que Curley y Schultz se reunieran por separado con McQueary, a su vez informaron al rector Spanier del asunto -y dijeron a Sandusky que entregara las llaves de su armario. Punto.

Eso fue todo. Al ser enfrentados con las más serias acusaciones de comportamiento criminal, relaciones sexuales con un niño, los funcionarios universitarios actuaron como si a Sandusky se le hubiera acusado de nada más serio que conducir a 45 mph en una zona de 35 mph. Todos ellos eran profesionales en puestos de poder. Sin embargo, ninguno de ellos hizo lo que cualquier persona decente hubiera hecho: levantar el teléfono y decir: «Oiga, aquí está el teléfono. O llama usted a la policía ahora mismo o lo hago yo».

¿En qué estaban pensando? Evidentemente no estaban pensando en la Universidad, la decencia común, la moral, la ley, o los muchachos a su cuidado. Estaban pensando tan solo en el mundo estrecho en que viven, donde el fútbol es rey y nada más importa o se permite que obstaculice el camino. Después de todo, llamar a las autoridades pudiera evitar que se ganara otra temporada. Así que en su lugar decidieron ignorar el problema con la esperanza de que desapareciera.

Pero por supuesto, eso no sucedió. Porque entretanto, mientras seguía en el campus, Sandusky continuó atrayendo a jóvenes inocentes a su dormitorio -al igual que tantos sacerdotes depredadores, acusados de abuso sexual y simplemente trasladados por su obispo de una parroquia a otra, continuaron aprovechándose de monaguillos.

Hay muchas similitudes entre el escándalo de la Iglesia Católica y el escándalo de Penn. En ambos casos, los depredadores eran hombres. En ambos, las víctimas eran niños. En ambos el crimen fue el abuso sexual. Y en ambos, los facilitadores fueron hombres de poder -hombres, hombres, ¿cuál es el problema de estos hombres? – a quienes importaba más preservar la reputación de la poderosa institución que dirigían que obedecer la ley o proteger la vida de las personas de las que eran responsables.

Hay una gran diferencia entre la Iglesia Católica y la Universidad Estatal Penn. Una vez que el encubrimiento salió a la luz, el entrenador Joe Paterno y el rector de la universidad Graham Spanier fueron despedidos de inmediato. Sin embargo, diez años más tarde, ni uno -¡ni uno solo!- de los obispos católicos ha sido despedido. La religión aún es más poderosa que el fútbol.

Si ustedes presencian algo que se parezca a relaciones sexuales con un niño… ¡llamen a la policía!

Fuente: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=4026:ipor-que-los-entrenadores-de-football-son-iguales-que-los-obispos-catolicos&catid=3:en-los-estados-unidos&Itemid=4

rCR