La «Guerra sin fin» es un negocio redondo para el complejo industrial-militar, que de paso palía el problema financiero de EE.UU.
El presidente de EEUU, mientras renueva la suspensión de las sanciones contra Irán en cumplimiento del acuerdo nuclear llamado El Plan de Acción Conjunto y Completo (PACC) firmado en 2015 en el Concejo de Seguridad de la ONU, amenaza a sus aliados europeos a romperlo sin en un plazo de 120 días no lo «mejoran». Consciente de que Irán ha afirmado que (de momento) no va a aceptar ningún cambio en el pacto, Trump está dando plazo a su equipo para preparar la opinión pública de su país, rehacía a más guerras, para otra hazaña bélica. Barak Obama y Alí Jameneí firmaron este acuerdo lleno de sombras desde la absoluta desesperación, puesto que la otra alternativa era ir a una guerra. El PACC contempla que Teherán desmantelase su capacidad nuclear a cambio de que las potencias levantaran las sanciones que estrangulaban la economía de Irán.
Las «mejoras» que pretende Trump deberían ser:
- Eliminar las cláusulas que ponen la fecha límite de 15 años al acuerdo, ¿Para poner «hasta el fin de los tiempos»? ¿Le preocupa a Trump que Irán en 2030 pueda fabricar la bomba, pero le empuja a romper el acuerdo y reanudar su programa nuclear hoy mismo? Todo el acceso de Irán al material nuclear está bloqueado por la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), que supervisa incluso las minas de uranio del país.
- Considerar el programa de misiles de largo alcance iraníes como parte de las armas nucleares . El PACC ya prohíbe a Irán diseñar misiles para llevar cabeza nuclear hasta ocho años después de su firma. Otra cosa son los misiles convencionales, vitales para un país como Irán que fue atacado por Irak durante 8 años de guerra (1980-1988), y está siendo apuntado por los misiles de media docena de países.
- Imponer inspecciones sorpresivas a las instalaciones nucleares iraníes . Pero, si tanto la AIEA que monitoriza a Irán, como los militares de EEUU, aseguran que Teherán cumple con el acuerdo. O ¿es que pretende inspeccionar a las instalaciones militares? ¿Qué país lo permitiría, sobre todo después de que Irak lo hizo en 2002 y meses después se convirtió en escombros?
La intención de Trump es salir del acuerdo, pero antes quiere colgarlo en el limbo, lo cual es peor para Irán.
El objetivo es Irán no la República Islámica
Incluso en la época del Sha (1941-1979), EEUU no consiguió avasallar una nación que fue el primer imperio del mundo. Aquel rey no se atrevió autorizar la instalación de bases militares de EEUU en la larga frontera que el país compartía con la URSS. Y una vez exiliado, llegó a acusar a Washington de propiciar su derrocamiento, y ordenar al ejercito que en vez de proteger a su dictadura jurase fidelidad a ayatolá Jomeini.
La enemistad entre la RI y EEUU no se debe a la naturaleza «anti-imperialista» de esta teocracia. De hecho, sus relaciones con Francia, Alemania, Japón, Gran Bretaña o España son normales. La OTAN acabó con Gadafi para apoderarse de Libia, justo cuando el coronel costeaba la campaña electoral de Sarkozy y regalaba un caballo de dos millones de euros a José María Aznar. También expulsó del poder a los «yihadistas» afganos que él mismo había instalado en Kabul e intentó asesinar a Tayyeb Erdogan en julio del 2016.
El recelo de los ayatolás hacia Washington tampoco se debe al golpe de estado del 1953 de la CIA contra el gobierno del Dr. Mosaddeq, el promotor de la nacionalización del petróleo iraní. La mayoría de los ayatolás le odiaban con la misma intensidad que EEUU: ambos le acusaron a Mosaddeq de ser comunista, a pesar de que aquel buen hombre nunca legalizó al partido comunista, el Tudeh. De hecho, Jomeini en 1980 mandó prohibir al mosaddequista Frente Patriótico de Irán y detener a sus seguidores.
La pasión anti soviética, anti comunista del equipo de ayatolá fue un factor determinante para que los G4 apoyase un estado islamista en Irán. La RI cooperó con Ronald Reagan en 1980, retrasando la liberación de los rehenes de la embajada de EEUU en Teherán para impedir la reelección del demócrata Jimmy Carter, a cambio de armas; también el escándalo «Irangate» del 1983 destapó las relaciones encubiertas de Teherán con Washington. Luego en 2001 y 2003 la RI ofreció su colaboración a George Bush en sus agresiones militares a Afganistán e Irak: así eliminaba a sus enemigos, los talibanes y Saddam Husein. Los intentos de mejorar las relaciones entre ambos estados se reflejaron también en la carta que envió Mohmud Ahmadinejad en 2006 a su homólogo estadounidense, proponiéndole » gobernar juntos el mundo «, así como en el hecho de que Barak Obama detuviera en 2014 el plan del asesinato del General Ghasem Soleimani, jefe de las fuerzas militares exteriores de Irán, por el Mosad cuando él se encontraba en Siria.
Sin embargo, ambos países han sido rehenes de su propia propaganda , de los grupos de presión que impiden una relación «normalizada», y sobre todo de quienes en Washington creen que Dios creó al resto de los países para que sean sus vasallos y le manda convertir a los rebeldes «en una estatua de sal» o un en cenizas.
Los motivos de la obsesión de Washington por Irán
Ya en 1980, y tras la caída inesperada del Sha, Henry Kissinger elaboró la «Doctrina de Doble Contención» de impedir el desarrollo de Irak e Irán a beneficio de la hegemonía de Israel, como el único garante estable de sus intereses en la región. EEUU provocó la guerra entre Irak e Irán y después sometió a Irak a una continua destrucción que aun hoy continua. Y ha pretendido contener a Irán con sanciones económica, amenazas militares, incluso creando monstruos como el Estado Islámico ( sunnita y wahabí), para arrastrar a la teocracia chiita de Irán a una guerra «religiosa».
Justamente, una de las forma de influir en la situación de Irán ha sido mantener el embargo sobre el sistema financiero iraní, estrangulando su economía con el fin de provocar una rebelión de pobres. Países como Israel, Arabia Saudi y Turquía también temen que ésta nación desarrollada y con un potencial económico abrumador, acabe devorando sus mercados en Asia y Europa. La experiencia de las criminales sanciones contra Irak en 1999-2003 mostró que este plan no funciona. La rebelión de los trabajadores obedece a la dinámica de la ley de «lucha de clases».
En una palabra: Washington no soporta estados independientes, y que sean dictaduras o que tengan armas de destrucción masiva son de menos: Pakistán o Israel son dos ejemplos.
Con su postura sobre PACC, Trump pretende:
- Generar incertidumbre entre las empresas extranjeras deseosas de invertir en Irán, ahora que no pueden hacerlo las compañías estadounidenses, víctimas de las presiones del lobby proisraelí.
- Provocar cansancio en Teherán que debe esperar cada tres meses la decisión del presidente de EEUU al respecto.
- Desviar la atención pública de la crisis política en EEUU: a «Rusiagate» se ha sumado los escándalos sexuales del presidente (puestos en la punta de mira con la campaña «Metoo» de Hollywood): una guerra podrá exportar la crisis interna. Y es más viable una guerra contra Irán que contra Corea del Norte, ya que al contrario de Irán, nadie en EEUU está presionando a Trump para que ataque a Corea; Irán no tiene bomba nuclear, ni otros países entrarían en guerra para salvarle, todo lo contrario: además de Israel, los países sunnitas pretenden formar su OTAN para desintegrar a este poderoso rival.
- Dar una «solución final» a Irán, la asignatura pendiente de EEUU tras la caída de la URSS. Irán es la joya de los botines de las guerras de que desmantelaron a Irak, Libia y Siria. Es la primera reserva mundial del gas, la cuarta del petróleo, la tierra que une tres continentes, y además está al lado de dos potencias rivales: Rusia y China.
- Presentar a Trump como un presidente poderoso y con determinación, y no un oscuro y degenerado hombre que ha asaltado la Casa Blanca.
- La «Guerra sin fin» es un negocio redondo para el complejo industrial-militar, que de paso palía el problema financiero de EEUU.
- La presión del lobby pro israelí: el mismo que le ha forzado a reconocer Jerusalén como capital de Israel. La consigna inicial de «América Primero» ahora es «Israel y Arabia Saudita Primero», puesto que Irán, una potencia de tercer nivel, no reprsenta ninguna amenaza para los intereses de EEUU.
Irán, en vez de exhibir sus misiles por las calles del país debería ser discreto, y dejar de participar en las guerras reaccionarias de la zona, toma la iniciativa de resucitar el Movimiento de los No Alineados para poner fin a dichos conflictos y emprender urgentes reformas políticas y económicas, acabando con un caldo de cultivo que puede ser aprovechado por la CIA.
El derrocamiento de la RI puede conducir, en estos momentos y ante la ausencia de una alternativa progresista, a un desastre para la nación iraní y para toda la región.
La mejor manera de contener a Irán es que PACC se cumpla.
Fuente: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/4604/por-que-trump-empuja-a-iran-a-romper-el-acuerdo-nuclear/