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Presentación mesa redonda sobre la «Marxa de la dignitat» de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona)

Fuentes: Rebelión

Bon dia, buenos días, querido amigos y amigas. Toca hoy hablar de dignidad. Un ejemplo. Once medidas encaminadas a dar comida, luz, techo y sanidad a 300 mil hogares. Una nueva moratoria de los desahucios en viviendas de valores menores a los 200 mil euros. Aumento del salario mínimo desde los 586 euros a los […]


Bon dia, buenos días, querido amigos y amigas. Toca hoy hablar de dignidad.

Un ejemplo. Once medidas encaminadas a dar comida, luz, techo y sanidad a 300 mil hogares. Una nueva moratoria de los desahucios en viviendas de valores menores a los 200 mil euros. Aumento del salario mínimo desde los 586 euros a los 751 (anteriormente, antes de las imposiciones de la troika, estaba en unos 877 euros). Una reforma laboral para generar condiciones laborales dignas a la población menor de 25 años (los índices de desempleo alcanzan el 50%). Como punto cuatro de su programa de la hora, el ejecutivo griego ha determinado que usar el transporte público no puede ser tan malo para altos cargos gubernamentales: millones de griegos lo hacen. Disminuirá a la mitad los 7.500 autos oficiales. Se reduce también el número de escoltas y el 30% del personal de la sede de gobierno. Se sumará a ello la venta de uno de los tres aviones con que cuenta el ejecutivo. Se volverá a contratar a 3.500 trabajadores de la Administración que habían sido despedidos. Se reabrirá el Canal de televisión Público cerrado por el Gobierno de Antoni Samarás en 2013. La medida séptima va encaminada a detener las privatizaciones: queda prohibida la venta de bienes nacionales para pagar deudas. Corolario del punto anterior: revisión de la venta de 70 islas que tenían como aparente objetivo reducir el déficit público. Se revoca la venta del Puerto del Pireo como también la venta de la participación pública en la principal empresa generadora de electricidad de Grecia. No se privatizará las redes y la infraestructura del país: «son nuestra capital nacional, la riqueza natural y mineral» (palabras del primer ministro). Tsipras ha hablado también de inversión extranjera que genere empleo, que favorezcan el «interés público».

No son medidas revolucionarias. No. Con ellas no transformaremos el mundo instantáneamente y construiremos un socialismo digno de ese nombre antes de finales de año. Pero son importantes, esenciales. Es una cuestión de dignidad, una palabra que la izquierda debe hacer cada vez más suya.. El gobierno griego, además, ha decidido restaurar el sistema sanitario universal y gratuito en una sociedad donde el 35% de la población no tenía acceso a la salud ya sea por no tener cobertura tras un año de desempleo o por no pagar (o no querer pagar) las cotizaciones para un sistema sanitario privado. El Gobierno heleno, a contracorriente, definió que todo hijo de inmigrantes nacidos en Grecia tendrán derecho a la nacionalidad griega. Se ha decidido subir las pensiones. El Gobierno ha decidido luchar contra la evasión fiscal -que ha llegado a cifras del 60%- mediante una norma básica: «que paguen los que más tienen» y que sea así de hecho. Syriza ha anunciado la eliminación del impuesto sobre la primera vivienda, una medida que vendrá acompañada por la creación de un nuevo impuesto sobre las grandes propiedades

No hace falta seguir. Ya saben la respuesta de la troika dominante: huracanes de acero y destrucción. La vieja lucha de clases. Nos habíamos olvidado. Estamos en los primeros asaltos. Nada está decidido.

¿Y aquí, en otro país hermano golpeado por la crisis? Aquí toca, debe tocar seguir transitando por el camino abierto por los y las compañeras griegos. El próximo 21 de marzo tenemos una nueva oportunidad. ¿Nueva? Sí, lo de siempre. Dar calor a la llama de siempre. De eso se trata. ¿Y eso por qué?

1. Porque movilizarnos es una forma de crear comunidad, una forma humanizada de estar en el mundo. De apuntar que anunciamos algo nuevo.

2. Porque dignidad es una palabra muy nuestra que hasta ahora no nos han robado. Alerta con ella, es uno de nuestros tesoros.

3. Porque la movilización del 22M de 2014 nos hermanó, creó fraternidad entre pueblos y ciudadanos del país de países de García Lorca, Castelao, Aresti y Espriu. Unió todo aquello que merece unirse.

4. Porque debemos gritar en el cielo y en la tierra realizar actos, actos con neta arista, pensando en los más desfavorecidos, apoyando sus luchas y apoyándoles en lo más básico.

5. Porque hay que dar batallas que no están perdidas, que están lejos de ser perdidas

6. Porque ustedes, y con ustedes millones de ciudadanos, son la sal de la tierra, de una tierra habitable y no de un estercolero de manos de quinientas multinacionales como diría un filósofo fallecido hace ahora 30 años, Manuel Sacristán.

7. Porque esos encuentros, esas marchas, estas religatio de la ciudadanía popular, nos hacen crecer como seres humanos, como seres justos en busca de la justicia. Como gentes, todos ustedes, que están salvando el mundo que diría Borges.

8. Porque estamos absolutamente hasta aquí de que tenores huecos e interesados, como diría don Antonio, hablen nuestro nombre.

9. Porque nos queremos sentir fuertes… para ser débiles, para no ejercer ninguna acción de coacción ni de opresión.

10. Porque en el Principio nunca estuvo el Verbo sino la Acción. Y hay muchas acciones por realizar.

Un comentario antes de las presentaciones de las y los compañeros. Creo que debemos evitar en ese nuevo encuentro todo tipo de sectarismo. Lo digo con la claridad, con esa claridad con la que debemos hablar entre compañeros. Yo no estoy dispuesto a acudir a un 22M o 21M de fraternidad, lucha y esperanza y pasearme por las calles de la ciudad resistente, que algunos llaman displicentemente Madrid, tras una estelada. Entiendo que algunos compañeros puedan ser independentistas y sentirse cómodos con ella. Perfecto, que sea así, si así lo quiere. Que la lleven si quiere. Yo no soy independentista, me parece un error inmenso esa apuesta separadora, y muchos otros compañeros tampoco. No tiene sentido vindicar y usar símbolos que nos separan y rompen. Tengo la esperanza, que creo que no será vana, que eso que cuento no vuelva a ocurrir. Si sucediera, que no va suceder, prometo organizar la más razonable y sonada de las protestas. No en mi nombre, pues, ni en el nombre de muchos. Hay banderas que unen y otras que separan. La senyera, que no la estelada, y la republicana juegan en el primer campo, no en el segundo. La estelada no se ubica del mismo modo. No es una amenaza, por supuesto que no, es también un acto de dignidad republicana.

Paso a presentar a los compañeros que se presentan a sí mismos mejor que yo. Todos ellos son la salta de nuestra tierra y de nuestra razonada esperanza.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.