Después de haber mentido asegurando la existencia de armas que no existían, de haber mentido garantizando el apoyo a la guerra que nunca tuvo, de haber mentido al fabular supuestos nexos entre Sadam y Al Qaeda, de haber mentido respetos y fronteras, de haber mentido derechos y motivos, de haber mentido elecciones y huracanes, pavos […]
Después de haber mentido asegurando la existencia de armas que no existían, de haber mentido garantizando el apoyo a la guerra que nunca tuvo, de haber mentido al fabular supuestos nexos entre Sadam y Al Qaeda, de haber mentido respetos y fronteras, de haber mentido derechos y motivos, de haber mentido elecciones y huracanes, pavos y galletas, de haber mentido en toda circunstancia, fuese para librarse de la guerra cuando sólo era el hijo de su padre, fuera para librarse de la cárcel cuando se convirtió en un empresario, después de haber mentido tanto y de haber mentido siempre, en estos días se hacía pública su última mentira: El ex jefe de prensa de la Casa Blanca, Scout McClellan, acusa a George W.Bush de estar detrás de la delación de la ex espía estadounidense Valerie Plame, en el 2005, delación que fue una venganza contra su marido, un ex embajador de los Estados Unidos que había denunciado como pretexto la alegada existencia de armas de destrucción masiva en Iraq.
El ex jefe de prensa de la Casa Blanca, reconoce hoy no haber dicho la verdad cuando exoneró a algunos de los más íntimos colaboradores de Bush, como Karl Rove, Andrew Card, Lewis Libby, el vicepresidente Chenney o el propio presidente.
Por aquel sucio y enturbiado asunto sólo Lobby fue condenado a casi tres años de cárcel por perjurio y obstrucción a la justicia, siendo indultado por el presidente cuatro meses más tarde.
La actual jefa de prensa de la Casa Blanca, declaraba hoy que «el presidente no ha pedido ni pediría a nadie que difundiese información falsa».
El caso de George W. Bush en relación a la mentira como modo de ser y de expresarse, hace ya tiempo que interesa más a los psiquiatras que a los políticos. Nunca en la historia de los Estados Unidos va a poder existir un presidente que, como George W. Bush, lo haya mentido todo, absolutamente todo, hasta el punto de que su única declaración todavía no desmentida, la suponga ese alegado nombre que asegura suyo, ese presuntamente George W. Bush.