Traducido para Rebelión por Susana Merino
…De repente, España estuvo en la calle.
El 15 de mayo de 2011 cuatro meses después de la huída de Ben Alí, bajo la presión popular en las calles de Túnez, España asombra al mundo.
He allí la juventud de una «democracia occidental» que haciendo tabla rasa anuncia que quiere librarse de su clase política democráticamente elegida, sin embargo,
¿Cómo llegaron a eso y qué lección pueden sacar los tunecinos?
Sin pretender ser un social-politólogo español, intento compartir aquí mi interpretación sobre la revolución española: ¡los jóvenes se hartaron!
Se hartaron de los políticos que ya no les representan
Se hartaron de los políticos corruptos
Se hartaron de los políticos que quieren robarles su libertad en nombre del Estado
Se hartaron de los políticos que contribuyen a enriquecer a un muy cerrado círculo de agentes de negocios y que son incapaces de proporcionarles dignidad y empleos.
Se hartaron de la injusticia social con miles de rostros que se instala en los pueblos, las ciudades y las grandes ciudades.
La democracia. Como se estila en occidente está mostrando sus limitaciones y puede ser que ya no responda demasiado a las aspiraciones de los ciudadanos.
¿Cómo se relaciona esta, me preguntaréis, con la revolución tunecina?
Los tunecinos se preparan para elegir el 24 de julio próximo una asamblea constituyente. ¿Porqué no elegir ya un parlamento? ¿Por qué esta necesidad de redactar una nueva constitución? Porque, se nos ha dicho, que Ben Alí desfiguró la constitución y que hizo de ella un texto a medida de sus intereses personales.
Han aparecido en internet muchas iniciativas tendientes a colaborar en la redacción de la nueva constitución:
http://www.destour.org : initiative de l’Internet Society Tunisia, présidée par Khaled Koubâa. En langues Arabe et Française
http://tunisie-constitution.
http://wiki.opentunisia.org/
Creo que es ciertamente importante redactar una constitución que establezca un mayor equilibrio entre los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial quitándole las aberraciones que otorgaban al Presidente poderes casi divinos. No habrá muchos que no estén de acuerdo con esto.
Pero veo un gran desafío para el pueblo tunecino, hacia el que pocos partidos políticos parecen hallarse sensibilizados: la Transparencia
Inscribir en la constitución la Transparencia del Estado:
Se trata de que los derechos y la libertades se hallen inscritos en negro sobre blanco en la constitución, como sucede ya en muchas democracias.
Eso no impedirá que la clase política se desarraigue, tarde o temprano, de la base popular y se aleje de las reivindicaciones ciudadanas volviéndose corrupta poco a poco, (moral y materialmente) de cara a sus propios intereses y los de una pequeña cantidad de corporaciones y de lobbies.
El ciudadano moderno advierte los signos exteriores de corrupción y está condenado a «cerrar la boca» porque acusar sin pruebas lo harían correr riesgos judiciales por difamación.
Y ¿si se obligara al Estado a ser transparente? Y ¿si se le obligara a publicar sistemáticamente todos los datos relacionados con la «administración de la ciudad» Es decir TODOS los datos que posee, que recoge, que genera.
Por qué no exigir la publicación sistemática, de las decisiones del estado, de sus gastos, de sus ingresos, de los indicadores de actividad, de los decretos, de las autorizaciones, de las votaciones, de las deliberaciones, de los haberes de nuestros representantes, antes y al final de sus mandatos… Todo eso.
Es claro que nadie quiere que se publiquen sus datos personales. Primera restricción.
Nadie quiere que las informaciones relacionadas con la seguridad militar del país se hallen al alcance de los espíritus mal intencionados. Segunda restricción.
Artículo 1º: Toda información que no esté relacionada con la vida privada de los ciudadanos, ni con la seguridad del país y que se halle en cualquier momento en manos del estado será considerada «información pública».
Articulo 2º: Todo ciudadanos tiene derecho a acceder equitativa e inmediatamente a toda información pública en poder del Estado.
Esta última idea me parece tan evidente, tan eficaz para minimizar la corrupción y tan fácil de instrumentar que me pregunto por qué ningún partido político tunecino la menciona.
En Suecia existe desde 1766 a través de su «Freedom of the Press Act».
Ochenta y cinco países tienen leyes más o menos detalladas que obligan al gobierno a facilitar el acceso a todos los documentos públicos.
No existen en España. Tampoco en Túnez
Una democracia sin transparencia es como transitar de noche con los faros apagados.
Fuente: http://goingnext.com/opendata/