Andy Robinson acaba de publicar ‘Off the road. Miedo, asco y esperanza en América’, un viaje por las desigualdades e incoherencias de Estados Unidos
Off the road. Miedo, asco y esperanza en América es un libro con reflexiones y crónicas de los viajes de Andy Robinson por Estados Unidos en los últimos años. Ahora es corresponsal itinerante de La Vanguardia. Entre 2001 y 2008 se encargó de la corresponsalía en Nueva York.
Con un estilo periodístico gonzo e informal, rozando a veces el humor negro -como su propuesta de hacer una barbacoa de carne humana con los descendientes de los multimillonarios hermanos Koch cuando no quede nada que comer-, Robinson hila un relato sobre un país con una desigualdad galopante, una insostenibilidad ambiental descomunal y unas incoherencias que claman a la vista de cualquiera. Y en medio de todo este panorama apocalíptico es capaz de encontrar signos de esperanza.
Dices que Las Vegas y Phoenix, quizá, son las ciudades más insostenibles del planeta.
Hay modelos con densidad de urbanización muy baja en Inglaterra… Pero Las Vegas, Phoenix y algunas ciudades de California están en medio del desierto y tienen un modelo de vida parecido al del norte de Europa. Ese tipo de casas se relaciona con el sueño de prosperidad de la clase media en Estados Unidos. Allí vemos enormes urbanizaciones que se extienden por el desierto con grandes casas unifamiliares y con vegetación parecida a la de Massachusetts o Michigan. Ello ha sido posible gracias a los grandes proyectos hidrológicos de mediados del siglo XX, cuando se crearon pantanos y presas con el río Colorado. Debido al cambio climático y al sobre consumo de agua de ese río, ha ido bajando el cabal de manera drástica y han aparecido islas de rocas en los pantanos. Además son ciudades que se basan en el uso del automóvil. Y eso acontece en el contexto de una larga sequía que desde hace más de diez años va afectando a diferentes partes del sureste de Estados Unidos. Los capítulos del desierto son un poco apocalípticos. Hay dos grandes retos para el país y no hay indicios de que el establishment político vaya a afrontarlos. Son la desigualdad y el cambio climático.
Y en este entorno hablas de los ecorracistas…
Esto es una advertencia sobre gente con cierto nivel económico que ha optado por una vida a las afueras de las ciudades, más próxima a la naturaleza… y así camufla su xenofobia y protege su estilo de vida y su propiedad de los inmigrantes -en Estados Unidos, hispanos- y de las clases bajas. Y eso ha sido rentabilizado por la derecha. Hay grupos que elaboran informes que parecen del Partido Verde y llaman a frenar la explosión demográfica; de la que culpan a los mexicanos. También se les acusa de no respetar la naturaleza. Y hasta se ha llegado a culpar a los indocumentados de ensuciar el desierto cuando intentan llegar a Estados Unidos; y a los grupos solidarios de contaminar y atentar contra la naturaleza por las botellas de agua con las que los avituallan.
«Hay una derecha camaleónica que aparece como defensora del trabajador blanco y de la naturaleza para ocultar su racismo»
Esto tiene que ver con el neomalthusianismo: si permitimos la llegada de pobres habrá explosión demográfica y eso afecta al medio ambiente. Y no es así. Justo los pobres suelen vivir de forma más sostenible, en barrios más densamente urbanizados y tienen un hábito de conservación de agua mucho mayor que la clase media y alta. Es un discurso falso y perverso que varios grupos de derecha xenófoba han sabido utilizar para ganar apoyos. Es como cuando se acusa a los indocumentados, mano de obra barata, de bajar los salarios de los trabajadores en vez de culpar al empresario que no legaliza a sus trabajadores. Hay una derecha camaleónica que aparece como defensora del trabajador blanco y de la naturaleza para ocultar su racismo.
Y te fuiste a la caza de un piloto de dron en el desierto de Nevada…
Leí en una revista tecnológica la historia de un piloto de dron que vivía en una urbanización muy bonita al norte de Las Vegas. Se llamaba Adam e iba todos los días a la base de las fuerzas aéreas en el desierto de Nevada. Allí se metía en un cubículo con varias pantallas y dirigía un dron en la frontera entre Pakistán y Afganistán. Luego a la tarde se quitaba el traje de piloto y volvía a casa, donde iba a jugar a golf o compartía una barbacoa con sus amigos. Me parecía alucinante. Intenté localizarlo, encontré su dirección y me acerqué a su casa. Pero no había nadie. Y un vecino me dijo que allí vivían varios pilotos de dron. No los encontré y me fui hasta la base… Me conformé con recorrer el camino que hacían cada día los pilotos por ese desierto militarizado donde se realizaron tantas pruebas nucleares durante la Guerra Fría.
Los grandes detractores de la legalización de la marihuana son las empresas que gestionan cárceles…
Las empresas de defensa y tecnología forman parte de una industria que rentabilizó la Guerra Fría y el estado de guerra permanente que ha vivido Estados Unidos desde que acabó la Segunda Guerra Mundial. Ahora se hace lo mismo con la seguridad interna, el estado penitenciario y la militarización de la frontera. La guerra contra la droga y las deportaciones dan muchos beneficios a las empresas penitenciarias, que se enriquecen con el encarcelamiento masivo de gente; la mayoría, pobres afroamericanos e hispanos. O indocumentados que esperan a ser deportados a su país. El pastel se lo reparten sobre todo dos grandes empresas que cotizan en bolsa. Por cada cama ocupada en sus cárceles cobran al Estado y llegan a venderlas como habitaciones de hotel o como si fueran empresas inmobiliarias en los informes que elaboran. Y en realidad en muchas de esas cárceles hay condiciones inhumanas. De ahí las guerras contra la droga y contra los indocumentados. O la obsesión con proteger la frontera… Las empresas de cárceles, tecnología y seguridad, entre muchas otras, financian a los partidos y tienen lobbies muy potentes en Washington que consiguen legislación favorable a sus intereses económicos de los miembros del Capitolio. Es el negocio perfecto en la ‘dolarocracia’.
«La guerra contra la droga y las deportaciones dan muchos beneficios a las empresas penitenciarias, que se enriquecen con el encarcelamiento masivo de gente»
Pero las cosas empiezan a cambiar en algunos estados…
Hemos llegado a un punto de inflexión en los últimos años hay estados que han despenalizado la marihuana, han caído las deportaciones y se han dejado de construir cárceles privadas en California… y empieza a haber críticas a este modelo. California es ahora muy progresista y ha reducido el número de presos de forma radical. Sobre todo en delitos menores como posesión de drogas. Además, en noviembre se votará sobre la despenalización de la marihuana o techos en los precios de algunos fármacos.
¿Qué es la ‘dolarocracia’?
Una relación simbiótica entre bancos y grandes empresas y los políticos a los que financian a través de sus donativos y sus aportaciones. Ello lleva a que se legisle a favor de cada sector que financia a los partidos. Los correos de WikiLeaks muestran una relación endogámica entre Wall Street y los Clinton. De ahí sale el principal apoyo económico a la campaña de la ex primera dama y ello le llevará a ser poco dura en la legislación con las entidades financieras…
En tu libro hablas también de gentrificación.
Miami es, quizá, el ejemplo más cercano para Barcelona. La ciudad de Florida utilizó arte contemporáneo y grandes marcas de lujo para hacer políticas de gentrificación en algunos barrios pobres y revalorizarlos. Ese proceso había pasado de forma natural con el paso del tiempo en barrios de otras ciudades de Estados Unidos; con artistas que se iban a vivir a zonas más obreras y baratas y a la larga se acabaron encareciendo los precios. Pero allí se ha hecho de forma inversa. De arriba a abajo. Se ha contratado a artistas para que decoren zonas marginales. Inversores inmobiliarios compran solares y terrenos y establecen galerías de arte a la par y al final la gente que lleva toda la vida allí, haitianos o cubanos de clase baja, no puede pagar el alquiler cuando suben los precios y acaban expulsados de sus barrios.
«Por primera vez se habla de la incompatibilidad de esa agenda de global que sirve a intereses de los grandes monopolios, las grandes multinacionales y los bancos»
Hace unas semanas estuve en Miami y vi cómo varias personas pintaban un mural en una pared cuando iba camino de Little Haiti para ver el segundo debate presidencial. Cada uno tenía una parte ya dibujada y sólo tenían que colorearlas… Resultaron ser trabajadores de una empresa creativa y su CEO estaba allí. Tenían un acuerdo comercial con Air France y KLM para pintar ese mural. Era una operación de marketing. Craig Robins es el gurú de este modelo al que le veo más contras que pros.
Las encuestas vaticinan una victoria clara de Clinton. Pero Donald Trump ha tenido mucho apoyo. Aunque él no llegue a la Casa Blanca esas ideas seguirán ahí… Lo mismo pasa con Sanders en el bando demócrata.
Trump y Sanders escenifican una ruptura con el pasado, con el modelo de política de dos partidos que siempre hacían lo mismo: lo que querían las grandes empresas de Wall Street. Hasta ahora había una zona consensuada que cumplía con la agenda neoliberal del Fondo Monetario Internacional (FMI). Trump, Sanders, el Brexit o los populismos de Europa son un ejemplo de la ruptura con ese modelo de políticas. Todo ello no creo que sea algo que pase cuando gane Clinton. Tiene que ver con un trasfondo socioeconómico en el que hay una desigualdad extrema y una polarización de la renta, además un estancamiento del nivel de vida.
¿Y donde está la esperanza?
Las cosas pueden ir por un lado o por el otro… También hay esperanza. Off the road quiere representar eso. El sistema parece que descarrila y no se sabe por dónde irá. Es fascinante ver el pánico que existe en el establishment americano, desde la dirección del Partido Demócrata hasta los oligarcas de Wall Street, que están acojonados con Trump. Pero con todo, el magnate tiene un 40% de los votos pese a todas las barbaridades que dice. Es por el hastío de la gente. Eso les lleva a votar por Trump y que salte el sistema por los aires. Y aunque pierda eso no va a desaparecer.
Puede haber violencia e inestabilidad tras la victoria de una política tan corrupta como Clinton. Justo cuando la ideología de Davos es cuestionada por ciudadanos de a pie, parece que ganará la personificación de esa ideología de grandes corporaciones haciendo filantropía para su tráfico de influencias. Hay una bomba de relojería. Saldrán más cosas sobre Clinton… y los republicanos tienen que domar a su bestia. Trump ha demostrado que un discurso incendiario hasta niveles inimaginables ha arrasado en las primarias.
Lo bueno es que por primera vez se está hablando de la incompatibilidad de esa agenda de global que sirve a los intereses de los grandes monopolios, las grandes multinacionales y los bancos, que hasta ahora se repartían el pastel. Y eso también está en el discurso de Trump. Se desplaza el centro político y Sanders ha forzado a Clinton a adoptar otras políticas y otro discurso. Y esto puede acabar muy mal. Pero también, bien. Y más vale jugársela porque puede ir todo a mejor y lo que hemos tenido durante los últimos treinta años ha sido un aumento brutal de la desigualdad económica.