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¿Qué está pasando en el Sahel?

Fuentes: Quilombo

En el Sahel se están produciendo extraños acontecimientos que reúnen en un guión más enrevesado que el de Syriana a europeos secuestrados, bandidos del desierto, una supuesta filial de Al Qaeda, medios de comunicación, servicios secretos de todo tipo y militares de la región y de otros países. A falta de periodistas rigurosos sobre el […]

En el Sahel se están produciendo extraños acontecimientos que reúnen en un guión más enrevesado que el de Syriana a europeos secuestrados, bandidos del desierto, una supuesta filial de Al Qaeda, medios de comunicación, servicios secretos de todo tipo y militares de la región y de otros países. A falta de periodistas rigurosos sobre el terreno que tengan conocimiento de la región, la mayor parte de la información proviene en la práctica de las fuerzas de seguridad y los servicios secretos de los países implicados (aficionados a las «operaciones psicológicas«), junto con los centros de investigación («think tanks») –vinculados a aquéllos- que viven de la omnipresente amenaza terrorista. Pero en las últimas semanas, una atropellada intervención militar ha expuesto a la luz pública muchas de las contradicciones de una historia que cambia según quién sea la fuente.

Recapitulemos un poco. Los catalanes Roque Pascual y Albert Vilalta llevan casi nueve meses secuestrados en el Sahel, en condiciones muy duras, por una banda que reivindica su pertenencia a Al Qaeda del Maghreb Islámico (AQMI, antiguo GSPC, a su vez una escisión del GIA). Pascual y Vilalta participaban en una caravana organizada por la ONG Barcelona Acció Solidaria cuando fueron capturados (junto con Alicia Gámez, liberada 101 días después) en la carretera principal de Mauritania por un comando fuertemente armado. Este grupo les habría entregado luego a una facción del AQMI a cambio de dinero, según se desprende del juicio al malí Omar Sahraoui, el único condenado hasta la fecha por estos hechos. Una «venta» parecida podría haberse producido en el caso del francés Pierre Camatte, aunque él lo niega.

El extraño trío salafista

En la versión que reproducen los medios, Pascual y Vilalta estarían en manos de una facción dirigida por el argelino Mokhtar Belmokhtar. Para hacerse una idea de cómo son, en junio la cadena de televisión France 24 emitió un vídeo sin fechar con imágenes inéditas de Belmokhtar y sus hombres, al parecer originarios de todos los países de la región, incluyendo Marruecos. Este grupo sería diferente al que dirige Abdelhamid Abu Zeid, responsable del secuestro del francés Pierre Camatte y del asesinato del también francés Michel Germaneau y previamente del británico Edwin Dyer. Esta es la versión oficial…ahora. También era la opinión del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) a los pocos días del secuestro, antes de que el AQMI lo reivindicara. Sin embargo, en enero se suponía que los tres españoles estaban secuestrados por el temible Abu Zeid. Tras la amenaza de ejecución de Pierre Camatte, se volvió a la versión inicial: los españoles no debían preocuparse pues Pascual y Vilalta estaban secuestrados por el «menos malo» Belmokhtar. Ignacio Cembrero, el corresponsal de El País que mantiene línea directa con el CNI y el Ministerio de Asuntos Exteriores, aseguraba en marzo -tras la liberación de Alicia Gámez- que «Mokhtar Belmokhtar, uno de los jefes de Al Qaeda en cuyas manos están aún dos rehenes españoles, y Abdelhamid Abu Zeid, el terrorista en cuyo poder estaba el francés Pierre Camatte liberado el 23 de marzo, no tratan por igual a sus cautivos.»

Dos son, pues, los grupos de AQMI que operarían en el Sahel. Si el perfil de Abu Zeid es el de un jihadista fanático, Belmokhtar se acerca más al clásico bandido, un contrabandista de tabaco y armas arraigado en la región, que incluso se habría casado con mujeres integrantes de tribus árabes e imuhagh. Una reciente nota de Reuters reconoce al menos que «no está claro qué grado de colaboración existe entre ellos«. Según la versión más difundida, Abu Zeid fue enviado por el emir nacional Abdelmalek Droukdel (jefe del GSPC/AQMI desde 2004) a la denominada «zona 9» del GSPC (la que cubre el sur de Argelia fronterizo con Mauritania, Mali y Níger) para controlar a Belmokhtar, con quien Droukdel estaría enfrentado desde que en 2007 decidiera por su cuenta vincular la organización a Al Qaeda, según declaraciones de un arrepentido. Mientras a los dos primeros se les suele presentar como «internacionalistas» que promueven en África Occidental la jihad, Belmokhtar representaría una tendencia más «localista» o «argelina» y se caracterizaría por un carácter más mercenario. Mediante el contrabando y los secuestros, ambos conseguirían dinero para financiar las actividades de Droukdel en el norte. No obstante, las malas relaciones que se les atribuye y la relativa autonomía de Belmokhtar casan mal con una teórica estructura jerárquica y podría significar simplemente la existencia de dos bandas completamente diferentes.

Aunque los «terroristólogos» den por sentado muchas cosas, con respecto a estos personajes lo que predomina son los rumores cuya coherencia no parece preocupar a casi nadie: muertes y súbitas reapariciones, sucesivas entregas y defenestraciones seguidas de desmentidos y condenas en ausencia. No son los únicos.

Precedentes

Algo similar ocurre con antiguas estrellas rutilantes de la constelación GSPC/AQMI. Amara Saifi, alias Abderrezak «El Para» (fue paracaidista en el ejército argelino), que se hizo célebre en 2003 con el secuestro de 32 turistas europeos, ha protagonizado los episodios más esperpénticos. Perseguido por el ejército argelino, se refugia en el Chad y en marzo de 2004 la guerrilla del MDJT anuncia públicamente su captura. Sin embargo, dos meses después, los guerrilleros chadianos, hartos de cargar con el incómodo personaje, recurren al diario Le Monde para quejarse de que nadie haya ido a buscarlo (Le Monde, 26 de mayo de 2004). No sería transferido a Argelia hasta el mes de octubre, gracias a la mediación libia. A pesar de ello, ocho meses después, un tribunal condenó a «El Para» por creación de grupo terrorista… en ausencia (en rebeldía). Es decir, el gobierno no lo puso a disposición del tribunal para que pudiera comparecer en el proceso. En junio de este mismo año, «El Para» volvió a ser condenado por el ataque a un convoy militar, de nuevo en ausencia. Aunque la prensa occidental y los expertos de marras afirmen alegremente que se encuentra en la cárcel, lo cierto es que casi nadie -salvo el gobierno- sabe dónde está, y hasta el responsable de las prisiones de Argel negó en noviembre de 2009 que Abderrezak «El Para» estuviera preso en la capital. El juicio por el secuestro de los turistas nunca llegó a celebrarse. Motivos más que suficientes para sospechar que «El Para» sea en realidad un agente del DRS, los servicios secretos argelinos.

Otro tanto de lo mismo sucede con Hassan Hattab, ex emir del GIA en la Kabilia argelina que renegó de la misma para crear en 1998 el GSPC, grupo que abandonó más tarde por supuestas diferencias con Droukdel. En octubre de 2007 el ministro del interior anunció que se había entregado, pero posteriormente se sucederían los juicios celebrados sin su comparecencia. Las autoridades argelinas alegan que Hattab tendría un «estatuto especial». En una entrevista concedida en julio de 2009 a la revista Echorouk, Hattab declaró que la declaración de pertenencia a Al Qaeda por parte del GSPC era puramente formal: «no hay ninguna relación entre ambas organizaciones, ninguna coordinación directa, ni órdenes recibidas por parte de Al Qaeda«. Declaraciones que deberían al menos invitar a la prudencia. Da igual, los titulares de la prensa occidental cada vez hablan más de «Al Qaeda», a secas, ya no AQMI, GSPC o cualquier otro grupo armado.

Una fracasada intervención militar

En la noche del 21 al 22 de julio de 2010 tuvo lugar un operativo militar en el área de Tessalit, Mali, cerca del macizo montañoso de Tighaghar. Las primeras informaciones mencionaron una intervención militar mauritana con apoyo de «países amigos» para liberar a Michel Germaneau, mientras que en internet El País y ABC hicieron referencia a una operación militar franco-mauritana, con apoyo de Estados Unidos, que se saldó con un fracaso: seis presuntos «terroristas» muertos y ni rastro de Germaneau. La filtración española muestra que el gobierno de Jose Luis Rodríguez Zapatero -preocupado por lograr la liberación de Pascual y Vilalta- estuvo al corriente del operativo francés. Ante esta y otras filtraciones, el Ministerio de defensa francés se vio obligado entonces a emitir un comunicado que habla, en cambio, del «apoyo» francés a un operativo mauritano que trataba de evitar la comisión de atentados en Mauritania. Tres días después la cadena Al Jazeera emite un supuesto mensaje sonoro de Droukdel en el que anuncia el asesinato de Michel Germaneau en respuesta a la operación militar francesa.

Pocos quedaron satisfechos con la escueta versión de los hechos aportada por Francia. El 26 de julio la prensa argelina insinuaba que probablemente Germaneau, de 78 años de edad y salud precaria, ya había muerto y que la misteriosa operación era más de castigo que de rescate. La prensa de Mali y el diario francés Rue89 coincidían en hablar no de un operativo militar sino de dos: uno franco-mauritano, que habría tenido lugar en torno a Arouane y que no sería más que un señuelo; otro efectuado -este sí- en Tessalit, que habría contado con la participación de Argelia. Tessalit está pegado a la frontera con Argelia, por lo que es muy improbable que Francia -menos aún Mauritania- hubiera realizado una acción militar allí sin contar con el visto bueno argelino. Ya desde el mismo 23 de julio, la consultora Menas Associates informaba acerca de la posible participación argelina. El 8 de agosto, el antropólogo Jeremy Keenan -responsable de Menas y, en principio, buen conocedor del Sáhara- escribía en la web de Al Jazeera que hubo más que un simple visto bueno: una intervención directa con apoyo logístico y tal vez helicópteros. Es decir, se habría producido un operativo militar franco-argelino en territorio malí, algo que prensa y gobierno argelinos han ocultado por razones políticas, sobre todo si se confirma que Germaneau murió en realidad durante el ataque, como sostiene el diario argelino L’Expression.

Menas Associates, como la organización Algeria Watch, sostienen que el DRS argelino infiltra, manipula o directamente crea células del AQMI a conveniencia, por razones internas o externas (lucha de clanes, atracción de potencias externas). Resulta plausible la opinión de que puede haber varios AQMI, unos más reales que otros. Lo que es menos creíble es la opinión de Keenan de que el DRS ha engañado o tomado el pelo a los franceses. Puede que haya habido colaboración y una muy mala coordinación.

La dificultad de construir una amenaza a la medida de todos

Tanto el Sáhara como el Sahel está, pues, infestado de fuerzas especiales francesas, estadounidenses y británicas, pero también de agentes españoles, alemanes y hasta israelíes, pero se ve que se cuidan mucho de compartir toda la información de que disponen. Cuesta creer que los moradores de las arenas que secuestran occidentales -lucrativo negocio-, y que se cuentan en unas pocas centenas, puedan representar una seria amenaza para «occidente» o los gobiernos de la región. De hecho, suele insistirse más bien en una idea preventiva, evitar la tan cacareada «radicalización» en una zona extremadamente pobre…pero con una densidad de población bajísima (el norte de Mali, que comprende las regiones de Tombuctú, Kidal y Gao, abarca un área más grande que España pero con una población que no llega al millón de habitantes). Todos concuerdan en hablar de amenaza, pero por motivos no siempre coincidentes: se mezclan razones de consumo interno (España o Francia, en su tratamiento de fenómenos como el islamismo o directamente la inmigración) con el objetivo de crear estructuras regionales de seguridad en una zona con importantes recursos energéticos (uranio, petróleo y gas). Es en este último aspecto donde se concentra la competencia internacional por obtener las mejores posiciones.

Estados Unidos ha entrado con fuerza desde que creó un mando militar específico, Africom, y trata de reunir a todos los países implicados bajo su batuta. En el marco de Africom, en mayo de este año se realizaron unas maniobras militares conjuntas denominadas Flintlock 2010. Aunque los países africanos rechazaron acoger la sede de Africom nunca han echo ascos a la financiación, en particular de armamento y tecnología, ni a la asistencia técnica. Mali es uno de los principales beneficiarios de esta asistencia, y su principal objetivo es mantener a raya a la rebelión tuareg o imohagh y controlar a los traficantes de todo tipo que circulan por su territorio. Tráficos en los que suelen estar implicados las mismas fuerzas de seguridad argelinas, malíes o de Níger. En un ejemplo más de la prudencia que hay que tener a la hora de precisar de qué AQMI estamos hablando, el pasado 13 de agosto fue asesinado cerca de Tessalit un oficial de aduanas de origen tuareg, el teniente Sidi Mohamed Ag Acherif, alias «Marzouk». La noticia de un medio local de la región de Kidal hablaba simplemente de «bandidos». Sin embargo, la información de la agencia internacional AFP sí menciona al AQMI como responsable. La relación del oficial con traficantes y contrabandistas, así como su antigua pertenencia al Ejército Revolucionario de Liberación de Azawad, una de las guerrillas tuareg del norte del país, permite albergar dudas sobre las verdaderas razones de su muerte.

Por su parte, a Argelia no le importa recibir apoyo financiero de Estados Unidos, siempre que sirva para reforzar el poder interno y regional de los clanes vinculados al aparato de la seguridad militar. De ahí que el gobierno argelino coopere también con Francia, país que desea preservar un papel en sus ex colonias. Argelia también toma iniciativas por su cuenta. Ha convocado cumbres regionales y auspiciado la creación en Argel de un centro de investigación en el marco de la Unión Africana, el Centro Africano para el Estudio e Investigación del Terrorismo (CAERT, según las siglas en francés). Este centro publicó en junio de 2010 el primer número de un nuevo boletín («African Journal for the prevention and combating of terrorism«). En este número llama la atención tres cosas. Primero, que ha sido financiado por el gobierno español. Segundo, que el experto español que participa en el mismo es Carlos Echeverría Jesús, profesor de Relaciones Internacionales de la UNED y analista del ultraderechista Grupo de Estudios Estratégicos (GEES). Cabe añadir que fue el gobierno de José María Aznar el que inició el acercamiento con Argelia, país considerado hoy como estratégico por España. Y tercero, destaca el artículo de Liess Boukra, director adjunto del CAERT, que puede considerarse como el relato más acabado sobre el GSPC/AQMI publicado por una fuente próxima al gobierno argelino, y que seguramente servirá de inspiración para nuestros expertos en «terrorismo».

La tendencia de los gobiernos a alqaedizar la mirada sobre insurgencias y conflictividades diversas, entendiendo por tal la adscripción a una marca o ideología islamista de grupos opositores o al margen de la ley, armados o no, sin que estén necesariamente relacionados entre sí (insurgentes argelinos, traficantes, contrabandistas, guerrillas tuareg, etc.) no está exenta de contradicciones. Como comenté más arriba, todos están de acuerdo en el nombre de la cosa, pero no siempre coinciden ni en las motivaciones ni en el método, lo que facilita las fricciones, como cuando Mauritania y Argelia criticaron a Mali por hacer el juego a los islamistas (absolución de islamistas para satisfacer a Francia y facilitar la liberación de Camatte, quien de paso fue acusado de ser un espía).

En fin, todo este juego opaco de intereses, de informaciones y contrainformaciones no ha facilitado la pronta resolución del secuestro de Roque Pascual y Albert Vilalta. Más bien podría haber contribuido a su prolongación. No obstante, en los últimos días se suceden las noticias que apuntan a un próximo desenlace. Esperemos que sea para bien. Y que su secuestro no sirva de excusa para crear más profecías autocumplidas.

Fuente: http://www.javierortiz.net/voz/samuel/que-esta-pasando-en-el-sahel