Imagen que ilustra la violencia imperialista en Libia. Foto: AFP 2020 MAHMUD TURKIA (recuperada por Sputnik).
La OTAN está dispuesta a prestar su «apoyo» al gobierno de Trípoli dirigido por Fayez al-Sarraj. El anuncio hecho por el secretario general de la organización atlántica, Jens Stoltenberg, plantea algunos interrogantes cuando se conoce la responsabilidad de la Alianza en el caos que perdura en Libia. Análisis para Sputnik del investigador y periodista Patrick Mbeko.
«Queríais la paz, queríais la libertad, queríais el progreso económico. Francia, Gran Bretaña y Europa siempre estarán al lado del pueblo libio».
En estos términos proclamaba Nicolás Sarkozy, el 15 de septiembre de 2011, en la euforia de la victoria en Bengasi, el advenimiento de una «nueva Libia», tras el asesinato del coronel Muamar el Gadafi. Tras nueve años y decenas de miles de muertos más tarde, nada ha pasado como se esperaba. La antigua Yamahiriya Árabe Libia, rebautizada en 2013 como «Estado de Libia», sigue buscando un destino político. El tribalismo y el comunitarismo prevalecen sobre el patriotismo. El terror hace estragos: una multitud de milicias fuertemente armadas hace reinar la ley del más fuerte fuera de todo control. Signo del desorden generalizado, dos autoridades se disputan actualmente el poder en el país: el Gobierno de Unión Nacional (GNA) –con base en Trípoli y reconocido por la comunidad internacional- y un gobierno y un parlamento en el este libio, partidario del mariscal Khalifa Haftar.
Es en este contexto de tensión política además de conflicto armado entre ambas partes, en el que el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, anunció en una entrevista concertada con el diario italiano La Repubblica, la intención de la Alianza Atlántica de dar su apoyo al gobierno de Trípoli.
Un rosario de buenas intenciones diplomáticamente hipócrita
No es la primera vez que la OTAN se pronuncia a favor de un apoyo diplomático y militar en favor del GNA. En la cumbre de Bruselas en 2018, dijo estar dispuesta a ayudar a Libia en los ámbitos de la defensa y la puesta en marcha de instituciones de seguridad, tras la demanda formulada por el primer ministro Fayez al-Sarraj. Jens Stoltenberg reiteró lo mismo al antiguo representante especial del Secretario General de la ONU para Libia, Ghassan Salamé, en mayo de 2019, en el cuartel general de la OTAN, y al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante una entrevista telefónica el 14 de mayo de 2020.
Por el momento, este rosario de buenas intenciones apenas se materializa y cabe legítimamente preguntarse si la OTAN tendrá éxito donde la ONU no deja de estrellarse. La cuestión se plantea con mas agudeza en tanto en cuanto algunos miembros de la Alianza resultan ser los partidarios de los protagonistas del conflicto libio.
En efecto, además de las potencias regionales implicadas en la crisis y de Turquía, que se ha posicionado abiertamente a favor del gobierno de Trípoli, otros países de la OTAN juegan su división en Libia en la discreción más total. Tal es notablemente el caso de Francia, que apoya al mariscal Khalifa Haftar afirmando «apoyar al jefe del gobierno reconocido por la comunidad internacional» y los esfuerzos de las Naciones Unidas.
Del lado americano, se mantiene la misma ambigüedad, pero todo hace pensar que Washington no tiene la intención de abandonar a «su hombre» Haftar, hay que recordar que durante mucho tiempo la CIA le ha tenido en palmitas, antes de regresar a Libia en 2011 en los furgones de la OTAN, a petición de la misma… CIA. El pasado abril, Donald Trump se ha entrevistado por teléfono con el mariscal libio y le ha brindado su apoyo.
Un informe confidencial de las Naciones Unidas del que Bloomberg ha obtenido una copia revela que mercenarios occidentales con pasaportes franceses, británicos y estadounidenses han ayudado a Khalifa Haftar en su ofensiva del verano de 2019 hacia Trípoli. En ese momento, los Estados Unidos y Rusia, el otro apoyo del mariscal, habían rehusado defender un proyecto de resolución presentado en el Consejo de Seguridad por el Reino Unido con miras a instaurar un alto el fuego en Libia. Todo hace pensar que la implicación de los mercenarios occidentales correspondería a una operación de subcontratación encargada por uno de los países de la OTAN. Sobre todo, porque el nombre de Erick Prince, fundador de la firma de mercenariado Blackwater (hoy denominada Academi), que durante mucho tiempo fue subcontratado por cuenta del Pentágono en Afganistán e Irak, ha sido citado en el asunto.
Todas estas implicaciones extranjeras complican el proceso de paz en Libia y cabe preguntarse cómo puede la OTAN pretender poner orden en un conflicto alimentado sigilosamente por algunos de sus miembros más influyentes. Además, lo que hace de la resolución de la crisis libia «insalvable» no es tanto la posición a priori irreconciliable de los actores locales, como la importante implicación de protagonistas extranjeros, cada uno de los cuales persigue sus propios objetivos.
Cuando la Unión Africana maniobra en aguas turbulentas
Esta situación complica la tarea de la Unión Africana (UA), que intenta desde principios de año encontrar una solución africana a la crisis libia.
Mantenida al margen durante años, la UA hace lo mejor que puede para reunir a los protagonistas de la crisis libia en torno a una mesa con el fin de sacar definitivamente al país de la anarquía. Se sabe que debe celebrarse un foro para la reconciliación nacional en Libia en julio de 2020 en Addis Abeba, la capital de Etiopía y sede de la Unión Africana. Todo un desafío en relación con las injerencias antes mencionadas.
En marzo de 2011, la hoja de ruta propuesta por la organización panafricana para evitar una guerra civil devastadora en Libia fue torpedeada por la OTAN, que pretendía liquidar al coronel Gaddafi.
En ese momento, un comité ad hoc de jefes de Estado con mandato de la UA debía llevar a cabo una misión de última oportunidad en Libia para persuadir a las partes en conflicto a aceptar los términos de la hoja de ruta elaborada por la organización panafricana. En medio de estas deliberaciones, el entonces presidente de la Comisión de la UA, Jean Ping, había recibido un llamamiento del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, quien le dijo que había recibido instrucciones específicas de los dirigentes occidentales reunidos en el Palacio del Elíseo para disuadir al comité ad hoc de viajar a Trípoli y Benghazi, como se estaba preparando para hacer en el marco de la aplicación del plan de salida de la crisis de la UA. La razón dada por los «amos del mundo» reunidos en París: las «incursiones humanitarias» de la coalición que debían comenzar en las horas siguientes…
Esperemos que el enfoque diplomático iniciado por la UA en marzo pasado para sacar a Libia del caos no sufra el mismo destino…
Texto original: Chère OTAN, et si on libérait la Libye des ingérences étrangères, avant de penser la paix?», en Sputnik News.
Traducido por Mª Isabel Celada Quintana para Umoya.
Fuente: https://umoya.org/2020/06/19/otan-patrick-mbeko-libia-injerencia/