Los administradores imperiales hacen las políticas y los banqueros y los Directores Generales le aseguran a sus accionistas de que la Administración protege e incrementa sus intereses mundiales. Los contratos de defensa, los ingresos por el petróleo y las prebendas corporativas siguen fluyendo hacia ellos -especialmente los vinculados a Halliburton, Bechtel o Lockheed Martin. Es […]
Los administradores imperiales hacen las políticas y los banqueros y los Directores Generales le aseguran a sus accionistas de que la Administración protege e incrementa sus intereses mundiales. Los contratos de defensa, los ingresos por el petróleo y las prebendas corporativas siguen fluyendo hacia ellos -especialmente los vinculados a Halliburton, Bechtel o Lockheed Martin. Es más, los jefes corporativos pagan cientos de millones de dólares en contribuciones de campaña para el lado político de esos «intereses». A esos capitanes de industria no parece interesarles de qué forma el equipo de Bush desprecia las reglas tradicionales.
Por ejemplo, la Casa Blanca entregó credenciales instantáneas de prensa a Jeff Gannon, c/p James Guckert. Durante dos años este «reportero» ultra derechista de sitios web republicanos (propiedad de un republicano de Texas) fue llamado con regularidad por el ayudante de prensa de la Casa Blanca Scott McClellan y por Bush. Como era de esperar, Gannon hacia preguntas favorables a la Administración.
«Mientras los demócratas están cuestionando los resultados de Ohio en el Capitolio, los demócratas en el estado de Washington han descalificado cualquier número de votos militares a fin de ganar allí las elecciones para gobernador. Considerando que los soldados norteamericanos están en Irak luchando por dar a esa gente el derecho a votar, el derecho a elecciones libres y limpias, ¿no cree usted que estamos obligados a garantizar que sus votos sean contados aquí?»
El Servicio secreto conocía de los sitios web homo-eróticos de Guckert en los que Gannon aparece como «militar, musculoso, masculino y discreto». Un diseñador de sitios web admitió que él había «diseñado para Gannon un sitio de acompañantes gay y que había colocado fotos de Gannon desnudo a petición del cliente» (The Washington Post, 13 de febrero).
Sin embargo, la columnista de The New York Times Maureen Dowd protestó porque «me negaron un pase de prensa de la Casa Blanca al inicio de la administración Bush, pero ¿alguien con un alias, con problemas de evasión de impuestos (debía $20 700 en impuestos sobre ingresos) y fotos en Internet en las que posó como ‘fauno de Barberini’ tiene credenciales para cubrir la Casa Blanca que ganó un segundo período predicando la homofobia y los valores familiares?»
«Nadie me llamó para darme explicaciones», se quejó Dowd después de haber solicitado repetidamente que le renovaran su credencial. La recibió «después de una nueva verificación de antecedentes por parte del Servicio Secreto y que duró varios meses» (NY Times, 14 de febrero).
Mientras Dowd tenía que pasar los nuevos «obstáculos de seguridad», el tenebroso Guckert se colaba por las rendijas de «seguridad incrementada y recibía su pase diario de prensa. Un ex policía federal me aseguró de que «sólo una orden directa de muy alto podía haberle permitido un acceso tal al Presidente».
Unas pocas llamadas telefónicas a fuentes enteradas de Washington me hicieron inferir que el caso Gannon-Guckert era asunto del über-estratega de Bush, Karl Rove, a quien considero el Roy Cohn del siglo 21.
A principios de los años 50, Cohn se convirtió en el perro de presa de Joe McCarthy. Ayudó a «Joe» a apoderarse de los titulares y a sembrar el temor. A pocos meses de la falsa «revelación» de McCarthy acerca del número de rojos en el Departamento de Estado (cambió la cifra varias veces), el senador novato por Wisconsin y Cohn, su pit bull humano, aprendieron que la pelea sucia logra resultados. Los medios convirtieron las más tontas acusaciones atemorizantes en titulares urgentes: «Hoy estamos enfrascados en una batalla total, definitiva, entre el ateísmo comunista y la cristiandad», entonó McCarthy en un discurso de 1950. «Tengo en mis manos cincuenta y siete casos de individuos que parecen ser miembros plenos o ciertamente leales al Partido Comunista, pero que aún así todavía están ayudando a conformar nuestra política exterior».
Tal despotricamiento llevó a McCarthy a aparecer en la portada de la revista Time. Su voz se hizo familiar en las noticias radiales. Como asesor principal de McCarthy, Cohn usó la implicación para difamar a sus objetivos liberales-rosados. Para atacar al jefe del buró francés de la Voz de Estados Unidos (VOA), Cohn declaró que los comunistas no creen en la familia y proclaman el colectivismo. Como el jefe del buró francés de la VOA «trató de reclutar a un empleado para un colectivo… (él) debe ser comunista». O «los comunistas son ateos: el jefe de la programación religiosa de la VOA no cree en Dios… por tanto, ese empleado de la VOA debe ser comunista».
Cohn usó a Dios y a la patria como armas, echando sobre los hombros de los acusados la carga de «probar que creían en Dios y eran patriotas» (David Krugler, «¿Dios, Monogamia y la Sala de Redacción? La Investigación por McCarthy de la Voz de Estados Unidos en 1953», Organización de Historiadores Norteamericanos, 2-5 de abril, 1998, Indianápolis, Indiana).
Según esa tradición de torcer la lógica y las reglas, aparentemente Rove también utilizó al disponible Guckert para promover las causas de Bush y atacar a sus enemigos. Los blogs descubrieron que Guckert filtró la noticia de «Choque y Sorpresa» horas antes de que Bush anunciara la invasión de Irak en marzo de 2003. John Aravosis, de Americablog.org dijo que «Guckert entregó otras «exclusivas» a medios noticiosos «amistosos» (como Sean Hannity en Fox), incluyendo detalles relacionados con el escándalo de Dan Rather/CBS con el memorando» (Daily Kos, 18 de febrero de 2005).
El tono urgente que se dio al escándalo Rather, junto con las «últimas noticias» acerca de Michael Jackson, Kobe Bryant y Robert Blake, crear distracción en el público. Un número mucho mayor de norteamericanos conoce los desagradables de talles de la vida en la Tierra de Nunca Jamás que acerca de cómo excéntricos de la política neoconservador como el Subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz y el ex Presidente de la Asesoría de Defensa Richard Perle (cuyas posiciones parecen cercanas si no idénticas a las del Primer Ministro israelí Ariel Sharon) han comenzado a reestructurar el Medio Oriente. Ellos comparten ese enfoque con los predicadores fundamentalistas como Pat Robertson y Jerry Falwell, quienes también apoyan las agresivas políticas israelíes mientras que declaran simultáneamente que «Dios no escucha las oraciones de los judíos».
Este grupo de «valores morales» también exige adherencia a la abstinencia en cuanto al sexo y las sustancias. Buscan llenar el país de símbolos religiosos y castigar a los medios que traumatizaron a cien millones de norteamericanos al mostrarles el pecho de una mujer en el Supertazón del año pasado. No pareces importarles asuntos menos espirituales, como los millones de muertes anuales por enfermedades prevenibles.
Algunos voceros públicos de la moralidad fundamentalista han demostrado una distancia de farsa entre lo que predican y lo que hacen: el bocón de la radio Rush Limbaugh dijo que «si la gente viola ley por consumir drogas, deben ser acusados y deben ser condenados y deben ser encarcelados». Hasta que los arrestaron por comprar y usar ilegalmente drogas oxicontin, o heroína rural). Entonces pidió comprensión. ¡Ah, el dolor!
¿Debemos compadecernos también de Bill O’Reilly, de Fox, autor de libros infantiles de moralidad? Según una demanda judicial, O’Reilly telefoneó a una productora asociada y le sugirió que ella «compre un vibrador y le ponga nombre, y que él tenía uno, ‘en forma de pene y con una pequeña batería’… se hizo evidente que el Acusado se estaba masturbando mientras hablaba».
Newt Gingrich, el retórico campeón del matrimonio y de los valores morales, abandonó a su esposa moribunda de cáncer -para casarse con una mujer más joven y sana, de la cual se divorció más tarde.
No importa lo que uno haga, sino cuán agresivo uno parece. A fines de febrero, según la airada tradición de Roy Cohn, el seguidor de Bush Sam Johnson (republicano por Texas) dijo a una congregación de una iglesia que Bush debía lanzar una bomba nuclear en Siria porque Siria era malvada. El rebaño aplaudió.
De manera similar, Cohn y McCarthy a menudo vinculaban blancos liberales con las ilusiones homosexuales u utilizaban secretos sexuales para chantajear a informantes potenciales.
La homosexualidad de Cohn era un secreto a voces. Aunque bebía en bares gay y a menudo se marchaba con hombres gay, Cohn se opuso a la ley de derechos gay de Nueva York y trató de prohibir que los homosexuales fueran maestros. Murió de SIDA en 1986, aún negando firmemente su condición.
Los homólogos anteriores de Cohn, los miembros del Partido Nazi de fines de los años 20 e inicios de los 30, proyectaban al represión sexual en la política diaria. Emergiendo del abrazo de sus amantes masculinos, algunos nazis salían en busca de homosexuales no nazis a quienes matar. Es más, hasta 1934, cuando Hitler mató a su amigo homosexual Ernst Roehm y a sus seguidores, algunos de los más brutales represores (miembros de las Tropas de Asalto) eran homosexuales.
El psiquiatra Wilhem Reich sugiere que la represión política se relaciona con la represión sexual (homo o heterosexual). ¿Explica esto en algo la actitud de Fetichista O’Reilly o de los predicadores fundamentalistas, como Jim Bakker y Jimmy Swaggert, que parecen ser adictos a las prostitutas? Ellos predican la represión sexual y política, pero sólo practican la última.
Estados Unidos, que está muy lejos de ser como la Alemania anterior a Hitler , no obstante contiene un enorme grupo de «fundamentalistas» muy reprimidos que ven en el sexo fuera del matrimonio -e incluso a veces en el matrimonio- un pecado grave. Por disfrutar del sexo, Clinton se convirtió en un odiado canalla; los asesinos en masa Rumsfeld, Cheney y Kissinger son modelos a imitar.
La Ley Patriota no ha producido un terror psíquico organizado para la sociedad -a no ser que uno sea musulmán. Pero los individuos reprimidos sí organizaron una exitosa campaña electoral en contra del matrimonio homosexual mientras Bush confrontaba a los «débiles» demócratas con políticas agresivas. Al igual que su gurú Roy Cohn, los seguidores de Rove castigan a los «traidores», como el ex embajador Joseph Wilson, quien se refutó el mito de que Irak había comprado uranio a Níger. Algún alto funcionario filtró el nombre de la esposa de Wilson, una oficial encubierta de la CIA, a Robert Novak, quien lo reveló. Esta mentalidad de prostituta encaja muy bien en la ideología puramente imperial promovida por los neoconservadores y los Soldados de Dios.
En vez de enfrentarse a esta maldad y unirse en contra de la invasión de Irak, algunos demócratas se suman a la política iraquí de Bush y lo combaten por el tema de la seguridad social. ¡Es hora de volver a las calles!
Landau dirige los medios digitales en el Colegio de Letras, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad Cal Poly Pomona y es miembro del Instituto para Estudios de Política.