Traducido para Rebelión por Caty R
«Los proveedores de fondos controlan los mandos de la política económica y social de Túnez, lo cual afecta a nuestra soberanía nacional. El pueblo tunecino no era soberano con Ben Alí y sigue sin serlo porque se le escapan los resortes esenciales», según Fathi Chamkhi, profesor universitario y portavoz de la asociación Raid ATTAC (Agrupación para una Alternativa Internacional de Desarrollo) y del Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM). Fathi Chamkhi, que lucha por la suspensión del reembolso de la deuda pública externa de Túnez, reprocha a Mustafá Kamel Nabli, gobernador de Banco Central de Túnez, «sus opciones neoliberales, en la medida en que privilegia el reembolso de la deuda en detrimento de los derechos sociales y económicos de los tunecinos».
Háblenos de su asociación, la Agrupación para una Alternativa Internacional de Desarrollo…
Nuestra asociación agrupa a inversores, abogados, estudiantes y jóvenes. Está interesada en el aspecto económico y social de la globalización, el neoliberalismo y el ajuste estructural. Nuestro objetivo es informar y educar a los tunecinos para que puedan decidir con conocimiento de causa. Queremos que los tunecinos sean dueños de su destino. No somos militantes de nuevo cuño. Personalmente me encarcelaron en 1990 y me condenaron a 12 años de prisión por cuatro cargos: creación de una asociación no reconocida, incitación de los tunecinos a la rebelión, difusión de falsas noticias que podrían perturbar el orden público e insultos a las instituciones en la persona de Ben Alí. Me dejaron en libertad un mes más tarde gracias a una movilización internacional. Después de las elecciones de 2004 la dictadura se endureció y sufrimos sus rigores. Me golpearon dos veces y me robaron en dos oportunidades.
¿Cómo atrajeron las iras del antiguo régimen?
Fue como consecuencia de una serie de reuniones que organizamos. Nuestro primer debate tuvo lugar el 17 de diciembre de 1999, tras la famosa reunión de la OMC en Seattle y el nacimiento del movimiento altermundista. En abril de 2000 organizamos una conferencia sobre la deuda y el desarrollo. A continuación celebramos otra conferencia sobre la ciudadanía y una jornada de puertas abiertas sobre la privatización, y revelamos la historia de las cementeras que se habían liquidado entonces.
Usted exige la suspensión del reembolso de la deuda pública externa de Túnez. ¿En qué basa su exigencia?
La cuestión de la deuda no es nueva para nosotros. La revolución tuvo lugar el 14 de enero. El lunes, 17 de enero, los tunecinos se despertaron y se dieron cuenta de que un alto funcionario del Banco Mundial, Mustafá Kamel Nabli, que trabajaba en Washington, tomaba posesión del puesto de gobernador del Banco Central, un puesto estratégico.
Kamel Nabli es un hombre conocido por su integridad y su competencia…
No ponemos en duda sus competencias, pero serán inútiles si no se ponen al servicio de Túnez. El gobernador del Banco Central realizó una conferencia de prensa el 21 de enero, todo el mundo sabía cuál era la situación de Túnez y él se apresuró a tranquilizar a los ricos acreedores del Norte asegurándoles que Túnez pagará el servicio de la deuda. La única preocupación de Nabli es pagar 580 millones de euros, es decir 1.120 millones de dinares, a los ricos acreedores. Es como si alguien que tiene fuego en su casa se dirige al carnicero y al tendero para decirles que les va a pagar. Es incomprensible. Nosotros le dijimos enseguida que no se pierde nada por esperar. Necesitamos movilizar esos recursos financieros para hacer frente a la emergencia social, es la obligación del Estado.
Quizá Nabli ha querido enviar señales fuertes a las agencias de calificación, en especial a Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s, que ya habían bajado la nota de Túnez, y calmar así a los inversores en un momento en el que tenemos más necesidad de la inversión extranjera directa (IDE)…
Kamel Nabli tiene una comprensión neoliberal del mundo, por eso estaba en el Banco Mundial. Está convencido de que ésa es la mejor política para nuestro país, ya que sólo puede concebir el mundo desde el ángulo del mercado y el libre comercio.
Su anuncio y los argumentos que presentó no sirvieron de nada, las agencias de calificación han bajado la nota. Ahora todo el mundo quiere que vuelva la estabilidad para relanzar la economía. Por lo tanto habría sido preferible que enviase señales fuertes a los tunecinos. Túnez no pide una nueva negociación de la deuda, no está en suspensión del pago, estamos en una revolución. Tenemos urgencias y obligaciones, y la primera obligación no es el reembolso de la deuda, sino los derechos sociales y económicos de los ciudadanos, y Kamel Nabli es tan competente que no parece preocupado por esto. Por otra parte, la presencia de las IDE en las condiciones actuales contradice y burla uno de los fundamentos de la democracia ya que no pagan impuestos.
Eso se debe al código de incitación a los inversores que les concedió las exoneraciones…
El código de los inversores de 1993 se basa en un principio antidemocrático. El hecho de que se exonere a los inversores del pago de impuestos es anticonstitucional. No se trata de echarlos de Túnez, sino de decirles que si consiguen beneficios entonces deben pagar impuestos. El pago de los impuestos es una obligación escrita en la constitución, incluso ahora que está suspendida. Hay que renegociar con los inversores y decirles que van a conseguir más beneficios bajo la democracia que bajo la dictadura. Se trata de promover una auténtica asociación «ganar-ganar».
Usted ha enviado una carta al gobernador del Banco Central en la que solicita una auditoría y una moratoria sobre la deuda pública de Túnez. ¿Ha accedido a su solicitud?
En esa carta le hemos recordado una situación que parece no tener en cuenta. Le decimos que presentaremos una denuncia contra él si falta a sus deberes y a sus compromisos y priva a Túnez de sus medios anteponiendo el pago de la deuda. Si persiste la inestabilidad y si el fenómeno de la inmigración clandestina se agrava, es porque las autoridades no han enviado señales fuertes a la juventud y continúan dudando sobre muchos proyectos, como el Programa Amal.
¿Le ha respondido el gobernador del Banco Central de Túnez?
Hasta ahora no ha habido ninguna reacción del gobernador del BCT. Lo mínimo es que respondiera públicamente, con mayor razón porque tiene a su disposición todo el aparato del Estado y la televisión. En lo que nos concierne, nuestra asociación sufre un bloqueo mediático, el asunto de la deuda es un tabú, especialmente para la televisión tunecina que se supone que debe expresar las preocupaciones de los ciudadanos.
El pasado 24 de marzo se organizó una conferencia en el Parlamento Europeo sobre la anulación de la deuda odiosa de Túnez. ¿Los parlamentarios europeos se mostraron sensibles a este llamamiento?
La conferencia se celebró en presencia de 60 diputados europeos, franceses, belgas y alemanes, así como la prensa internacional. Los diputados actuaron como ciudadanos y como parlamentarios de los países que han concedido los créditos y han financiado a Túnez. La Unión Europea siempre apoyó al dictador contra el pueblo. José Manuel Barroso, durante todo el tiempo de su última visita a Túnez ni siquiera se ha tomado la molestia de utilizar palabras nuevas. Ha repetido las mismas palabras que usó en la firma del acuerdo de asociación entre Túnez y la Unión Europea, es decir, la prosperidad compartida y la democracia. Yo digo que hoy el pueblo tunecino es libre y no tiene que pedir nada a nadie. Barroso debería haber empezado pidiendo excusas por haber apoyado al dictador. Los europeos apoyaron la dictadura hasta el final, lo único importante para ellos era la estabilidad de fachada.
Mi mensaje en esa conferencia fue que somos un pueblo pacífico y que los europeos tienen una oportunidad histórica para crear un proyecto alrededor del Mediterráneo con los pueblos soberanos, por la paz, la prosperidad y la democracia. Los europeos siempre se apoyaron en la dictadura y eso se ha vuelto contra ellos. La revolución ha marcado el final del período de dominación y del neocolonialismo. Les he pedido que nos dejen en paz, el pueblo tunecino es libre gracias a sus propios medios, sin el apoyo de nadie.
También en ese sentido hay una actuación de la TACC, la Cámara Tunecina-estadounidense del Comercio, que ha pedido el apoyo estadounidense a la anulación de la deuda de Túnez. Estados Unidos está de acuerdo, pero su participación en la deuda de Túnez es apenas del dos por ciento…
Los estadounidenses son hipócritas. Es algo que forma parte de los juegos estratégicos de las grandes potencias. El Magreb es un coto exclusivo de Europa. Para burlar la influencia europea en la región, y tras la política asociativa euro-mediterránea emprendida por Europa en los años 90, los estadounidenses sacaron su proyecto del Gran Oriente Medio. Ahora los estadounidenses pretenden recuperar su imagen en nuestro país, y si dan esos pasos en Túnez, se trata de una guerra frente a sus competidores europeos, pero no les cuesta nada, puesto que su parte en la deuda tunecina es insignificante.
Desde la revolución del 14 de enero, los países donantes y los proveedores de fondos se volcaron en ayudar a Túnez… ¿Qué opina?
Las ayudas son una hipocresía. Mire cómo son las cosas: yo te presto 100 millones de euros a un tipo de interés preferencial; mientras que el tipo del mercado es del 7%, yo te lo concedo al 5%. Así, en vez de reembolsar 130 millones de euros, reembolsarás 110 millones de euros. La diferencia, es decir, los 20 millones de euros, se considera una ayuda bajo la forma de crédito en condiciones favorables. Por otra parte, en la lógica de los proveedores de fondos, los créditos a tipos de interés preferencial se deben utilizar para comprar lo que ellos quieren vender. Los préstamos también obedecen al principio de «condicionalidad». Todos los préstamos se condicionan, hasta los «préstamos afectados» para construir carreteras u otros, e incluso se someten a condiciones políticas, por ejemplo no sobrepasar un umbral determinado de déficit presupuestario. Es decir, que los proveedores de fondos controlan los mandos de la política económica y social de Túnez, lo cual afecta a la cuestión fundamental de la soberanía nacional. El pueblo tunecino bajo Ben Alí no era soberano, y todavía no lo es porque los resortes esenciales se le escapan. En Túnez, los sucesivos gobernantes no han actuado como gobernantes soberanos de un país soberano, sino como contratistas.
En julio de 1986 Rachid Sfar, nombrado primer ministro, envió una carta de intenciones al FMI en la que decía, en nombre del gobierno tunecino, que aceptaba el programa de ajuste estructural. Esa carta todavía es válida y no se ha denunciado.
El financiamiento del programa económico y social a corto plazo, anunciado el 1 de abril por el ministro de Economía, requiere 4.000 millones de dinares. Túnez está en negociaciones con los proveedores de fondos para contratar créditos de apoyo al presupuesto…
El artículo 34 de la constitución, incluso aunque ahora no haya constitución, no autoriza al gobierno a contratar créditos, sólo el Parlamento está autorizado a hacerlo. Pero este gobierno parece que actúa según la lógica de «después de mí el diluvio». Otra cosa, el informe de la misión del FMI en Túnez, de septiembre de 2010, dice en su artículo 22 que Túnez debe bajar de inmediato los impuestos y subir el IVA, es decir, continuar favoreciendo a los patronos en detrimento de la población. El ministerio de Economía está en el mismo esquema seguido desde hace 23 años, aunque en las circunstancias actuales no puede subir el IVA. Ahora otro Túnez es posible, ¿por qué no pensamos en otras opciones?
¿Cuáles son sus opciones?
En primer lugar la medida de la suspensión del reembolso de la deuda nos haría ahorrar mucho dinero. Por otra parte hay sumas faraónicas programadas en la ley de finanzas para la presidencia de la República o para el ministerio del Interior. El reajuste de la ley de finanzas nos permitirá ahorrar mucho dinero. En este momento la imagen de Túnez es formidable, está en lo más alto, por qué no prever una suscripción solidaria hacia los pueblos de todo el mundo. Los pueblos quieren ayudarnos.