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Entrevista a Soumia Sahli, militante feminista y sindicalista argelina

«Reconstruir la esperanza entre la gente trabajadora, la juventud, las mujeres y todos los oprimidos y oprimidas, entre la gente completamente desorientada»

Fuentes: Viento Sur

El proyecto de revisión constitucional aprobado por el Consejo de Ministros el lunes 11 de enero de 2016 consagra, entre otras cosas, «la paridad de los hombres y de las mujeres en el mercado del empleo». Soumia Salhi militante feminista y sindicalista analiza este tema. El diario El Watan, en el que ha sido publicada […]

El proyecto de revisión constitucional aprobado por el Consejo de Ministros el lunes 11 de enero de 2016 consagra, entre otras cosas, «la paridad de los hombres y de las mujeres en el mercado del empleo». Soumia Salhi militante feminista y sindicalista analiza este tema. El diario El Watan, en el que ha sido publicada esta entrevista ha decidido suspender provisionalmente el espacio reservado a las reacciones de los lectores debido a la multiplicación de comentarios extremistas, racistas e insultantes (Red A l´Encontre).

El proyecto sobre la revisión de la Constitución consagra la paridad hombre/mujer. Como militante por la emancipación de la mujer, ¿qué opinión tienes al respecto?

Es un paso positivo. Reivindicamos la paridad, trabajamos sobre ello desde siempre. El objetivo central del proyecto de revisión de la Constitución es, por supuesto, volver a tratar la concentración de poderes consagrada en 2008 por la precedente revisión. No obstante, en cada revisión de la Constitución heredamos principios generosos en favor de las mujeres. Tras la promoción de los derechos políticos de la mujer en 2008 y la imposición que resultó de ello, de una representación femenina en las instituciones electas, tenemos en 2016 la afirmación de un objetivo de paridad en el mundo del trabajo y de una promesa de acción del Estado para el acceso de las mujeres a los puestos de responsabilidad. Hubiera sido juicioso optar por una redacción más clara que marcara el objetivo de paridad en todos los ámbitos sociales, tanto en el trabajo como a nivel de las responsabilidades profesionales, sindicales y política. Es bueno inscribir también la obligación que resulta de la acción del estado para promover este objetivo. Las modalidades son accesorias y debatiremos sobre ellas en la sociedad a lo largo de la necesaria lenta tramitación.

Aún cuando esta paridad está consagrada por la Constitución, la realidad sobre el terreno es muy diferente. Los diferentes organismos y clasificaciones mundiales, como el Foro Económico Mundial ponen a Argelia a la cola del pelotón…

Sí, ya lo sé. Se clasifica a veces a Argelia por detrás de los países del Golfo que son, como todo el mundo sabe, «paraísos para las mujeres». Estas clasificaciones son herramientas de propaganda de los poderosos. Si Argelia les vendiera Sonatrach (empresa de explotación de hidrocarburos, ndr) ganaría decenas de puestos. En ninguna parte del mundo se ha realizado la paridad. Ni siquiera en los países más avanzados en el terreno de la igualdad hombre-mujer, los países nórdicos. ¡El último informe mundial estima que tenemos que esperar 81 años para alcanzar la paridad en el trabajo! Ningún país ha alcanzado la paridad a todos los niveles.

En nuestro planteamiento, la paridad es un objetivo de nuestra lucha y vamos consiguiendo cosas. Nuestra sociedad está pasando de ser una sociedad rural caracterizada por la gran familia patriarcal en la que la opresión de las mujeres es radical a ser una sociedad urbana basada en la pequeña familia mononuclear y con un asalariado femenino que se desarrolla y cambia radicalmente las prácticas sociales.

Las mentalidades han seguido siendo muy similares a las que correspondían al orden social anterior, hoy en gran medida desaparecido. Las prácticas sociales cambian con dolor. Como se sabe, las mentalidades van siempre con retraso en relación a la evolución de la sociedad y la ola regresiva de los años 90 saca también sus orígenes de este gigantesco cambio en curso que ve la emergencia de la mujer argelina y su irrupción en la vida pública. Cuando comencé a militar por los derechos de las mujeres las estadísticas decían que el 97% de nosotras éramos amas de casa. De tres a cuatro decenios más tarde trabajamos una de cada seis, somos la mitad de los cuadros de la sanidad y de la educación, el 40% de los jueces, un tercio de los diputados… en algunos aspectos estamos muy por delante, pero globalmente vamos con mucho retraso en comparación con los países desarrollados en donde la condición asalariada socava las bases económicas del patriarcado desde hace varios siglos aunque no haya acabado, hay que decirlo, con la ideología patriarcal.

¿Qué habría que hacer para concretar, sobre el terreno, la igualdad de sexos?

Es un combate complejo, un combate en varios planos. La reivindicación de la emancipación de las mujeres y por tanto del fin de la opresión sufrida, no es una abstracción producida por espíritus puros. Nuestra acción se ha hecho posible por una evolución objetiva de la sociedad. La igualdad prometida por todas las constituciones desde 1962 da fe de un impulso generoso del movimiento de liberación nacional, pero no podía concretarse para mi madre ni para las mujeres de su generación, encerradas o marginadas en el espacio femenino de la aldea, a menudo analfabetas…Las mudjahidates (las mujeres que combatieron por la independencia de Argelia frente a la Francia colonial), tan importantes por la legitimidad que nos procuran, eran un pequeño grupo marginado. Pero la escolarización general desde la independencia ha provocado una presencia masiva de las jóvenes en el espacio público en contradicción con la ley no escrita del orden patriarcal.

Es el inicio del movimiento feminista, rechazo del código de la familia no igualitaria pero también sobre cuestiones más inmediatas como la autorización de salida para las mujeres. Cuando la urbanización revuelve la situación social, la llegada de las diplomadas al mercado de trabajo rehabilita a todas las trabajadoras, reorganiza el espacio público e impone una puesta al día de las prácticas sociales. Este proceso no se ralentiza ni siquiera durante la década de los 90. En la sociedad se discuten nuevas cuestiones: acoso sexual, violencia, acceso a los puestos de responsabilidad, aporte económico de las mujeres en la pareja….

Hay una dialéctica entre la lucha ideológica contra las mentalidades retrógradas, los combates concretos en el terreno socioeconómico y los combates jurídicos para llevar nuestros derechos a las leyes del país. Nuestro objetivo es cambiar la realidad en la sociedad. Al lado del notable éxito obtenido en el plano legislativo contra las violencias contra las mujeres, por ejemplo, nuestra victoria es que nuestra campaña se ha vuelto un hecho social, un asunto de conversación corriente y que esto favorece el cambio de comportamiento. ¿Y cómo serían iguales las mujeres si no tienen la posibilidad de autonomía económica, de un salario, de una vivienda? ¿Cómo podrían ser más numerosas en el trabajo si no hay una socialización de las tareas domésticas mediante las guarderías, comedores y transportes escolares?.

Argelia ha adoptado en 2008 el sistema de cuotas. ¿Además de asegurar una mejor representatividad de la mujer en las instituciones elegidas, este sistema ha permitido una mejor implicación de la mujer en la gestión de los asuntos públicos y en la toma de decisiones?

Estamos, todavía, a un nivel simbólico, pero el símbolo es más visible. El 30% de las electas en la Asamblea Popular Nacional es aún poco frecuente en el mundo. Pero ninguna senadora designada por los partidos. El poder es aún masculino, en los países como el nuestro lo es un poco más que en ciertos países desarrollados. Y la sociedad se resiste aún a este reconocimiento. Sin embargo de la crisis de la educación resulta una amplia mayoría femenina en el bachillerato y entre los diplomados. Sin una política de cuotas no se puede progresar. Las mujeres son aún en gran medida minoritarias a nivel de las responsabilidades pero lo que ha cambiado es que voces femeninas participan en la vida pública, en los debates de la sociedad. Nos hemos vuelto visibles, insoslayables. Estamos al comienzo de un lento proceso que lleva a la paridad.

Hay quienes hablan de una especie de absentismo de la nueva generación en todo lo que se refiere al militantismo y la acción ciudadana. ¿Compartes esta constatación? y, ¿cuáles serían las razones de ello en tu opinión?

Nuestra generación viene de una época de esperanza y hemos pasado a una situación de hundimiento del movimiento obrero que era quien galvanizaba antes la acción democrática. Pero seamos serias, en los años setenta éramos un puñado en cuatro grandes ciudades del país. Ahora hay, a lo largo de todo el país, centenares de colectivos femeninos de lo más diverso. Jóvenes, muchos jóvenes están activos, pero los colectivos militantes han dejado muy a menudo su lugar a actividades asociativas marcadas por los proyectos de las ONG o del gobierno. Los demás son invisibles. En fin, en todo el mundo se produce esta situación. Hay que reconstruir la esperanza entre la gente trabajadora, la juventud, las mujeres y todos los oprimidos y oprimidas, entre la gente completamente desorientada.

Entrevista realizada por Mina Adel y publicada en El Watan el 13/01/2016

http://alencontre.org/afrique/afriq…

Traducción: Faustino Eguberri para VIENTO SUR