Recuerdo que cuando comencé a militar allá por los inicios de los ochentas Gadafi era un referente del antiimperialismo en el mundo. Por Libia pasaba el mas amplio abanico de revolucionarios recibiendo una amplia solidaridad. Esta solidaridad se extendía a los revolucionarios de América latina y hasta de Europa, e incluía dinero, entrenamiento y armas. […]
Recuerdo que cuando comencé a militar allá por los inicios de los ochentas Gadafi era un referente del antiimperialismo en el mundo. Por Libia pasaba el mas amplio abanico de revolucionarios recibiendo una amplia solidaridad. Esta solidaridad se extendía a los revolucionarios de América latina y hasta de Europa, e incluía dinero, entrenamiento y armas. Recuerdo también que llegó a mis manos en ese entonces el «Libro verde» una especie de teoría revolucionaria alternativa teorizada por Gadafi. Tenia muchos elementos interesantes entre ellos la idea de que «toda representación es una impostura» que por lo tanto la democracia occidental era falsa, y que en Libia lo que existía era una democracia de masas con representación directa. Lo demás eran elementos de nacionalismo económico con apelaciones al socialismo que implicaban una presencia planificadora muy fuerte del estado y la existencia de consejos de trabajadores y ciudadanos que harían que la democracia de masas se extendiera también a lo económico.
Gadafi era en esa época un «cuco» para occidente, y no era para menos, ya que además de apoyar y financiar revolucionarios en América, y Europa, hacia volar por los aires bares, aviones y demás. Aunque también había algunas sombras. Como todos los nacionalistas árabes su relación con la izquierda de la región no era tan simpática como con la del resto del mundo, y para nuestro caso argentino había sido aliado de López Rega y en los ochentas los vestigios de Guardia de Hierro se paseaban por Trípoli.
Algunas sombras se extendieron sobre Gadafi en los noventas, en los momentos de mayor ofensiva de occidente contra el mundo árabe musulmán el líder libio se apartó, intentando encontrar vías de conciliación con el imperialismo. Seguramente esta posición se debió a la conclusión de que los yanquis y sus aliados arrasarían con Irak, seguramente con Siria e Irán y la causa Palestina estaba perdida, y lo mejor sería conciliar para salirse de la mira del enemigo y sobrevivir. Conciliar y sobrevivir «romper el cerco aliándose con el cerco» como dicen los montoneros que quiso hacer Perón en el 73 con la Argentina rodeada de dictaduras. Así Libia abandonó la trinchera de lucha antiimperialista cuando esta se encontraba asediada por las potencias occidentales. Aunque eso no implicó necesariamente que haya entregado su economía al libremercado.
Pero ¿que esta pasando hoy en Libia? La rebelión popular que se ve por los medios ¿es de la misma naturaleza que la egipcia? Para empezar debemos fijar posición: en Egipto cualquier cambio no puede ser para peor. Es un país miserable sometido a un régimen neoliberal de saqueo y aliado estratégico de EEUU e Israel, una dictadura retrógrada, que hasta hace poco occidente consideraba un régimen modelo y objeto de los mimos de todos los mandatarios occidentales.
En Libia la cosa no es así. Según los datos que disponemos el bienestar general del pueblo libio es relativamente bueno y sus necesidades en salud, educación, vivienda y demás (los para nosotros las mas importantes) se encontrarían cubiertas para toda la población, al menos de eso se jacta el régimen y así lo reconocen algunos estados latinoamericanos como Cuba, Nicaragua y Venezuela (aunque quizás solo sea la devolución de favores que los libios dispensaron a los revolucionarios latinoamericanos en los ochentas). Pero indudablemente una amplia (probablemente mayoritaria) parte de la población se encuentra disconforme, tan disconforme como para rebelarse y enfrentar con cientos de muertos una represión salvaje e injustificable del gobierno. No estamos hablando de una represión policial que se cobra algunas vidas, sino de masacres. Y cuando un régimen debe proceder a masacrar a su propio pueblo indiscriminadamente para sobrevivir (no a rebeldes separatistas, ni a disidentes apoyados por potencias extranjeras, sin que esto sea justificable), ese régimen esta en crisis, y la idea existente del bienestar muestra debilidades. Si esto es así ese régimen esta en condiciones de caer. Según parece la «democracia de masas» superadora de la occidental no era tal cosa, fracasó o fue abandonada en pos de la conciliación con occidente.
Pero debemos tener en cuenta algunos elementos de análisis para balancear correctamente la situación. Ha habido desde los noventas movimientos de masas que han producido la caída de diversos regímenes y que no han sido un avance en el camino de mejores condiciones para sus países. Solo los reubicaron como satélites de occidente. Fueron las llamadas revoluciones de colores. Ucrania, es la más famosa, pero también las hubo en Georgia y podemos rastrearlas en la caída de decrépito «bloque oriental», e intentos similares hubo en Iran, y en Irak antes de la invasión yanqui.
Lo sorprendente es que el régimen de Saddam contó con un importante consenso que se prolongó con la posterior resistencia dentro de la cual los Basistas eran determinantes. Y esto sucedió con un tremendo bloqueo y guerras interminables. Saddam finalmente cayo, pero sus imágenes fueron pisoteadas y acribilladas por soldados invasores y su muerte una especie de barbarie en manos de mercenarios, lo que sin dudas lo paró como un mártir ante importantes masas árabes islámicas. Siendo de un similar origen político ideológico Gadafi puede terminar sus días en manos de su propio pueblo ¿que opciones llevaron al sistema libio esta situación? Un viraje conservador, una degeneración dictatorial, la perdida de horizontes para las masas por el abandono o fracaso de los principios sociales propagandizados, la llegada de la crisis en función de su asociación con occidente (petroleo, inmigración, inversiones). No sabemos ya que nuestras informaciones son exclusivas de los medios occidentales.
Con esto no estamos abriendo un juicio de valor sobre la Libia actual más allá de lo evidente, ni siquiera sobre la sinceridad de las antiguas posiciones revolucionarias del régimen, sino poniendo alerta que no cualquier movilización popular conduce a buen puerto. Frente a los que en forma demasiado optimista ven en cualquier irrupción del pueblo una revolución, nosotros creemos que entre rebeliones y revoluciones hay una diferencia cualitativa fundamental. Aunque los objetivos sean nacionales y democráticos, las actuales rebeliones abren un terreno de disputa en el que el imperialismo se encuentra muy activo. Ese era el mismo escenario que Egipto pero allí el pueblo y el campo antiimperialista mundial no tenían nada que perder. En Libia hay recursos y políticas que son codiciadas por occidente, mas aún con la compleja situación que se vive en Egipto. Que una política de terrorismo de Estado por parte de Gadafi abra la puerta para una intervención extranjera (como advierte Fidel Castro) es el peor escenario. Y la sorprendente agitación y rápida condena de los foros internacionales nos debe poner en alerta.
Por último como en todas estas rebeliones de la sociedad civil, desconocemos cuales son sus referentes. Es nuestra convicción que para la existencia de un proceso revolucionario debe existir una dirección revolucionaria de masas. El agotamiento del nacionalismo árabe de los sesentas es evidente, la izquierda no aparece por ningún lado, el islám revolucionario y social, que en algunos países tomo la posta de la resistencia, tampoco parece estar en estas rebeliones. Todo parece estar resolviéndose en un juego entre masas espontáneas, actores intraestatales y foros imperialistas. Pero sin dudas estamos en una nueva era en el mundo árabe musulmán y es nuestra esperanza que estos tiempos de crisis permitan el surgimiento de nuevos liderazgos que se mantengas independientes de los intereses occidentales, que eludan la debilidad estratégica del espontaneismo posmoderno y que conduzcan al pueblo árabe hacia un nuevo amanecer.
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