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Notas a partir de un secuestro de estado

Relativizar y transigir

Fuentes: Colectivo Cádiz Rebelde

1.noticia de un secuestro [5/4/04]«En declaraciones a los periodistas, [Francisco] Vázquez afirmó que el terrorismo es «un problema de seguridad nacional» que comparó con ‘una tercera guerra mundial encubierta’. Aseguró que en este contexto a la ciudadanía le resulta ‘inconcebible’ que personas con una ‘biografía acreditada’ como combatientes en campañas bélicas de las que proceden […]

1.noticia de un secuestro

[5/4/04]«En declaraciones a los periodistas, [Francisco] Vázquez afirmó que el terrorismo es «un problema de seguridad nacional» que comparó con ‘una tercera guerra mundial encubierta’. Aseguró que en este contexto a la ciudadanía le resulta ‘inconcebible’ que personas con una ‘biografía acreditada’ como combatientes en campañas bélicas de las que proceden miembros de Al-Qaeda puedan tener visados y permisos de residencia en España. ‘El sentido común indica que deben ser expulsados’, señaló el presidente de la FEMP, que consideró que los recientes atentados en España ‘deben influir en las leyes de inmigración’. Vázquez señaló que la situación actual obliga a ‘una unidad sin resquicio entre todas las fuerzas políticas y la sociedad’ y a una ‘coordinación nueva’ entre todos los servicios de seguridad y espionaje españoles e internacionales» (www.libertaddigital.com)

[30/5/04]«España ha deportado a dos radicales islámicos indirectamente vinculados con los atentados del 11 de marzo en Madrid, por considerarlos una amenaza contra la seguridad nacional, informó el domingo el diario El País. La información agregó que podría haber más expulsiones. Uno de los deportados es marroquí, dijo el diario, pero no dio detalles adicionales sobre en qué medida estaban relacionados con los atentados o cuándo fueron expulsados. ‘Son personas contra las que no había acusaciones de tipo penal, pero que teníamos constancia clara de sus actividades’, dijo El País citando a una fuente del Ministerio del Interior» (Reuters)

[31/5/04]«‘No queremos que la noticia conocida ahora se convierta en una dinámica habitual del Ministerio del Interior. Además, puede dar pie a discursos tremendistas, y a una alarma social innecesaria. La gente puede pensar que estamos rodeados, y por eso hay que dejar muy claro que se trata de una medida completamente excepcional’ (Joan Puigcercós, ERC). ‘No puede ser que un país como España, con unos mecanismos antiterroristas muy desarrollados, tenga que recurrir a la Ley de Extranjería. En vez de expulsarlos hay que abrirles un proceso’ (Gaspar Llamazares, IU). ‘Imagino que las autoridades podrán defenderla con argumentos, porque cualquier actuación para garantizar algo tan serio como la seguridad debe respetar en todo caso las libertades’ (Abdelkarim Carrasco, Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas). Abdennur Prado, secretario de la Junta Islámica… subrayó que la expulsión de las personas a la que habilita el artículo 54 de la Ley de Extranjería no se debe convertir en la ‘puerta de expulsiones arbitrarias’. ‘Hay que echar a cualquiera que actúe contra la convivencia en su país de acogida; que hagan lo que quieran con ellos’ (Jilal Aboussi, Abujjamal, Unión de Comunidades Islámicas)» (El País)

[31/5/04]«1.- El Gobierno no se plantea ningún cambio en las políticas que se aplican en materia de extranjería ni prevé ninguna modificación de la Ley de Extranjería. 2.- El Ministerio del Interior se ha limitado a aplicar la legislación vigente, que garantiza los derechos de los ciudadanos frente a cualquier arbitrariedad. 3.- El único caso de expulsión basado en motivos de seguridad nacional se produjo tras consultar previamente a la Audiencia Nacional, que no encontró ningún inconveniente en la tramitación del expediente correspondiente. Además, la resolución, una vez dictada, fue puesta en conocimiento de la propia Audiencia Nacional, tal y como había solicitado uno de sus magistrados. Por lo tanto, la expulsión se produjo con todas las garantías y el control judicial propio de un Estado de Derecho» (Nota de Prensa, Ministerio del Interior)

2.un secuestro político.

Hemos sido testigos de un secuestro político y todo ha pasado de las primeras planas al segundo plano suscitando tanta polémica como el entierro de Copito de Nieve. Dos hombres invisibles han sido detenidos y expulsados a ningún sitio, siempre según datos ofrecidos por el Ministerio del Interior. De sus identidades, actos y culpas he buscado en vano desde las agencias de noticias a los periódicos, y las webs de Interior y Moncloa, sin encontrar nada. Las últimas líneas del comunicado de Interior serian propias de una sátira sobre el estado de derecho. El poder político toma una medida por su cuenta contra dos personas. Se lo comunica después a un juez que certifica la legalidad de la medida y el procedimiento. Y tan panchos. El primer acto de terrorismo de estado del nuevo gobierno del PSOE ha pasado delante de nuestras narices, con un mal disimulado tono de normalidad.

La vida no se altera, todo va, la comida sabe igual y el apetito sigue intacto, la televisión sigue funcionando, si dos peligrosos moros de cualquier sitio han desaparecido, y solo el Ministro, una persona muy importante que-sabe-lo-que-hace, sabe donde, como y porque han sido detenidos y expulsados. Al menos Lasa y Zabala tuvieron alguien que se preocupara por ellos. En este caso, dos cuerpos podrían aparecer dentro de diez años enterrados en cal viva y nadie penaría por dos nombres invisibles detenidos y expulsados a ningún sitio. Aclaro. No creo que se den las condiciones de conflicto, crisis y megalomanía gubernamental como para que la banda ZP tomara un camino tan truculento, todavía. Pero la balsa de aceite en la que se ha paseado el gobierno tras esta medida, es significativa y preocupante. Las peores barbaridades del terrorismo de estado solo pueden realizarse en un contexto de casi pleno consenso e impunidad, y nada mas empezar a rodar, el nuevo gobierno ya cuenta con ello.

Una actuación así debería desembocar en una cascada de peticiones de dimisión de José Antonio Alonso. En cambio, lejos de cometer la insensatez de posicionarse, los partidos y las Juntas que agrupan a los creyentes musulmanes, han respetado escrupulosamente la integridad del cargo. Frente a hechos tan graves, en vez de denunciar, condenar y exigir responsabilidades, por una actuación injustificada y profundamente sospechosa, han escurrido el bulto. El PP tácitamente ha dicho lo que Fraga en su momento: «hagan ustedes lo que tengan que hacer». ERC e IU se han limitado a pedir explicaciones y cuestionar la oportunidad de la medida. Mientras que los líderes musulmanes parecen mas preocupados por excusarse a sí mismos y buscar una coartada frente a actuaciones similares, que en afrontar la realidad de los hechos.

La cuestión principal, el rapto de dos personas por el aparato estatal, ha sido sustituida por un falso debate en torno al buen o mal uso de la Ley de Extranjería y sus contraindicaciones. Veamos lo inútil de este debate. El objetivo de la ley no es establecer unas «normas de convivencia», ni siquiera impedir la inmigración «ilegal» ya que «lejos de suponer algún tipo de mejora… lo único que ha hecho es favorecer su crecimiento» (Marco Aparicio Wilhemi, «La última reforma de la Ley de Extranjería. Un análisis crítico a la luz de la falta de eficiencia y eficacia», U. de Girona). La ley trata de crear un ambiente irrespirable para un sector concreto de la población, característica de cualquier ley de excepción. Lo importante de ella, no son sus recursos directamente represivos aunque no haya que minusvalorarlos, sino su capacidad para estabilizar un mercado negro de trabajadores que permita a sectores como la hostelería, la agricultura o la construcción tener mano de obra semi-esclava, que además consiga rebajar las condiciones generales de la mano de obra «legal». Tanto los mecanismos represivos como los de regularización, se caracterizan precisamente por su carácter y vocación arbitraria. No están para aplicarse con la regularidad del Código Penal, sino para gestionar el conflicto, ya sea demográfico, laboral, económico o político, según convenga en cada tiempo lugar. Está hecha por tanto, para actuar por igual frente a quienes se encierran en las iglesias, los que trabajan en el campo, los presuntos ponebombas, o los predicadores. Guardando las distancias, preocuparse por el uso arbitrario de la Ley de Extranjería, es como preocuparse por el «mal uso» de las cámaras de gas de un campo de concentración.

Da igual el instrumento cuando hablamos de lo inadmisible. «El método» y «las formas» por refinadas que sean, no justifican un acto como este. La ley antiterrorista no sería mas adecuada que la de extranjería para justificar un secuestro de estado.

¿Donde estamos hoy si borrar del mapa a dos personas con una nota de prensa extremadamente confusa que no alcanza las veinte líneas, le cuesta a un Ministro poco mas que la reprimenda a un niño por una falta de ortografía?.

3.relativizar y transigir

Esta actitud, esta situación, muestra hasta donde hemos perdido el sentido intelectual de medir y valorar, para saber los límites que no pueden pasarse. A fuerza de relativizar hemos convertido la inteligencia ética colectiva en un castillo de naipes incapaz de afrontar la realidad con una mínima solidez. Eso se rompió solo por unos instantes durante los cuatro días de marzo. La realidad de las cosas se presentó tan descarnada que todo dejó de ser relativo, el pensamiento débil se cayó por su propio peso, los límites y la distancia entre la verdad y la mentira, entre la televisión y la calle, entre el gobierno y la gente, se sintieron a flor de piel. Luego hemos vuelto a niveles de sensibilidad política y ética bajo cero.

Vivimos bajo una imposición pedagógica, que nos ha hecho perder la capacidad de comprender, priorizar y valorar las diferencias entre derechos, necesidades y privilegios. Todo esto afecta profundamente a nuestra relación con el poder y sus acciones. Este anuncio de Corporación Dermoestética, que se refiere al ‘derecho’ masculino a la belleza refinada, es un buen ejemplo de lo que quiero decir: «Tienes derecho a mejorar tu cuerpo/A tener cabello, más sano, más bonito/Tienes derecho a rejuvenecer tu rostro/Un cuerpo más esbelto y sin grasa/A eliminar el vello de tu torso, tus piernas/Tienes derecho a no tener acné, ni varices/A retocar tu nariz, tus orejas, tu pecho, tu abdomen…/A eliminar arrugas y papada/A olvidarte de tus lentillas, tus gafas/». Aplicamos el término ‘derecho’ para las cosas más superfluas, y en otras realmente determinantes, como el robo de una cuarta parte de los ingresos por jubilación o una Ley de Partidos que restringe las libertades de todos aunque provisionalmente se use ‘solo’ contra 200.000 personas, todo pasa como si no pasa nada. Y no es que lo más importante de la vida sea tener asegurado el sustento o la libertad de organizarse políticamente, es que sin una cosa y sin la otra, todos los placeres y privilegios son imposibles o falsos, y probablemente injustos. En conclusión, hemos perdido tan desmesuradamente el sentido para medir los actos, que salvo en circunstancias individuales y extremas, somos incapaces de identificar y reaccionar ante un abuso de poder.

¿Y todavía vendrán a dar palmaditas en la espalda sobre la madurez democrática alcanzada en estos 25 años?

Este es el fruto de un proceso histórico. Tal y como nos han enseñado los sindicatos verticales la «madurez democrática» no es sino el hábito cada vez mayor del cuerpo social de mutilar su propia capacidad de intervención y de relativizar sus necesidades y sus derechos. Una cultura de paciencia infinita respecto a las instituciones y sus agentes políticos. La capacidad inacabada e inacabable de relativizar y transigir. Relativizar es restar importancia y valor a la propia percepción, al propio punto de vista, y transigir es ceder, «consentir en parte con lo que no se cree justo, razonable o verdadero». Estos, que son valores en principio inestimables y necesarios en una relación inteligente con la gente, las cosas y la vida, es imposible, falsa y quimérica cuando el desequilibrio de las relaciones de poder es tan grande como el existente. Volviendo al origen de este artículo ¿cómo puedo relativizar ni negociar nada de la vida ni las cosas con alguien que tiene el privilegio de borrar a dos personas del mapa, si no tenemos ni siquiera los mecanismos para revocarlo de su cargo después de hacerlo?.

Es normal que una sociedad que empezó a «madurar» un proceso renunciando a su propia memoria, que no movió un dedo para desnudar ante el mundo, los padres, las abuelas, los nietos y los hijas, a los responsables de cuarenta años de estado criminal, haya llegado al punto en que un Ministro del Interior se puede permitir estrenar cartera con una macarrada como esta. José Antonio Alonso ha tardado pocas semanas en aplicar su privilegio. El privilegio que tienen nada mas jurar su cargo, un juez, un diputado, un policía, un ministro, un presidente, de dar o quitar derechos, y que los convierte en gente extremadamente peligrosa para el resto del mundo.

La apatía es esto de ahora, desde que ha ganado el PSOE ha vuelto a caer en el olvido eso de medir los actos del poder y actuar en consecuencia. Hemos vuelto a dejar pasar los días como si tal cosa, a ver las noticias, leer los periódicos y comernos primer plato y postre, como si cada cosa que pasa fuera igual y diera igual, supiera de la misma manera la última payasada histriónica de Boris Izaguirre que el primer secuestro de estado de un Ministro del Interior. Hay que romper con la tradición de comprender hasta lo más inadmisible, de admitir hasta lo más incomprensible.

Aprender a relativizar es imposible sin aprender antes a no relativizar ni transigir en las cosas fundamentales.