Estados Unidos está embarcado en una discusión por una posible «reparación» a los descendientes de esclavos propuesta por la izquierda 170 años después de la Guerra Civil. No se menciona los linchamientos que siguieron después y no es necesario ser un genio para saber cómo terminará esta discusión nacional ahora de moda. Sin embargo, si […]
Estados Unidos está embarcado en una discusión por una posible «reparación» a los descendientes de esclavos propuesta por la izquierda 170 años después de la Guerra Civil. No se menciona los linchamientos que siguieron después y no es necesario ser un genio para saber cómo terminará esta discusión nacional ahora de moda.
Sin embargo, si vamos a discutir reparaciones por los brutales crímenes racistas cometidos contra un sector de la sociedad más de un siglo atrás, bien se podría empezar por hacer algo para reducir el rampante racismo actual.
Bien se podría comenzar por reparar a las víctimas de los numerosos y sangrientos golpes de Estados en diversas partes del mundo (en África y, sobre todo, en América Latina), crímenes internacionales que sus gobiernos perpetuaron, promovieron o apoyaron. Todos crímenes reconocidos por sus propios documentos desclasificados.
Para no entrar a hablar de guerras criminales como la más reciente de Irak o los cientos de prisioneros que fueron torturados en Guantánamo por una década antes de ser declarados inocentes y sin compensación alguna.
Muchas de estas víctimas y muchos de sus hijos todavía están vivos, porque toda esa barbarie no fue cometida hace un siglo sino más bien ayer, en términos históricos.
Entonces, señores, si de verdad queremos ser justos y buenos, recordemos que aquellos que no son ciudadanos estadounidenses también son seres humanos.
Claro que no daría ninguna fortuna para compensar una mínima fracción de tantas víctimas y lo mejor es siempre distraer la atención planteando imposibles.
Las narraturas del capitalismo
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