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Repensar la naturaleza del conflicto palestino-israelí

Fuentes: Middle East Eye

Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós.

Israel se ha empleado a fondo durante décadas en la eliminación colonial: si la ocupación se caracteriza por la temporalidad, el proceso de colonización de asentamiento y de eliminación aspira a la permanencia. 

Los resultados de las últimas elecciones israelíes indican que se formará otra coalición gubernamental de extrema derecha bajo la dirección del primer Ministro Benjamin Netanyahu, que prometió en campaña cumplir su promesa de anexionar Cisjordania a Israel. Al igual que todos los gobiernos israelíes anteriores, la predecible coalición dirigida por Netanyahu seguirá reprimiendo a los palestinos, aunque ahora podrá hacerlo sin referencias políticas retóricas al Proceso de Paz de Oslo y a la «ocupación». Con ello desaparecerá de un plumazo cualquier distinción entre los territorios que Israel ocupó en 1967 y aquellos en los que se estableció en 1948.

Se acabó la ocupación

Estados Unidos ya ha allanado el camino para ese futuro. Recientemente, en su informe anual sobre derechos humanos, la administración estadounidense ha dejado de referirse a Cisjordania, la Franja de Gaza y los Altos del Golán sirio como «territorios ocupados». Antes, en diciembre de 2017, se produjo el reconocimiento por parte del presidente Trump de la soberanía israelí sobre Jerusalén y luego sobre los Altos del Golán, que Saeb Erekat, alto funcionario palestino, considera el preludio al reconocimiento de la anexión de Cisjordania por parte de Israel. Por supuesto, los anteriores gobiernos estadounidenses ya dieron el visto bueno a que partes de Cisjordania -los llamados «bloques de asentamientos» judíos- se anexionen a Israel.

Israel conquistó y ocupó Cisjordania, Gaza, Jerusalén Oriental y otros territorios árabes como los Altos del Golán en junio de 1967. Desde entonces, la comunidad internacional ha designado esas zonas como «ocupadas» en virtud del derecho internacional. Sin embargo, el gobierno de Trump ha dado muestras de su voluntad de obviar el derecho internacional en su política exterior y se ha alineado plenamente con el proyecto israelí de colonizar la totalidad del territorio palestino histórico.

Desde que conquistó los territorios palestinos en 1967, Israel ha violado la normativa internacional relativa a la ocupación tal y como estipulan el Reglamento de La Haya de 1907 y la Cuarta Convención de Ginebra . Se ha comportado como un Estado de asentamiento colonial que aspira a un territorio conquistado pero vaciado de su población original. Este objetivo sólo puede realizarse eliminando la presencia indígena en la mayor parte del territorio y violando el derecho internacional. La eliminación es el principio que rige el Estado de asentamiento colonial que se expresa en «una tendencia institucional sostenida para suplantar a la población indígena».

Israel adoptó este principio desde el comienzo de su «construcción del Estado» en Palestina eliminando el grueso de la presencia palestina en el país. En 1948 se apoderó del 78% de Palestina, expulsó por la fuerza a más de la mitad de la población nativa (unas 800.000 personas) y destruyó más de 500 pueblos. En esas tierras se erigió el Estado de asentamiento colonial de Israel.

Después de una abortada incursión en Gaza en 1956 durante la crisis de Suez , Israel se expandió de nuevo en 1967 y se apropió del 22% restante de la Palestina histórica: Cisjordania, Gaza y Jerusalén Oriental; lo que se conoce como Territorio Palestino Ocupado (TPO).

Allí Israel puso en marcha un plan de 1963 para conquistar e imponer la dominación militar sobre el TPO. Esta vez, sin embargo, no ha conseguido expulsar inmediatamente a tantos palestinos de sus tierras y, en cambio, ha adoptado un enfoque diferente para reducir la presencia palestina a fin de dejar espacio para los colonos israelíes.

Ocupación versus colonización

A partir de la década de 1970 , la afanosa construcción de asentamientos y de una red de carreteras de circunvalación exclusivamente para colonos comenzó a empujar a los palestinos hacia «zonas» concretas del territorio palestino ocupado, lo que allanó el terreno para nuevas expropiaciones de tierras en una pauta de desposesión que, paradójicamente, se aplicó en paralelo al proceso de paz y al programa de «construcción del Estado» de la década de 1990. Los palestinos fueron acorralados en territorios espaciales cada vez más reducidos redefinidos discursivamente como Áreas A, B y C dentro de un paradigma neoliberal de paz y negociaciones.

Rodeada por un número cada vez mayor de asentamientos , carreteras de circunvalación y el muro de separación, cada zona (es decir, cada ciudad o pueblo palestino) ha quedado secuestrado en un enclave cerrado con entradas y salidas controladas por Israel que se abren y se cierran al antojo de sus fuerzas militares.

Esto ha permitido a Israel rediseñar espacialmente todo el territorio palestino ocupado hasta convertirlo en una gigantesca base de control . En ella, Gaza se ha transformado trágicamente en la mayor cárcel al aire libre del mundo , y Cisjordania en un «queso suizo» de pequeñas y aisladas prisiones y enclaves al aire libre.

Así pues, sin recurrir a la flagrante expulsión masiva de palestinos que llevó a cabo en 1948, Israel ha eliminado eficazmente la presencia palestina de la mayor parte de los TPO restringiendo su presencia a «zonas» específicas controlables y cerradas . Esas zonas abarcan sólo un porcentaje extremadamente pequeño del territorio palestino original mientras se siguen llevando colonos israelíes para poblar las tierras de las que se expulsa a los palestinos.

Sin embargo, a pesar de la evidencia nítida de las prácticas de colonialismo de asentamiento en Palestina, y a pesar del uso que hace la mayoría de la comunidad internacional de la terminología propia del colonialismo de asentamiento -como «asentamientos», «expropiación de tierras», «traslado de población», «muro de separación», «frontera» y «colonos»- la mayoría de los observadores, sobre todo en Occidente, todavía tienden a considerar el colonialismo de asentamiento como algo del pasado.

Cobertura legal y política

En octubre de 2009, al aceptar un «resultado acordado» que permitiría la expansión continua de los asentamientos israelíes, la administración Obama enterró la solución de dos Estados sobre la que se construyó el Proceso de Paz. Al mismo tiempo, la narrativa sobre la ocupación, empaquetada discursivamente junto con la del proceso político y la de la solución de dos Estados, otorgó a Israel la cobertura legal y política para intensificar su colonización de asentamiento.

De esta manera, el término ocupación ha sido útil porque se ha empleado conceptualmente para reforzar el paradigma vacío de un acuerdo negociado mientras en las últimas áreas del territorio palestino ocupado se crean asentamientos y se anexionan a Israel. Es un relato que asimismo permite a la comunidad internacional evadirse y no tomar medidas contundentes pero necesarias para hacer cumplir el derecho internacional, apoyar la democracia y defender los derechos humanos, y les proporciona un marco falso en el que elaborar políticas para una realidad alternativa que no existe.

Además es un marco que ha fragmentado a los palestinos, ha alterado sus prioridades políticas y ha desorganizado su resistencia contra la desposesión. En paralelo, ha proporcionado a ciertos Estados árabes y occidentales una coartada para seguir normalizando e intensificando sus relaciones con Israel siempre y cuando haya «negociaciones» para poner fin a la ocupación.

Si los dirigentes políticos israelíes , uno tras otro, declaran que no renunciarán al control de los TPO, el gobierno de Trump se ha propuesto acabar con la lucha palestina por la autodeterminación y con el derecho al retorno de los refugiados palestinos suprimiendo, como parte del «acuerdo del siglo» , el uso del término ocupación. Lo que, sin embargo, no hace más que poner de manifiesto lo profundamente falsa que se ha vuelto la narrativa de la ocupación, la solución de dos Estados y un acuerdo negociado.

Eliminación colonial

Israel se ha empleado a fondo durante décadas en la eliminación colonial: si la ocupación se caracteriza por la temporalidad, el proceso de colonización de asentamiento y de eliminación aspira a la permanencia.

Por lo tanto, la intensificación de la cooperación entre el gobierno de Trump y los gobiernos de Netanyahu en relación con la anexión de territorios palestinos ofrece involuntariamente la oportunidad de reformular el TPO como colonizado y no como ocupado, lo que elimina aún más la distinción artificial creada entre los territorios palestinos conquistados en 1967 y los de 1948. Ello permite reformular la naturaleza de la lucha palestino-israelí como una lucha de descolonización para todos los pueblos de toda la Palestina histórica. La descolonización sería el primer paso hacia la construcción de un futuro compartido basado en la humanidad, la justicia, la igualdad y la democracia para todos y todas.

Fuente: https://www.middleeasteye.net/opinion/rethinking-nature-israeli-palestinian-struggle