Menos de dos días después de que la coalición rebelde Séléka hiciera caer repentinamente al gobierno de República Centroafricana, surgen preguntas sobre las circunstancias en que se produjo la precipitada partida del presidente François Bozizé. A última hora del sábado 23 se oyeron explosiones, mientras las fuerzas del gobierno se enfrentaban con los combatientes de […]
Menos de dos días después de que la coalición rebelde Séléka hiciera caer repentinamente al gobierno de República Centroafricana, surgen preguntas sobre las circunstancias en que se produjo la precipitada partida del presidente François Bozizé.
A última hora del sábado 23 se oyeron explosiones, mientras las fuerzas del gobierno se enfrentaban con los combatientes de Séléka («unión», en lengua sango), que habían tomado el control de una central eléctrica en el norte y cortado el suministro energético durante la batalla final por el poder.
El gobierno de Bozizé había asegurado que todo estaba bajo control, pero, a la mañana siguiente, el presidente escapó, dejando a Séléka -con base de operaciones en el norte- en control del palacio presidencial y de buena parte del resto del país.
Pese a la formación de un gobierno de unidad nacional y a un acuerdo de paz firmado en enero, que por un breve período puso fin a las hostilidades, los rebeldes continuaron capturando poblados en el norte y el sudeste de República Centroafricana, hasta la ofensiva final sobre Bangui el fin de semana.
Poco después de la veloz partida de Bozizé, la alianza de grupos insurgentes emitió un comunicado proclamando que controlaba todo el país. Con la firma de su secretario general, Justin Kombo Moustapha, y el sello oval de color azul que identifica al grupo, el texto sostenía que Bozizé se había ido en cumplimiento del acuerdo de paz de Libreville, y urgía a la población a mantener la calma.
«Prepárense para dar la bienvenida a las fuerzas revolucionarias de Séléka», agregaba el comunicado.
Andreas Mehler, del Instituto Alemán de Estudios Globales y Regionales, dijo a Al Jazeera que el golpe de los rebeldes que puso fin al gobierno de una década de Bozizé puede señalar el comienzo de un régimen más autoritario.
«También puede significar que vea la luz una política menos inclusiva, particularmente en lo que respecta a la parte musulmana de la población. Se considera que por lo menos algunos de los componentes rebeldes tienen ese tipo de agenda», dijo Mehler.
Temor a represalias
Este lunes 25 un funcionario anunció en Camerún que Bozizé se había refugiado allí. Se cree que su hijo está en la República Democrática del Congo.
También han surgido informes de abusos a los derechos humanos, que incluyen matanzas, violaciones y saqueos. Los habitantes de algunos barrios de Bangui ya expresaron su temor a represalias por apoyar a Bozizé.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, condenó la toma del poder por parte de los rebeldes, y la Unión Africana suspendió este lunes 25 la membresía de República Centroafricana.
«Estamos muy preocupados por el empeoramiento de la situación humanitaria en la República Centroafricana y los reportes de abusos a los derechos humanos tanto por parte de las fuerzas nacionales de seguridad como de los combatientes de Séléka», dijo Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos.
«Los perpetradores de esos abusos deben ser llevados a la justicia», agregó.
Mientras, el líder rebelde Michel Djotodia se autodeclaró presidente, pero no todas las facciones de Séléka apoyan su proclamación.
Hasta hace una semana, Djotodia era viceprimer ministro y ministro de Defensa en el gobierno de unidad. Ahora se comprometió a mantener a muchos funcionarios, incluido el primer ministro, Nicolas Tiangaye.
En una entrevista con una agencia de noticias de la República Centroafricana, Nelson Njadder, líder de la facción rebelde CPSK, dijo que en el plazo de un año se realizarán elecciones.
Pero Mehler se mostró escéptico ante los anuncios posteriores al golpe, y advirtió que los intereses materiales del grupo eran un factor clave para determinar las acciones futuras de los rebeldes. El movimiento está integrado por muchos «emprendedores político-militares», señaló.
«Los líderes golpistas y los rebeldes quieren ganar los corazones y las mentes desde el principio, y habitualmente anuncian cosas grandiosas. Todo debería tomarse con pinzas. Los intereses corporativos de los combatientes rebeldes… sin duda jugarán un rol importante» en lo que ocurra, dijo Mehler.
También se plantean preguntas sobre el rol específico que desempeñó Djotodia en el derrocamiento de Bozizé.
Preguntas sin respuesta
La situación en República Centroafricana se deterioró luego de que cinco ministros del gobierno fueron detenidos por los rebeldes tras una reunión celebrada el 17 de este mes, en la que también participaron representantes de la Unión Africana y de la ONU, en el poblado de Sibut, 185 kilómetros al norte de Bangui.
Uno de los detenidos por Séléka fue Djotodia, quien dijo más tarde que la decisión de arrestar a los ministros fue tomada por los rebeldes en el terreno.
«No soy yo quien decidió esto. Hay unidades que tomaron esta decisión», aseguró.
«Es un tipo de presión. Ellos quieren que el jefe de Estado respete los términos del acuerdo firmado», agregó.
Séléka se quejó de que, bajo el gobierno de unidad, sus reclamos de integración militar y de liberación de prisioneros fueron ignorados.
Los detalles sobre qué ocurrió exactamente la semana pasada todavía siguen sin aclararse. Mehler sugirió que tomar a los cinco ministros como rehenes puede haber sido parte de una conspiración más amplia para hacerse del poder y derrocar a Bozizé.
«Ahora parece que la medida de ‘arrestar’ a un par de ministros, entre ellos Michel Djotodia, fue solo una pequeña estratagema en un juego más amplio para instalarlo al frente de República Centroafricana», sostuvo.
Los acontecimientos de los últimos días no son nuevos para el país. La violencia lo ha dominado desde que se independizó de Francia en 1960. Bangui soportó cuatro grandes ofensivas entre 1996 y 2003, cuando el entonces jefe de las Fuerzas Armadas en funciones, Bozizé, derrocó al presidente Angel Felix Patassé.
En el décimo aniversario del golpe de Bozizé, el 15 de este mes, los rebeldes reclamaron que se atendieran sus preocupaciones, y a tales efectos emitieron un ultimátum de tres días, amenazando con derrocar a su gobierno. Evidentemente, sus demandas no tuvieron una respuesta satisfactoria.
Bangui sin protección
Luego del acuerdo de paz firmado en enero en Libreville, se desplegaron en este país soldados de República Democrática del Congo, Francia, Gabón y Sudáfrica.
Thierry Vircoulon, del International Crisis Group, criticó a las fuerzas armadas regionales encargadas de mantener la paz.
La Misión para la Consolidación de la Paz en República Centroafricana (Micopax), financiada por la Unión Africana, tenía órdenes de proteger a los civiles y asegurar el territorio desde 2008.
Vircoulon consideró «inquietante» la aparente ausencia de la Micopax durante la última ofensiva sobre Bangui, y señaló que, al parecer, los soldados sudafricanos fueron los únicos que intentaron repeler a los rebeldes. Pagaron esa tarea con 13 soldados muertos, 27 heridos y uno hasta ahora desaparecido.
Los efectivos de «Micopax no estaban haciendo nada, pero tenían que proteger Bangui. Fueron las fuerzas sudafricanas las que combatieron», dijo en una entrevista telefónica este lunes.
Vircoulon insistió en que las fuerzas de la coalición africana debían y podrían haber enfrentado a los insurgentes. «No sé por qué ocurrió esto. La Micopax estaba allí para combatir a los rebeldes, pero no lo hizo, y así les permitió que se abrieran paso hasta Bangui. Tal vez tenían instrucciones… de no hacer nada», planteó.
«Una situación similar se vivió en 2003, cuando Bozizé dio su golpe de Estado. También había una fuerza africana que no hizo nada. En lo que ocurrido hay mucha ironía histórica», añadió.
La organización no gubernamental Conciliation Resources consideró inevitable una crisis política porque el acuerdo de paz de enero había sido redactado por una comisión de la Comunidad Económica de los Estados de África Central, y no por las partes beligerantes.
Esto, sumado a la amplia presencia de tropas extranjeras, dio la imagen de que Bozizé dependía abiertamente de la ayuda externa para resolver problemas internos, escribieron en un análisis Kennedy Tumutegyereize y Nicolas Tillon, de Conciliation Resources.
«República Centroafricana tiene una historia de diálogos políticos con estos elementos en común: acuerdos para compartir el poder, promesa de desmovilización y de reintegración de combatientes, nunca plenamente implementada, y un regreso a la violencia luego de unos meses», añadieron.
Bozizé y su familia habrán podido escapar, pero la nación de 4,5 millones de habitantes volvió a quedar en el caos y ante un futuro incierto, mientras una precaria coalición de facciones rebeldes ejerce ahora el mando.