Recomiendo:
0

Resistir nuestra seguridad: La llama que no se apaga

Fuentes: Revista Amauta

Las tácticas de guerra han cambiado. Las amenazas son diferentes y no se pueden combatir con métodos convencionales. El enemigo del gobierno estadounidense dejo de usar uniforme militar y se es casi imposible distinguir entre la población que se quiere «proteger». Hasta se puede decir que no hay distinción alguna: los terroristas y las comunidades […]

Las tácticas de guerra han cambiado. Las amenazas son diferentes y no se pueden combatir con métodos convencionales. El enemigo del gobierno estadounidense dejo de usar uniforme militar y se es casi imposible distinguir entre la población que se quiere «proteger». Hasta se puede decir que no hay distinción alguna: los terroristas y las comunidades que los albergan son la misma cosa. Además, cada persona en cualquier país del mundo que se enfrente y resista la ideología capitalista imperial es un potencial terrorista. Entonces, por esta razón, los que presentan más peligro no son los que destruyan más edificios o maten más gente, sino los que pongan en duda el sistema opresivo actual con alternativas que les de esperanza radical al pueblo para lograr derrumbar las mentiras que nos mantienen atados involuntariamente a la idea de que no había una opción mejor que el mundo en que vivimos.

En otras palabras, la amenaza más grande del imperio capitalista no son los terroristas, sino la liberación de los pueblos alrededor del mundo.

Por eso, lo que está ocurriendo en estos momentos en el Medio Oriente lo quieren detener lo más pronto posible.

(Arte: Grupo por un Arte Revolucionario Independiente)

De esto se trata esta nueva guerra no convencional, de poder anticipar las amenazas del futuro que podrían interrumpir el funcionamiento normal del sistema vigente. (¿Será por eso que congresistas en Estados Unidos estuvieron enojadísimos con la CIA por no predecir las revueltas tunesinas y egipcias?) El desarrollo de los eventos actuales están poniendo en duda el dominio de la ideología capitalista, y por ende, la hegemonía de los Estados Unidos. La crisis financiera, la energética y ahora, la crisis alimentaria están desbaratando el «castillo de naipes». Como lo cita Paul Rogers en su artículo, Un nuevo paradigma de seguridad: el vínculo militar-climático, «las realidades del cambio climático y de la destrucción ambiental, la creciente desigualdad socio-económica, las guerras y conflictos, y los modelos insostenibles de negocio y transporte» han creado y empeoraran un ambiente de instabilidad donde los gobiernos se derrumbaran bajo la furia de sobrevivencia de sus ciudadanos, los cuales seran más suceptibles a ideologías alternativas radicales o al aumento del autoritarianismo. Por eso, la seguridad nacional norteamericana, y sus aliados alrededor del mundo, se preparan a través de la segunda de estas opciones para poder protegerse de este futuro directamente creado por sus acciones,y seguir manteniendo su dominio sin importar lo que le pase al resto del mundo.

Entonces, los enemigos en el futuro del sistema actual son los que han sido oprimidos directamente por él, que decidieron no seguir aguantando la miseria y luchar para poder vivir. Son los que no quieren seguir siendo explotados como mano de obra barata y que sus tierras las roben las corporaciones transnacionales, mientras la mayoría se muere de hambre. Y el Pentagono quiere derrotar a estos nuevos insurgentes «cueste lo que cueste» antes de que logren una organización global con gran apoyo popular que debilite la existencia de los ideales que debe proteger.

Pero como hemos visto en los últimos meses, las diferentes mobilizaciones que nacen de este malestar, de esta ira por la injusticia que se vive día a día, pueden ser aniquiladas y desfiguradas cuando no se está claro del por qué estamos donde estamos y se piensa que nada más es un gobernante corrupto o una empresa codiciosa y no toda una forma de vida la que nos ha mantenido en este estado miserable. Sólo por medio de la reacción hacia estas injusticias no vamos a lograr crear algo diferente a lo que luchababamos en contra. Por ejemplo, la ilusión de estar levantándonos de manera popular en contra de lo que creemos fue lo que nos ha traído nuestras circumstancias actuales, mientras creamos alianzas con aquellas figuras del mundo corporativo como los hermanos Koch, ha creado el movimiento del Tea party en Estados Unidos. Como lo mencionó Noam Chomsky en una entrevista en Amauta, no es que muchos dentro de este movimiento no tengan resentimientos justificables, el problema es cuando esta ira digna se manipula a través de la distorción de la información y la falta de alternativas decentes. Algo que nació por los abusos del sector dominante en el que se encuentran los políticos y empresarios ha sido explotado por estos mismos para intentar de minimizar su fuerza y usarla en vez como un mecanismo de defensa frente a otros movimientos que podrían llegar a ser una amenaza.

En África del Norte, algo similar está pasando. Los sucesos en Tunéz y Egipto vinieron de forma imprevista. Pero a los agentes de inteligencia en Estados Unidos se les recriminó por no estar preparados ante este desbalance en el sistema, uno que podría derribar todo el edificio diplomático de dictadores marionetas que se había implementado para mantener orden y algo que se asemejará a la seguridad hacia sus intereses geopolíticos en la región. Egipto era aún más una amenaza por estar al lado de Israel y por ser uno de los países árabes más grandes en el mundo, además de su importancia histórica. Sin embargo, ya con la salida de Mubarak, Estados Unidos ha estado aplicando toda su fuerza política para que sí se concedan libertades políticas mientrás no antagonice el sistema global económico ni las relaciones con Israel. En estos momentos estamos viendo como los generales egipcios a cargo de la transición política en el país sólo quieren implementar cambios superficiales que den la apariencia del final de una etapa. Aún así, el pueblo egipcio continúa su lucha. ¿Pero aún si logran las supuestas libertades políticas (democracia entre comillas, aunque mejor que una dictadura criminal), lograrán liberarse de la forma de vida que los llevó hacia la revolución en primer instancia? ¿No fueron las principales causas la desigualdad social y económica en su país, el desempleo, el hambre, lo que los impulsó a la resistencia?

Ya en los otros países en África del Norte y el Medio Oriente que tienen sus propias luchas de resistencia hubo tiempo para controlarlos antes de que agarrarán mucha fuerza. Bahréin, Arabia Saudí, Yemén (aunque éste puede caer aún), Algeria no se les condena las represiones brutales, y se les ayuda de manera no tan discreta como se ha hecho por décadas. A través de los años ha habido entrenamiento, venta de armas, tal vez no de forma directa pero sí por medio de la industria militar que existe en simbiosis con el Pentágono. Esto forma parte de una estrategia global que intentaremos de analizar más detenidamente en un próximo artículo que conforma parte de esta serie. Ahora lo importante es entender que los intereses hegemónicos se están poniendo en duda y los gobiernos occidentales intentan distraernos de la oportunidad que tenemos para un cambio profundo. Como lo explica Alex Callinicos:

«Para los Estados Unidos, se trata de hacer todo lo posible para detener la ola revolucionaria que amenaza con arruinar su sistema de dominación…

…La represión en Bahrain por parte de tropas saudíes representa el intento de los dirigentes de Arabia Saudí y de las demás autocracias del Golfo de suprimir el embate revolucionario. Barack Obama y su administración han criticado duramente la represión en dicho país, y también en Yemen. Su esperanza es que las revoluciones sean un medio para reestructurar las sociedades árabes, de manera que surjan estados neoliberales más estables. El ataque a Gaddafi es un gesto que les asocia a las revoluciones y que, sobre todo, les facilita la intervención política.»

Es por eso que Libia se ha convertido en una pieza esencial para crear confusión, ahogar las revoluciones y evitar confrontar los problemas reales que recurren en el momento. Como llegaron tarde para detener cualquier tipo de resistencia, mejor intentar de aparentar estar de lado de las revoluciones y al mismo tiempo implentar reformas que silencien el grito de los oprimidos, por lo menos temporalmente. ¿Y que mejor oportunidad que explotando la brutalidad y locura de Gaddafi contra su pueblo? Como Luis Quiros lo describe:

«En Libia, Occidente hecha mano de su «autoridad moral» para definir lo que es masacre y lo que es crimen, y llenar de bombas inteligentes y aviones los cielos libios. Se aprovechan de la locura de Gaddafi y sus cercanos para llevar libertad y democracia a un país que tenía más de cuatro décadas de ser manejado por el anacrónico dictador libio.»

No es que los otros dictadores en la región sean menos crueles y brutales. Sólo tenemos que ver cómo Mubarak exterminaba a protestantes egipcios que no poseían armas. Pero el enfoque mediático ha acentuado la criminalidad de Gaddafi y la necesidad, si es que realmente nos importan los demás, de una intervención humanitaria. Ya mucho se ha hablado de esta hipocresía occidental, y el debate continúa sobre cuál opción hubiera sido mejor para evitar una masacre. Pero sí podemos afirmar (o por lo menos, yo sí lo voy a hacer) de que cualquier rebelión noble que hubiera existido en Libia ha muerto con las bombas de la OTAN. La «coalición de los dispuestos» decidirá cuales fracciones rebeldes serán los sucesores de Gaddafi dependiendo de quiénes muestran más inclinaciones a cooperar con sus exigencias.

Esto no es nuevo en la historia. Ha pasado y pasará una y otra vez. Aquellos en el poder que quieren mantenerlo utilizarán todos los recursos que tengan a su disponibilidad para sofocar cualquier movimiento que busque una alternativa. Esto lo hacen para repetirnos que no existen las alternativas. «El tipo de sistema económico, político y social que tenemos es lo mejor que hay», nos dicen. Y claro que lo es para esa minoría que determina lo que es bueno y lo que es malo, lo aceptable e indeseable, lo que es verdad y mentira, en nuestra sociedad. Su visión del mundo es nuestra realidad, por más que duela. Por eso, un movimiento que agarre fuerza y desmienta la inexistencia de otras posibilidades es el mayor peligro que hay. Y pase lo que pase, lo que ocurrió, y esta ocurriendo, en el Norte de Africa y Medio Oriente ha reactivado, como lo escribe Walden Bello, la imaginación democrática de los pueblos alrededor del mundo más allá del tradicional proceso representativo hacia opción más participativa y directa:

«La ruptura de la barrera sicológica del miedo estuvo acompañada de otro sentimiento que albergaban los manifestantes, tanto en la Plaza Tahrir como en Manila: la sensación de que el pueblo estaba verdaderamente determinando su propio destino, que estaban tomando las riendas de sus vidas en sus propias manos. Ese fue el momento democrático primigenio, el momento prístino de auto determinación, tan mal explicado en los tratados teóricos sobre la democracia.»

Ya el primer paso se dió. Ahora es cuestión de seguir imaginando, debatiendo y organizando las alternativas. Pero cuando algo crece a tal punto de convertirse en una verdadera amenaza, se reprimerá sin piedad, de forma sistemática y silenciosa. Por eso es necesario estar preparados a tales eventualidades que son parte de la dialéctica de opresión que queremos detener. Había ya escrito sobre como intentan de controlar los espacios cibernéticos para estar conscientes a las diferentes formas en las que debemos mantener nuestra autonomía para seguir usando estas herramientas en los potenciales movimientos revolucionarios actuales y que están seguros por venir. Proximamente estaré expandiendo sobre este mismo tema, pero ahora hablando sobre otros espacios que se nos intentan cerrar y cuáles métodos usan para hacerlo.

Para que continuen las luchas de las cuales somos testigos en este momento y se desarrollen estas alternativas (¿cuáles? eso también se debe ir discutiendo), hay que reflexionar sobre estos asuntos para incorporarlo hacia la fortificación de la resistencia frente a las estructuras actuales y así abrirnos los espacios esenciales donde estas ideas puedan respirar. Pero al fin y al cabo podemos estar seguros de algo que hemos visto en los levantamientos de Tunéz y Egipto: podrán asesinar a cientos de personas, pero nunca matarán sus ideas.

Fuente: http://revista-amauta.org/2011/04/resistir-nuestra-seguridad-la-llama-que-no-se-apaga/