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Ruanda: Rencor sordo contra París

Fuentes: Umoya

A primera vista, ningún signo de hostilidad. Sólo, cabezas que se vuelven cuando se inician preguntas, citas que se desbaratan. Es difícil perforar ese muro de pasividad y permanente reserva, saber como han acogido los ruandeses, 12 años después de los hechos, las acusaciones del juez francés Jean-Louis Bruguière acusando a su Presidente, Paul Kagame […]

A primera vista, ningún signo de hostilidad. Sólo, cabezas que se vuelven cuando se inician preguntas, citas que se desbaratan. Es difícil perforar ese muro de pasividad y permanente reserva, saber como han acogido los ruandeses, 12 años después de los hechos, las acusaciones del juez francés Jean-Louis Bruguière acusando a su Presidente, Paul Kagame de ser el instigador del atentado contra el avión de su predecesor, Juvénal Habyarimana que dio la señal para el genocidio de los tutsis.

Por supuesto, dos desfiles hostiles tuvieron lugar. «Abajo los franceses. ¡Hartos de su neocolonialismo! «, proclamaba, en inglés, una banderola blandida por manifestantes, el lunes, 27 de noviembre, en la capital a ruandesa, después de la ruptura de las relaciones diplomáticas. Pero la marcha, organizada por el poder, si expresa el resentimiento evidente de los supervivientes del genocidio, ¿traduce un movimiento general?

«La gente no se expresa porque está dividida profundamente, analiza un diplomático extranjero. Unos piensan que es un éxito haber derribado el avión, otros, que es una catástrofe. Pero nadie ve en eso un acto de terrorismo sobre el que un juez francés de instrucción pueda ser competente. «

El malestar se une a la cólera y la división, en el contexto de un país dirigido por un poder autoritario y privado de prensa libre. La expresión de opiniones contradictorias sobre el genocidio contraviene la política oficial de neutralidad étnica y reconciliación nacional.

«Al lado de los 800.000 muertos del genocidio, los tres franceses muertos en el atentado (cuyas familias pusieron en marcha la investigación del juez Bruguière) están considerados como daños colaterales», comenta un observador ruandés.

La reserva de la población se explicaría también por un cierto agradecimiento con respecto al voluntarismo económico y social del régimen, que ha puesto al país en la vía del desarrollo. Kigali está seducido por un frenesí de obras, y sus motoristas-taxis equipados sistemáticamente con cascos, que evocan una disciplina rara en África.

¿Quién disparó sobre el avión? El enigma que no quisieron resolver ni la justicia internacional, ni Francia, ni Ruanda, se encuentra de nuevo planteado públicamente. La reactivación de la polémica corre el peligro de debilitar la coraza de un Estado cuyas debilidades democráticas dudan en revelar los occidentales.

SECUELAS DEL GENOCIDIO

«La cuestión no me impide dormir porque el atentado no provocó el genocidio, replica Servilien Sebasoni, figura del Frente Patriótico Ruandés (FPR) en el poder. No tenemos miedo de la verdad, sino que nuestro país tiene otras prioridades: administrar las secuelas del genocidio con nuestros débiles medios, lo que no es un asunto sin importancia. «Por otra parte, insiste Sebasoni, «Francia, amiga de los genocidas, es el último país que podría llevar a cabo tal investigación».

Anuncian que después de la réplica diplomática vendrá la contraofensiva judicial, el 11 de diciembre, en Kigali, con la reanudación de las pruebas ante la Comisión encargada de aclarar el papel de Francia durante el genocidio. El informe que emane de allí servirá de soporte para acciones ante jurisdicciones nacionales e internacionales.

El responsable del FPR espera sin embargo que el próximo inquilino del Elíseo «aprovechará que no está mezclado en ese pasado para rectificar enviando «una señal fuerte», al contrario de lo que hicieron «esos ministros franceses que, estando de paso en Ruanda, se negaron a visitar el memorial del genocidio» y de esa Francia «que quiere forzarnos a considerarla como un país aparte».

Detrás de los discursos indignados y los desfiles ariscos se perfila ya el deseo de reconciliación. La «nota verbal» que despedía al embajador de Francia, evocaba la perspectiva de reencuentros «cuando Francia sea menos agresiva». Y, la semana pasada, el semanario progubernamental Focus «invitaba» a los dirigentes ruandeses a «perder la costumbre de censurar a los franceses por un crimen cometido solo por el gobierno de François Mitterrand»