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Sáhara Occidental: Treinta años de lucha, treinta años de solidaridad

Fuentes: Rebelión

Hay un contencioso que dura ya treinta años sin ser resuelto definitivamente, la lucha por la independencia del Sáhara Occidental, el territorio de Saguia el Hamra y Río de Oro, que sigue ocupado por Marruecos desde entonces. En el Estado español se ha mantenido en todos esos años una continua y estrecha solidaridad con el […]

Hay un contencioso que dura ya treinta años sin ser resuelto definitivamente, la lucha por la independencia del Sáhara Occidental, el territorio de Saguia el Hamra y Río de Oro, que sigue ocupado por Marruecos desde entonces. En el Estado español se ha mantenido en todos esos años una continua y estrecha solidaridad con el pueblo saharaui.

El pueblo del Sáhara que durante 90 años había permanecido colonizado por España hasta el año 1975, ve truncados sus derechos legítimos a sus riquezas, a su soberanía y a su libertad por mor de unos intereses bastardos y de lo que son un reflejo los acuerdos tripartitos de Madrid (firmados el 14 de noviembre de aquel año), mediante los cuales se dispone de repartos ilegítimos entre España, Marruecos y Mauritania con relación a la antigua colonia española. Estos eran firmados por el último gobierno del franquismo moribundo bajo una Dictadura en declive, la actitud de los sucesivos gobiernos «democráticos» no han cambiado hasta ahora, incluido el Gobierno de J. L. Rguez Zapatero, que incluso se sale descaradamente de los acuerdos establecidos por la ONU, alineándose sutilmente con los postulados de la monarquía de Mohamed VI.
Es en torno al año 1975 con los debates y pronunciamientos a favor de los derechos nacionales saharauis en instancias internacionales, como la Corte Internacional de Justicia y anteriormente en la ONU, que se generaliza el proceso de levantamiento de la población civil saharaui que demuestra a la llamada comunidad internacional su determinación y voluntad de independencia nacional. En el ámbito externo e interno la cuestión no favorecía los postulados colonialistas. Los saharauis habían empezado su lucha un poco tiempo atrás con algunas acciones y la fundación del Frente POLISARIO.
Es en este contexto que crecen las maniobras del colonialismo y de la monarquía alauita para truncar esas ansias de libertad. El colonialismo intenta crear un partido antiindependentista en el Sáhara (el PUNS), pero este intento es denostado por los saharauis, quienes le dan la espalda. Fracasada esta intentona se propicia la vía marroquí, por la cual se cedía la administración a unos terceros (Marruecos y Mauritania) a cambio de prebendas económicas. Todas, maniobras de corte neocolonial. El 31 de octubre de 1975, Marruecos invade el territorio y Mauritania hace lo mismo el 10 de diciembre de dicho año.
La pantomima de la llamada «Marcha Verde» auspiciada desde Rabat por el entonces monarca alauita, Hassan II de Marruecos, aceleró este proceso. Esta marcha estaba conformada por masas empobrecidas y manipuladas provenientes del Sur de Marruecos que eran la avanzadilla para facilitar una ocupación militar de todas las instalaciones civiles y militares, en colaboración y en presencia de la Administración colonial española.
Esta situación lleva al pueblo saharaui a una larga lucha; al éxodo de miles de personas, sufriendo la persecución y el bombardeo (napalm incluido), viviendo en campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia) en condiciones duras y difíciles; a constituir la República Árabe Saharaui Democrática, como reivindicación nacional ante los pueblos del mundo, llevando su lucha a todos los terrenos, incluido el diplomático y a que muchos de los que permanecieron en territorio ocupado hayan venido sufriendo cárcel, muerte, persecución, expolio, exilio,…
La ofensiva saharaui se llevó durante muchos años en el terreno militar, donde dio importantes reveses a la ocupación marroquí, lesionando sus intereses en todos los terrenos: maquinaria de extracción de los fosfatos de Bus Craa, acuartelamientos, toma de prisioneros y armas al ocupante, etc.; contribuyó a que Mauritania abandonara el territorio saharaui que mantenía bajo su dominio y a que la «Comunidad Internacional» tuviera que entrar al trapo del conflicto saharaui, planteando como salida la puesta en marcha los mecanismos para un referéndum de autodeterminación. En ese intervalo los saharauis declaran unilateralmente una tregua militar. El lado marroquí no ha movido ficha, muy al contrario, en estos años ha interpuesto continuos obstáculos para imposibilitar la celebración de dicho Referéndum.
Lo razonable hubiera sido que la presión internacional exigiera la retirada de la Administración marroquí, con sus tropas, funcionarios, empresas y colonos del territorio, la vuelta de la población saharaui del exilio y del éxodo masivo y la restitución a la RASD y a la población saharaui del control sobre su país.
Los sucesivos gobiernos españoles, con la UCD, el PSOE, el PP y ahora nuevamente con el PSOE, no han contribuido a cerrar el conflicto, que como antigua potencia colonizadora les correspondía. Se han sumado como siempre a la política de hechos consumados, que son los de mantener el status quo impuesto por la fuerza de las armas del opresor en contra de la fuerza de la razón, que en este caso está del lado del pueblo oprimido saharaui. El Ministro de Asuntos Exteriores español, Moratinos declaraba que la potencia administradora en los hechos es Marruecos, obviando la forma de acceso a dicho papel, en el que el estado intruso se ha saltado toda legitimidad y derechos. Todas las resoluciones de la ONU reconocen los legítimos derechos de la población saharaui.
La resistencia ha vuelto a expresarse con contundencia en los territorios bajo ocupación marroquí, con las continuas movilizaciones de la población saharaui. Cuando se van a cumplir treinta años de la ocupación, debemos redoblar este esfuerzo solidario. Tenemos que arropar la lucha decidida de los ciudadanos de Aaiun y de otras ciudades ocupadas, en su exigencia de libertad para los detenidos, y en su demanda de convocatoria y celebración de un referéndum sin trampas y con garantías, en el que el pueblo saharaui pueda expresar libremente su determinación y recuperar la soberanía plena y total sobre su territorio. Las justas reivindicaciones del pueblo saharaui necesitan de nuestro apoyo y esfuerzo solidarios.