La repulsa masiva al terror israelí en Gaza ha desatado un conflicto en los campus universitarios de Estados Unidos, donde los activistas estudiantiles se enfrentan no sólo a los estudiantes pro israelíes, sino también a las administraciones de las universidades y a los exalumnos donantes adinerados que han puesto en el punto de mira a los grupos estudiantiles que se oponen al ataque genocida de Israel.
Los enfrentamientos han perturbado muchos campus, tanto en las universidades públicas, donde casi todos los estudiantes proceden de la clase trabajadora, como en las consideradas de élite, como las universidades de la Ivy League y algunas de California.
Dado que un mayor porcentaje de sus estudiantes procede de la clase dirigente, la mayor parte de la cobertura mediática se dirige a las universidades de “élite”: Stanford, Universidad de California en Los Ángeles, Universidad de Pensilvania, Yale, Harvard y Columbia. Los que dirigen la sociedad capitalista estadounidense esperan que muchos estudiantes de estas escuelas sigan dirigiendo la economía y el Estado.
Cuando los estudiantes de estas universidades se rebelan, es una gran noticia. Y se han rebelado. También implica mucho dinero. Y los multimillonarios han exigido que se castigue a los estudiantes. En algunos casos, incluso exigen que se identifique a los estudiantes para negarles trabajo o acosarlos donde viven.
La situación llegó a un punto decisivo en la Universidad de Columbia, en Nueva York. La administración de Columbia prohibió las dos principales organizaciones de solidaridad con Palestina, Estudiantes por la Justicia en Palestina (SJP) y Voz Judía por la Paz (JVP).
Aunque la administración dio el falso pretexto habitual -se había infringido alguna norma, siempre se puede encontrar uno-, distaba mucho de la verdadera razón por la que fueron prohibidas: Se negaron a tragarse las mentiras oficiales sobre Palestina y/o se negaron a ser cómplices del genocidio israelí, que pueden ver cada noche en los informativos y en las redes sociales.
Aunque los donantes reaccionarios repiten como loros la falsa afirmación del gobierno israelí y del imperialismo estadounidense de que los estudiantes activistas son “antisemitas”, la verdad es muy diferente. Ni la ideología del SJP ni la ideología del JVP identifican el ser judío con el apoyo a un Estado sionista que asienta a la gente de una religión mientras expulsa a la gente de otras religiones.
Las organizaciones de la clase trabajadora admiramos la valentía de estos grupos estudiantiles y otros similares, al igual que lo hacemos con las organizaciones de las universidades públicas, como las de la City University de Nueva York. Se enfrentan no sólo al genocidio israelí armado por Estados Unidos, sino también a los gobernantes de todos los países imperialistas occidentales, cuyas élites consideran el Estado israelí una extensión de su propia explotación de Asia Occidental.
Festival Palestina Escribe
Desde que los exalumnos donantes pro-israelíes de UPenn se movilizaron semanas antes del 7 de octubre, se ha revelado más sobre ellos. Intentaron detener el Festival de Literatura Palestina Escribe, celebrado a finales de septiembre, en un intento de reprimir la cultura palestina con el pretexto habitual de que era “antisemita”. Fracasaron.
Simplemente porque la universidad permitió que se celebrara el Festival, un gran donante de la corporación Estée Lauder y un multimillonario de capital privado han intentado utilizar el poder de su dinero para castigar a la universidad y determinar su política, incluso sobre qué profesores se contratan. Estée Lauder, por cierto, ha estado en la lista de empresas a boicotear por sus vínculos con el Estado israelí.
El conflicto por los sucesos de Gaza ha puesto de manifiesto el perverso papel del gran capital en el sistema universitario intrínseco al capitalismo estadounidense. Ahora los estudiantes, activistas y simpatizantes, se enfrentan a otra disyuntiva: ¿Se doblegan ante las amenazas a su futuro financiero o siguen luchando contra el genocidio estadounidense/israelí?
Muchos ya han tomado la decisión de continuar la lucha. Tal vez el intento de represión se vuelva en contra de los gobernantes, al igual que ocurrió durante otra guerra criminal de EE.UU. en 1968. En Mundo Obrero saludamos a los estudiantes de CUNY a UCLA que luchan contra el terror estadounidense-israelí.