Coincidencia o otra manifestación de cinismo imperial: Luis Posada Carriles, el agente CIA que perteneció al comando de asesinos de la Operación 40, diseñado para dirigir una masacre de partidarios de la Revolución al margen de la invasión de Playa Giron, pudiera ser liberado de los cargos criminales presentados en su contra en El Paso, […]
Coincidencia o otra manifestación de cinismo imperial: Luis Posada Carriles, el agente CIA que perteneció al comando de asesinos de la Operación 40, diseñado para dirigir una masacre de partidarios de la Revolución al margen de la invasión de Playa Giron, pudiera ser liberado de los cargos criminales presentados en su contra en El Paso, Texas, justo cuando se celebra el aniversario 50 de la fracasada invasión militar.
La aplastante victoria de la joven revolución cubana sobre la gigantesca maquinaria militar imperial y sus servicios de inteligencia se celebra en Cuba mientras en El Paso el llamado juicio al terrorista más conocido del continente, llega a su final después de cuatro meses cuando se había anunciado que «pudiera» durar cuatro semanas.
El juicio intentado por la Fiscalía «antiterrorista» del Departamento de Justicia – que siempre se negó a perseguir a Posada como terrorista – se ha movido con una lentitud ejemplar desde que comenzó el 10 de enero gracias en particular a la estrategia de obstrucción de la defensa que reclamó a una jueza complaciente, Kathleen Cardone, anular el proceso en 13 oportunidades.
En la última solicitud, la defensa propuso declarar su cliente no culpable de todos los cargos, sin que el jurado sea ni siquiera consultado, algo que permite el inimitable sistema norteamericano de justicia.
Cardone ya liberó a Posada en una primera oportunidad, al calificarlo de «fragil anciano» y celebrando su vida de «lucha» contra la revolución cubana, algo «honorable» en el mundo imperial, y fue forzada por una corte de apelación a retomar los procedimientos – algo que solo la dispone a repetir lo que ya hizo. Para muchos observadores, en caso poco probable de condena por un jurado unánimo, la defensa sacará su lista de padecimientos de Posada, desde un cancer de la nariz hasta trastornos digestivos, que le valdrán por su edad una sentencia simbólica.
Posada es representado por el abogado mafioso Arturo Hernández, de Miami, especializado en casos de narcotráfico e inmigración. Este mismo letrado obtuvo para Robert Ferro, el miembro de Alpha 66 arrestado en el 2006 en California con el número record de1 571 armas ilegales, una sentencia tan ligera que saldrá ya de la cárcel en diciembre próximo.
En El Paso, la última de la suspensiones imaginadas por Cardone fue tan espontanea de parte de esta magistrada – nombrada por nada menos que George W. Bush – que los fiscales federales se presentaron ante el tribunal para descubrir que el acusado y sus abogados, priorizados por la corte, estaban en su hotel. El fallo de Cardone, que podría pronunciarse este viernes o en cualquier momento de la otra semana, no puede ser apelado lo que tendría por efecto de «congelar» a favor del viejo asesino el dossier de su participación en la campaña de atentados de La Habana en 1997 que desencadenó.
Para los argumentos de cierre que se celebrarán el jueves, cada parte dispondrá de tres horas. Luego Cardone dará sus orientaciones a un jurado ya disgustado con los plazos y que sueña con regresar definitivamente a casa. Nacido en Cienfuegos, Cuba, el 15 de febrero de 1928, Posada fue un agente de la CIA durante más de cuatro décadas y actuó de torturador, sicario y terrorista de la agencia en múltiples circunstancias tanto en Venezuela donde dirigió las mortíferas operaciones de «limpieza» de la DISIP, como en El Salvador, Guatemala y Honduras donde se lo asignó a tareas similares.
Fue detenido en Venezuela como autor intelectual de la voladura de un avión de Cubana en 1976 que mató a 73 personas, pero se escapó para manejar la operación de trafico de armas y droga que se desarrolló desde la base aerea de Ilopango, en El Salvador, hasta que explota el escándalo llamado Iran-Contra.
En noviembre del 2000, Posada fue encarcelado durante cuatro años en Panamá a raíz de un complot para matar al líder cubano Fidel Castro durante la Cumbre Iberoamericana, y fue condenado por terrorismo. Salió de cárcel en 2004, indultado por la presidenta mafiosa Mireya Moscoso, presionada desde Washington y Miami, y entró ilegalmente a Estados Unidos en 2005 a bordo de un barco camaronero, desde México.