Todo en la vida tiene un límite. O casi todo… La existencia de la humanidad en la tierra está signada por un equilibrio entre lo efímero y lo eterno: el tambaleante equilibrio entre la tensión de saber que las reservas de petróleo tienen vida limitada y la triste sospecha de que la estupidez humana ha […]
Todo en la vida tiene un límite. O casi todo… La existencia de la humanidad en la tierra está signada por un equilibrio entre lo efímero y lo eterno: el tambaleante equilibrio entre la tensión de saber que las reservas de petróleo tienen vida limitada y la triste sospecha de que la estupidez humana ha sido (es) infinita.
Sí, a George se le está agotando el tiempo; no el del reinado que ya sabemos ha de terminar en algún momento, pues no hay mal que dure cien años, ni Casa Blanca que lo resista [1]. Es otro el reloj que corre, otro más preocupante, irreversible y letal: el de la era del petróleo.
Este martes 25 de abril el presidente Bush expuso las cuatro partes de su nuevo plan para enfrentar la subida de los precios del combustible en un discurso que pudiéramos resumir con una de sus frases introductorias: «Estoy aquí para hablar sobre la necesidad de que este país deje atrás nuestra dependencia del petróleo» [2].
Esta idea fue reiterada a lo largo de todo el discurso: «Los precios que está pagando la gente en las gasolineras reflejan nuestra adicción al petróleo. La adicción al petróleo es una preocupación de seguridad nacional» [3], repitió Bush una y otra vez, cual drogadicto que al intentar asumir su propia enfermedad da su primer paso y logra reconocer en alta voz ante sus compañeros de terapia de grupo su estado de gravedad y la necesidad de recuperarse.
Y no planteo aquí esta similitud por simple ejercicio figurativo del lenguaje, sino porque los puntos de contacto entre ambas situaciones nos revelan otro elemento: una persona víctima de una adicción casi nunca logra detenerse antes de caer al abismo, debe primero tocar fondo, autodegradarse hasta un punto del que apenas hay regreso y saberse perdida para intentar salir adelante. ¿Cuál será entonces la magnitud de la crisis que se cocina en el interior de los despachos presidenciales? ¿Qué hay detrás de la sonrisa de la administración al estilo «todo está perfecto, excepto un problemilla energético que estamos resolviendo (poca cosa)»?
Es evidente: una desesperación mayúscula por la situación del mercado de hidrocarburos, que torna la mencionada sonrisa de fachada en una retorcida mueca.
Estados Unidos está en medio de una crisis producto del incremento del precio del petróleo, que ha ya sobrepasa los 73 dólares el barril [4] y que ha acarreado el aumento del galón de gasolina a 2,78 dólares, lo cual representa un 24% de incremento con respecto al año anterior. Los precios en Nueva York llegaron a los 2,93 dólares el galón [5].
Las profecías de Hubbert
La atención y preocupación por la teoría del Cenit del Petróleo [6] planteada por King Hubbert son cada vez más acuciantes.
Sus predicciones constatadas de que la explotación del petróleo en Estados Unidos llegaría a un punto máximo a partir del cual descendería rápidamente se cumplieron en 1971 y, en la actualidad, mueven a nuevos estudios para determinar con precisión cuándo se llegará al cenit del petróleo mundial, que el geólogo norteamericano señaló para el año 2000.
Ese momento marcará el fin de la era del petróleo barato, el principal sostén de la hegemonía mundial de Estados Unidos, que con sólo el 5% de la población del planeta consume el 24,8 por ciento de ese recurso.
Diferentes organizaciones hacen sus estimados: la Asociación para el Estudio del Cenit del Petróleo y el Gas señala el cenit para 2007 aproximadamente; la Energy Information Administration y la International Energy Agency, después de 2025; la United States Geological Survey, 2037 [7]. Así se mueven las pistas…
¿Se imagina el gobierno de Bush que habrá un cenit del petróleo?
Si hay alguien bien informado acerca de cada logaritmo que descifran los geólogos y los físicos sobre el pico, ése es el gobierno de Bush. Se puede inferir fácilmente de todas sus acciones guerreristas en el escenario mundial para llevar una supuesta democracia a países productores de petróleo. Así lo prueban la guerra en Afganistán, la guerra de Iraq, sus actuales tensiones con Irán y otros movimientos de su política exterior.
Por sólo citar uno de los indicios más importantes, refirámonos a la Estrategia de Seguridad Nacional de 2006, aprobada el pasado mes de marzo por el presidente Bush. Llama la atención, además de varias referencias a la cuestión energética, la definición que introduce de maldición del petróleo.
Según el informe, la maldición del petróleo es «la tendencia de las ganancias del petróleo a propiciar la corrupción y evitar el crecimiento económico y la reforma política en algunos Estados productores de petróleo» [8]. Y, por supuesto, es Estados Unidos el elegido de Dios para combatir dicha maldición. «En los peores casos, las ganancias del petróleo financian actividades que desestabilizan las regiones o desarrollan ideologías violentas. La diversificación de proveedores dentro y a través de las regiones reducirá las oportunidades de corrupción y disminuirá la influencia de gobernantes irresponsables» [9].
Siguiendo la misma línea, el documento define a Venezuela como «florecimiento demagógico bañado por el dinero del petróleo que está socavando la democracia y busca desestabilizar la región» [10]. ¿A usted también, lector, le vienen a la mente los recientes despliegues militares en el Caribe?
No son sólo estas inferencias las que hablan de que la Casa Blanca domina la inminencia de un cenit del petróleo. Ya en 1999 el ex vicepresidente Dick Cheney admitió el asunto, al poner en relación los dos elementos fundamentales que provocará el cenit: el aumento de la demanda y la disminución de la producción:
«Según algunos estimados, habrá un promedio de aumento anual del 2% de la demanda de petróleo a escala mundial en los años siguientes, conjuntamente con, según un estimado conservador, un 3% de disminución de la producción a partir de las reservas existentes. Eso significa que para 2010 necesitaremos unos 50 millones de barriles adicionales» [11].
Igualmente el presidente Bush dio señales de estar al tanto de la cuestión en mayo de 2001 cuando planteó en una de sus intervenciones: «Lo que la gente necesita oír alto y claro es que nos estamos quedando sin energía en Estados Unidos» [12].
Y finalmente este martes, presionado por los disparados precios del combustible a que hacíamos referencia más arriba, el presidente ha vuelto sobre la cuestión gasolinodependiente, esta vez con una confesión rampante: Estados Unidos tiene que empezar a luchar por desintoxicarse de su adicción al petróleo.
Las cuatro tácticas de Bush. Algunas objeciones.
El plan que Bush expuso al país el 25 de abril está dividido en cuatro líneas fundamentales:
1. Asegurar que los consumidores norteamericanos sean atendidos de manera justa en las gasolineras [13] . Está claro que en la actualidad la especulación, la subida de precios y el lucro a costa de la situación están llamando a la puerta.
» Los estadounidenses comprenden, en su mayoría, que el precio del petróleo crudo está aumentando y que los precios están aumentando, pero lo que no quieren y no aceptarán es la manipulación del mercado. Yo tampoco la aceptaré», dijo el omnipotente San Bush.
Si usted viviera en un país donde el precio de la gasolina se ha incrementado un 24% también le gustaría escuchar que no le van a robar en la gasolinera; que la Comisión Federal del Comercio efectuará investigaciones para saber si el precio de la gasolina ha sido manipulado y que el presidente está solicitando al Congreso que no sea de los impuestos de su bolsillo, sino del presupuesto, de donde salgan los 2 000 millones de dólares que financiarán las investigaciones energéticas de los próximos 10 años.
Pero, ¿hasta qué punto esta promesa va a llevarse a efecto? Un periodista [14] preguntó a Al Hubbard, Director del Consejo Económico Nacional, por qué en lugar de las investigaciones no se tomaban medidas de mayor peso, una ley federal reguladora de los precios, por ejemplo. Hubbard contestó con una petición de reformulación de la pregunta y una evasiva sobre la existencia de leyes anti-trust en cada estado.
2. Estimular un mayor rendimiento del combustible. En este punto el presidente decidió recomendar a sus compatriotas un uso racional de los recursos energéticos que redujo, básicamente, a la sustitución de automóviles. Cito: «[un buen plan] para hacerle frente a los elevados precios de la gasolina es promover el uso más eficiente de combustible.» […] «Queremos alentar a la gente a que tome decisiones sensatas…»
Sólo una pregunta: a estas alturas, ¿qué plan que dependa de la conciencia de las masas usamericanas es bueno? Un país donde la alienación consumista, en palabras de Marshall McLuhan, ha convertido a la población en una manada de «monos borrachos» no puede apelar a la participación masiva para solucionar nada. Esa es una deformación de la supraestructura del sistema que va a tener inevitables repercusiones en la infraestructura del país.
3. Incrementar los suministros de petróleo y gasolina. «Es importante que el Congreso reduzca el papeleo y garantice que los permisos para la construcción de refinerías serán tramitados en el transcurso de un año, solamente». Como bien señala Bush en su discurso, no se ha construido una refinería en Estados Unidos en los últimos 30 años y la creencia general es que las causas están en los trámites y restricciones por la contaminación ambiental.
Pero los especialistas se cuestionan: ¿Alguien cree que Ronald Reagan y George H. Bush hubiesen permitido que una pandilla de ambientalistas latosos impidiera a las compañías construir refinerías si lo hubiesen deseado [15]? La respuesta a esta pregunta la proporcionó el propio Bush Jr. en su discurso del martes cuando, a pesar de todas las veces que mencionó la protección medioambiental la conciencia lo traicionó y expuso: «Debemos asegurarnos de proteger el medio ambiente, pero [16] también tenemos que asegurarnos de que encontraremos fuentes adicionales de petróleo crudo para disminuir la presión en el precio».
El tiempo dirá cuántas refinerías serán construidas. A la sombra de los cuestionamientos anteriores la medida podría interpretarse como recurso para ganar tiempo. Esta tercera parte del plan incluyó también dejar de hacer compras o depósitos en la Reserva Estratégica de Petróleo (Strategic Petroleum Reserve) para aumentar la oferta; así como otro número de acciones que vislumbran, entre otras cosas, fatales amenazas del medio ambiente, a pesar del cacareo ecológico de George.
4. Invertir en fuentes alternativas de energía para reducir drásticamente las demandas de gasolina. Aquí recayó el mayor peso del discurso, que encomendó el futuro de Estados Unidos al uso del etanol como combustible, del cual se dijo es una fuente potencial alternativa ante la gasolina.
Pero está muy lejos de ser la solución dorada de los problemas energéticos del país. Algunos especialistas objetan que debido a su carácter corrosivo el etanol necesita ser transportado en pipas o en barcos y no a través del sistema de conductos nacionales. Necesita también ser mezclado en el último momento con una base más costosa de gasolina [17]. En las condiciones de su explotación actual, el etanol está lejos de ser la solución de la crisis norteamericana, especialmente cuando su precio se ha disparado con respecto al año anterior desde $1,45 a $2,77 [18].
Otras de las alternativas energéticas mencionadas fueron el biodiésel y los vehículos híbridos.
Epílogo
Bush dijo en una parte de su intervención del martes: «Y todo lo que he descrito hoy aquí son estrategias interinas… estrategias a corto plazo e interinas».
Si las cartas con que cuenta Estados Unidos para resolver su crisis energética a corto plazo son las investigaciones científicas de los próximos diez años, la conciencia del pueblo norteamericano, la construcción de nuevas refinerías, el descubrimiento de petróleo en el Ártico [19], la explotación a gran escala del etanol y el diseño todavía incipiente de alternativas como el biodiésel y los vehículos híbridos, entonces no creo que la solución pueda apreciarse en breve.
Como dije anteriormente, más que un plan para la solución de la crisis del petróleo, esto parece ser un anestésico para las preocupaciones que está despertando la subida de los precios.
Las perspectivas son desalentadoras. Estados Unidos no se va a quedar cruzado de brazos viendo gotear el combustible en las gasolineras árabes, chinas y rusas. Las consecuencias de un cenit del petróleo no serán -como muchos plantean- el retorno a un paleolítico económico en el que prescindiremos de los aviones y el teléfono y cultivaremos la tierra con nuestras propias manos a falta de tractores. No tendremos esa oportunidad. Antes seremos borrados por un enfrentamiento entre potencias que se disputarán los últimos asideros de la hegemonía mundial.
NOTAS
[1] Ni Iraq que lo resista, ni América Latina, ad infinitum.
[2] President Discusses Energy Policy. www.whitehouse.gov/news/releases/2006/04/20060425.html
Versión en español disponible en www.whitehouse.gov/news/releases/2006/04/20060425.es.html
[3] Véase la nota 2.
[4] Finfacts Team www.finfacts.com/irelandbusinessnews/publish/article_10005615.shtml. 25 de abril de 2006.
[5] Ambas cifras obtenidas en Jad Mouawad, Oil leaps above $70 on anxiety over supply. The International Herald. 18 de abril de 2006. www.iht.com/articles/2006/04/17/business/oil.php
[6] Para más información sobre la Teoría del Pico del Petróleo consúltese http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_del_pico_de_Hubbert
[7] Cifras obtenidas en el enlace anterior.
[8] The National Security Strategy of the United States of America. Pág 24. March 2006. Versión disponible en www.whitehouse.gov/nsc/nss.html
[9] Véase la nota 8.
[10] Véase la nota 8. (Pág. 20)
[11] Life after the Oil Crash. www.lifeaftertheoilcrash.net
[12] Véase la nota 11.
[13] Véase la nota 2.
[14] Briefing by Al Hubbard, National Economic Council Director, on the President’s Four-Point Energy Plan. (En la transcripción no se especifica el nombre del periodista.) Disponible en www.whitehouse.gov/news/releases/2006/04/20060425-9.html
[15] Véase la nota 11.
[16] Resaltado y cursiva de la autora.
[17] Jessica Holzer. Over A Barrel. Forbes. www.forbes.com/2006/04/25/bush-oil-plan-cx_jh_0425bush.html
[18] Véase la nota 17.
[19] Aunque no se menciona en el presente artículo, ésta es otra medida incluida en el plan.
Bárbara Maseda es miembro del los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística.