La congresista norteamericana, Cynthia McKinney, acusó hace unos días de forma contundente al Gobierno de Bill Clinton de estar detrás del golpe de Estado que, en 1994, desencadenó las terribles matanzas en la zona de los Grandes Lagos. McKinney sostiene que el gobierno norteamericano buscaba un cambio de poder en el país. Desde hace menos […]
La congresista norteamericana, Cynthia McKinney, acusó hace unos días de forma contundente al Gobierno de Bill Clinton de estar detrás del golpe de Estado que, en 1994, desencadenó las terribles matanzas en la zona de los Grandes Lagos. McKinney sostiene que el gobierno norteamericano buscaba un cambio de poder en el país. Desde hace menos de un año la Audiencia Nacional investiga, a instancias del ‘Forum Internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos’, la muerte de nueve españoles en Ruanda El 6 de abril de 1994 un atentado acababa con la vida del presidente ruandés Juvénal Habyarimana, del presidente de Burundi Cyprien Ntayamira, y de varios de sus colaboradores. Este atentado fue el origen de la tremenda represión que se desencadenó en la zona. Más de cuatro millones de personas murieron a causa de los machetazos, las balas o el hambre en Ruanda y la República Democrática del Congo.
Contra la versión oficial Este atentado se atribuyó desde el primer momento a los radicales hutus. Sin embargo, la congresista norteamericana y el ‘Forum Internacional para la Verdad y la Justicia en el África de los Grandes Lagos’, al que ella pertenece, defienden la teoría, apoyada en varios testimonios, de que este suceso fue perpetrado por el Frente Patriótico Ruandés (FPR), actualmente en el poder. Esta tesis contradice la versión oficial que acusa a los humus de haber desencadenado este genocidio.
Cambio de gobierno Según esta organización, Paul Kagame, actual presidente del Ruanda, consiguió alcanzar el poder mediante la utilización de la violencia y a través de la guerra. Para McKiney, lo que sucedió en Ruanda «no fue un genocidio planificado por los Hutu, sino un cambio de régimen, un golpe de Estado encabezado por Kagame y apoyado por potencias extranjeras» con fuertes intereses económicos en la zona. Uno de los países más interesados en este cambio de régimen habría sido Estados Unidos. El gobierno de la época encabezado por Bill Clinton habría ofrecido «formación y apoyo técnico a los militares del FPR», explica a elplural.com Jordi Palou-Loveras, Representante Legal y Portavoz del Forum.
Control de minerales Pero este conflicto no es sólo la historia de la lucha por el acceso al poder de elementos extremistas y criminales, sino también, aseguran desde el Forum, «del pillaje y la lucha por el control de la explotación de los riquísimos recursos naturales (oro, diamantes, y sobretodo el coltán, utilizado para la fabricación de móviles) de la parte oriental de la República Democrática del Congo». En este pillaje habrían intervenido también grandes empresas transnacionales de Europa, Canadá y Estados Unidos, denuncia la ONU.
La Audiencia Nacional Investiga Precisamente fue esta organización, formada, entre otras personalidades, por el Premio Nobel de la paz, Adolfo Pérez Esquive , la citada congresista y varias ONGs nacionales e internacionales, la encargada de presentar un querella en la Audiencia Nacional contra 69 integrantes de FPR y la Armada Patriótica Ruandesa, para investigar la muerte de nueve españoles en Ruanda.
Religiosos y cooperantes Los fallecidos son los misioneros Joaquim Vallmajó e Isidro Uzcudun; los maristas Servando Mayor, Julio Rodríguez, Miguel Ángel Isla y Fernando de la Fuente; tres miembros de la ONG Médicos del Mundo Mª Flors Sirera, Manuel Madrazo y Luis Valtueña.
Otro ‘caso Pinochet’ El Juez Fernando Andreu es el encargado de esta investigación que se ha abierto en base al Principio de Competencia Universal previsto en la Ley Española y a los Tratados Internacionales. Un caso que recuerda mucho al del dictador chileno Pinochet, aunque con una diferencia importante, los inculpados en el caso de Ruanda siguen actualmente en el poder. Las declaraciones de la congresista McKinney, y la publicación de tres libros sobre este genocidio, traen de nuevo a la actualidad un conflicto que se ha cobrado más de cuatro millones de vidas y que no siempre ha recibido la atención que merece.