Publicamos dos artículos: uno más breve, sobre el momento actual de Senegal, y otro de contexto.
Surgimiento de una izquierda radical y panafricana y represión por el poder liberal
Mbissane
Senegal ha vivido la crisis política más fuerte de su historia.
De hecho, desde 2021, el líder político del partido Pastef Oumane Sonko había sido acusado falsamente de violación. Todo el aparato estatal liberal-socialista BENNO BOKK YAKAR (Juntos con la misma esperanza) ha desarrollado una campaña de odio contra Ousmane Sonko que se ha convertido en el abanderado de la juventud africana y senegalesa. Sus elecciones y direcciones en la lucha contra el sistema poscolonial de nepotismo, corrupción y venta de recursos asustaron a Macky Sall y su gobierno. Pese a varios intentos de detención y violencia contra él y miembros de su partido, los jueces rechazaron finalmente la acusación de violación que Ousmane Sonko siempre ha denunciado como conspiración. Luego, los jueces encontraron una fantasiosa acusación de «corrupción de la juventud», un delito nunca pronunciado en Senegal y que no tiene sentido.
Todas estas etapas han estado jalonadas por la violencia de las fuerzas policiales e incluso de la gendarmería, que se saldó con una cincuentena de muertos y más de 600 presos políticos. En realidad, detrás de esta violencia contra Ousmane Sonko, está Macky Sall en el poder desde hace 12 años que incluso pretendió hacer una tercera candidatura, algo prohibido por la Constitución. Para mantener su control necesita eliminar a Ousmane Sonko.
Lamentablemente para él, los abogados de Sonko y las familias de las víctimas han presentado una denuncia ante la Corte Penal Internacional contra Macky Sall acusado de estar vinculado a la violencia que ha causado tantas muertes entre 2021 y 2023.
La gente ya no quiere a Macky Sall. Todas las encuestas dan a Sonko el ganador en la primera ronda. Macky Sall quiere eliminarlo.
Todo Senegal contiene la respiración para saber si Sonko tendrá la libertad de participar en las elecciones presidenciales de febrero de 2024 porque actualmente se encuentra en prisión y huelga de hambre.
Senegal, una deriva autoritaria
María Gómez Garrido y Gnima Diouf
Senegal ha entrado en los últimos meses en un proceso de inestabilidad política, sin que necesariamente se vislumbren las claves de un posible cambio. Las recientes maniobras del gobierno de Macky Sall contra el ahora ya principal líder de la oposición y su partido denotan una serie de acciones desesperadas, en las que parecería haber algo más que el simple miedo a perder viejos privilegios.
El país que fue el primer punto de anclaje del colonialismo francés en el África occidental, ha sido normalmente considerado modélico por la estabilidad de sus instituciones. Desde la independencia en 1959 no ha habido riesgo de golpe de Estado; Las minorías religiosas como el catolicismo y el animismo ha convivido sin dificultades con el islam mayoritario. La diversidad étnica y lingüística de un país trazado con escuadra y cartabón se sostiene a través de una serie de fórmulas populares como cousinage à plaisanterie 1/ y la fuerza cohesiva de las cofradías religiosas. O al menos así ha sido durante largo tiempo para las generaciones mayores.
Pero estabilidad no es lo mismo que democracia, ni transparencia, ni derechos. La corrupción en Senegal es un mal endémico que atraviesa todo un sistema público hipertrofiado, y al mismo tiempo tremendamente débil puesto que no cumple con la idea de función pública, ni de garantizar igualdad en el acceso a derechos. El impresionante crecimiento económico del país de los últimos diez años (con una variación interanual del 12% del PIB en 2022) se ha escenificado en una serie de obras e infraestructuras faraónicas, como el nuevo aeropuerto, la zona de los estadios, o el tan esperado tren, que efectivamente supone un alivio para el insoportable tráfico de la banlieue al centro de Dakar.
Sin embargo, este crecimiento económico ha dejado intactos otros aspectos fundamentales en las vidas de las personas. Particularmente, el acceso a la salud pública sigue siendo una asignatura pendiente; y no está garantizado tampoco el acceso a la educación. Senegal tiene un 40% de tasa de analfabetismo. En un país tremendamente joven, con una tasa de fecundidad de 4,5, las escuelas coránicas o daaras son centros de acogida para menores de familias sin recursos, sin que el gobierno haya logrado nunca penetrar tras esos muros
2/. Por último, el conflicto por el Estatuto de Autonomía de la Casamance, sigue sin resolverse cuarenta años después, y arroja importantes cifras de población desplazada.
El país ha visto en los últimos años cómo sus mejores recursos agrícolas y pesqueros eran entregados a empresas y gobiernos europeos y chinos. Los antiguos pescadores relatan con mirada atónita la progresiva reducción de su faena diaria a causa de los grandes barcos de arrastre en la zona. Nadie los protege. Los acuerdos firmados por el gobierno senegalés dejan a su pueblo totalmente vendido.
El descubrimiento de fuentes de gas y petróleo en el país entre 2014 y 2016 puso a la población en guardia ante la posibilidad de que esos recursos no redundaran en el país, sino sólo en una élite beneficiada. Tuvieron lugar ya entonces movilizaciones en las calles. En 2017, Ousman Sonko, líder del partido de la oposición Patriotas de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad (PASTEF), publica el libro Petróleo y gas en Senegal: crónica de una expoliación. Un par de años después, un documental de la BBC en 2019 sobre el caso Petro-Tim 3/, con adjudicaciones irregulares en las concesiones de exploración y explotación de gas, y en el que estaba implicado Aliou Sall, hijo del actual presidente, hace estallar una serie de movilizaciones en las calles de las principales ciudades. El movimiento Aar Li Un Bokk 4/, un amplio frente ciudadano formado por movimientos sociales, organizaciones sindicales y partidos políticos, reclamará entonces la protección de los bienes naturales del país y una gestión responsable de los mismos, que mire por el bien común. Este movimiento viene a sumarse al urbano Y’an e marre! [¡Basta ya!], movimiento social con fuerte anclaje entre artistas y periodistas jóvenes de Dakar que en 2011 comenzó a denunciar la mala gestión de los recursos públicos, tras una serie de cortes de suministro eléctrico en la ciudad, y tras anunciar el entones presidente Abdoulaye Wade que se presentaría a un tercer mandato. Y’an en marre criticó la gestión del entonces presidente y hoy en día sus líderes, ya no tan jóvenes, han criticado también la reacción represiva llevada a cabo por el gobierno de Macky Sall.
Pero es el líder del partido Pastef, Ousmane Sonko, quien mejor ha logrado canalizar el descontento de la población. Este inspector fiscal, sin ninguna conexión previa con el aparato de Estado, a diferencia de la mayor parte de los candidatos electorales, logró ya en 2019 dar visibilidad a un partido construido en gran parte con las aportaciones voluntarias de la diáspora senegalesa.
Cualquier persona que estudie hoy en día la migración senegalesa a Europa se topará seguro con el nombre de Sonko. Éste emerge con facilidad en los discursos del migrante, especialmente del migrante varón. En un relato de lucha, de aguante de todo tipo de violencias en Europa, y de penurias en el origen, la esperanza aparece siempre con el nombre de este candidato.
Con un firme discurso anticolonial, Sonko prometió ya en su campaña de 2019 sacar al país de la espiral de corrupción, y emanciparse del yugo colonial, entendido en el contexto senegalés como el yugo francés. Varios eran entonces los puntos de su programa político en esa línea: salida del franco CEFA, la garantía de que los recursos naturales serán gestionados por y para los senegaleses, o un acento en el islam como seña de identidad, lo que en muchos países que fueron antiguas colonias ha pasado a ser un símbolo de anti-europeísmo, teniendo en cuenta la tendencia islamófoba en el viejo continente.
En relación al primer punto, la salida del franco CEFA, ha sido una medida ya muy presente en los debates políticos recientes de los países del África occidental y frente a la que Francia da muestras de ceder
5/. El hecho de que la moneda siguiera dependiendo del valor establecido por el Tesoro francés era un resquicio de la herencia colonial leído como una humillación.
Pero es sobre todo la idea de poner fin a los distintos acuerdos comerciales con Europa, y especialmente con Francia, la línea de fuerza de Sonko, así como un firme programa para poner fin a la corrupción. El líder ha logrado máxima popularidad entre la juventud y entre los senegaleses de la diáspora. Y es quizás por esto mismo que el aparato de Estado, incluidas la judicatura y las fuerzas del orden – policía, militares y gendarmería, han actuado con virulencia contra el líder y su partido. La espiral de violencia del Estado ha ido in crescendo.
En febrero de 2021 en medio de su creciente popularidad, Ousman Sonko fue acusado de haber violado a una masajista. Su detención en marzo de ese año, provocó una oleada de protestas en el país, duramente reprimidas, dejando el saldo de 14 muertos, 12 de los cuales por disparos de las fuerzas del orden senegalesas, según Amnistía Internacional. Este año, el líder político ha sido finalmente absuelto del delito de violación, pero acusado de corrupción de la juventud. Esta sentencia, así como su arresto domiciliario en julio pasado en Dakar, volvió a activar protestas, cuya represión sumó otros 16 muertos, a lo que se añade detenciones de periodistas, incluidos Pape Ale diang, director director del portal de noticias Dakar Matin, y Aliou Sané, coordinador del movimiento Y’en a marre. Asimismo, internet ha sido suspendida de manera intermitente durante días para evitar la comunicación por redes sociales.
Uno de los abogados de Sonko, el franco-español Juan Branco, quien había denunciado al gobierno senegalés por crímenes de lesa humanidad por la violenta represión de la disidencia, ha sido detenido y posteriormente expulsado del país. Sonko ha ingresado en prisión el 1 de agosto. A la acusación de corrupción de la juventud se suma la de insurrección, asociación de malhechores vinculados a una empresa terrorista, y complot contra la seguridad del Estado. Pastef, que era el principal líder de la coalición opositora Yewwi Askan Wi [Liberar al pueblo] ha sido disuelto por decreto.
En esta deriva autoritaria, el gobierno de Macky Sall sólo está dando alas a las críticas de los sectores más jóvenes del país, que ya no aceptan la situación de herencia colonial heredada. Tal y como señalaba con lucidez el escritor Boubacar Boris Diop en una entrevista reciente, la juventud está cansada de democracias que sirven sólo a unas élites. Por otra parte, la histórica falta de empatía europea hace que los africanos desconfíen cada vez más de las operaciones llevadas a cabo en su territorio en nombre de los derechos humanos.
Sonko parte de un discurso panafricanista y anticolonial que logra aunar ese espíritu crítico. No obstante, su programa está también teñido de ambivalencias: se pone el acento en el trabajo, sin que se hable en ningún momento de salarios dignos (de hecho, el punto “trabajo” del partido, señala que el trabajo dignifica al ser humano independientemente de su remuneración); no hay ninguna referencia a políticas sociales. Por último, las actuaciones del partido dividen al movimiento feminista, que ha visto cómo tanto el Estado como la oposición libraba su batalla en torno al cuerpo de una mujer, sin que ésta pudiera tener voz por sí misma 6/.
Pastef nace como un partido cuya principal seña de identidad sería el anticolonialismo, a través de una vaga idea de desarrollo autónomo del país, es decir, sin dependencia exterior, pero sin aclarar cómo sería ese país que está por construir. Este discurso ha calado con fuerza en gran parte de la juventud, y de la juventud universitaria en particular. Conviene recordar que el sistema educativo y universitario senegalés es una copia casi idéntica del sistema universitario francés. En efecto, encontramos los mismos nombres, las mismas organizaciones institucionales, y casi los mismos contenidos curriculares. El estudiante senegalés desde su infancia no ha tenido un contenido curricular que corresponda a sus culturas senegalesas y africanas. En las universidades se enseña a partir del francés, del castellano, del inglés, del portugués, del alemán, y del árabe. Pero muy pocas veces en lenguas africanas. Este contexto hace que la ruptura se acrecienta más aún entre unas élites que reproducen un sistema de tipo neocolonial sin cuestionarlo e incluso presentándolo como algo “moderno” frente a una “tradición” que no serviría en un mundo globalizado y una juventud que aspira a que sus enseñanzas partan de lo que ellos viven y conocen. El programa de Sonko, con todas sus ambivalencias, alude a este aspecto y cosecha el apoyo masivo de la comunidad estudiantil. Esta juventud es la que tiene sin lugar a dudas las claves del desenlace senegalés ya que no tiene nada que perder…
Notas:
1/ Cousinage à plaisanterie es una práctica de comunicación entre dos desconocidos de etnia diferente (por ejemplo, entre un peul y un serer, o entre un serer y un diola), una forma de saludarse, en la que se establecen bromas sobre la otra etnia, al tiempo que en ese momento de humor, se establece la cercanía del supuesto parentesco, ficticio, entre las etnias. Sobre esta práctica, https://www.cairn.info/revue-raisons-politiques-2004-1-page-157.htm?contenu=article.
2/ Sabemos que en algunas de ellas hay cuidados, y las y los menores pueden salir adelante en sus vidas. En otras, sin embargo, hay maltratos, violaciones, y los menores son obligados a la mendicidad. Ésta, la mendicidad infantil, ha sido prohibida desde 2005. Y el gobierno de Macky Sall mostró firmeza encarcelando a algunos marabouts [maestros coránicos], acusados de explotación infantil por forzar a los niños a la mendicidad. Sin embargo, en muchos de esos casos, la propia población se movilizó contra la decisión del gobierno. Es así que la cuestión de las daaras sigue siendo un tema delicado, aún sin resolver.
3/ El documental The $10 million energy scandal analiza la adjudicación irregular al empresario Frank Timis, en un procedimiento poco transparente que involucraba también a British Petrol. Cuando Macky Sall fue elegido presidente en abril de 2012, abrió una investigación sobre el caso, para acabar manteniendo las dos concesiones.
4/ Aar Li Un Bokk, traducido a veces como “Proteger nuestros recursos”. Bokk es aquello que nos une, que compartimos, es decir, más bien “proteger nuestros comunes”.
5/ En diciembre de 2019 se firma un acuerdo entre Macron y el presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, por el que Francia se compromete a no intervenir más en la moneda del FCA. Se anuncia la creación del eco, moneda que uniría a ocho de las antiguas naciones del África occidental.
6/ El cuerpo de una mujer como escenario político. Texto publicado por la Red de Feministas de Senegal, el 15 de junio de 2023.
Mbissane es historiadora.
María Gómez Garrido forma parte de la redacción de la web de Viento Sur.
Gnima Diouf es profesora de estudios culturales en Francia.
Fuente: https://vientosur.info/senegal-una-deriva-autoritaria/