Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
«Radicalización en Occidente: La amenaza interior» es el título de un informe de 2007 emitido por el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD, por sus siglas en inglés), que destaca el riesgo supuestamente menospreciado de que actos terroristas puedan ser cometidos por la población musulmana de EE.UU.
El análisis seudocientífico del informe postula que los individuos musulmanes pasan generalmente por cuatro fases diferentes antes de involucrarse en terrorismo: Pre-radicalización, auto-identificación, adoctrinamiento y «yihadización».
Dice que los ejemplos de la fase de auto-identificación incluyen «la renuncia a los cigarrillos, a la bebida, al juego y a la vestimenta urbana hip-hop de gánster» e «involucrarse en activismo social y temas comunitarios». Para ilustrar la fase de adoctrinamiento, los autores del infirme afirman que la librería islámica de Brooklyn que empleó al paquistaní-estadounidense Shahawar Matin Siraj -condenado en 2006 por complotar para hacer volar una estación del metro de Nueva York- era una «incubadora de extremistas» y un local para «transferir el modo de pensar al estilo salafista [de Siraj] a su percepción de los temas globales».
Nos dice que un tema global sujeto a la visión radicalizada de Siraj, es Israel/Palestina:
«Ya en noviembre de 2002, Siraj dijo que los atentados suicidas en Israel no constituían suicidio, sino venganza como reacción a las atrocidades israelíes y que él haría lo mismo».
Curiosamente, sin embargo, ese mismo informe parece validar la noción de una relación lógica de causa y efecto entre la conducta israelí y la de los atacantes suicidas palestinos:
De un modo muy diferente a la ecuación israelí-palestina, la transformación en terrorista de un individuo basado en Occidente no es provocada por la opresión, el sufrimiento, la venganza o la desesperación».
Notoriamente ausente en la cronología de la radicalización de Siraj en el informe, entretanto, está Osama Eldawoody, el informante pagado por el NYPD, que alentó a Siraj para que realizara el atentado en el metro. Una grabación en la que Siraj insiste en que tendría que preguntar a su madre si era permisible que colocara bombas, es solo una evidencia que sugiere que no se puede decir que el joven fuera un súper-terrorista inclinado a aniquilar EE.UU. y a la subversión del orden mundial.
La noción de que existe una falange de islamistas radicales que se proponen destruir el país desde el interior se presenta en la película de 2008 La tercera yihad que, como señala el New York Times : «se exhibíó ante más de mil policías como parte de su entrenamiento en el Departamento de Policía de Nueva York». Zuhdi Jasser, estrella de la cinta y presidente de una organización dedicada a «recuperar el Islam de la demagogia de los islámicos-fascistas», defendió recientemente el espionaje sistemático del NYPD en las comunidades musulmanas: «Damos gracias a Dios cada día por el NYPD».
Operaciones de vigilancia
El informe de agosto de 2011 de Associated Press sobre las operaciones de vigilancia de musulmanes señala: «El objetivo era ‘catalogar el panorama humano de la ciudad’, dijo un funcionario del mantenimiento del orden. El programa se modeló en parte basándose en la forma en que las autoridades israelíes operan en Cisjordania, dijo un antiguo oficial de policía».
Si este fuera el caso, el proceso de modelado del programa presumiblemente fue facilitado por una fórmula conjunta estadounidense-israelí según la cual el terrorismo de los musulmanes es terrorismo, mientras que el terrorismo de EE.UU. e Israel es contraterrorismo.
Linda Sarsour, directora de la Asociación Árabe-Estadounidense de Nueva York, aludió a más paralelismos transoceánicos cuando me reuní con ella en su oficina en Brooklyn el mes pasado para discutir la restricción de las libertades civiles musulmanas. Según Sarsour, la noción de que el NYPD existe para proteger a ciertas etnias contra otras aumenta entre los neoyorquinos musulmanes, los cuales muestran más solidaridad con otros ciudadanos de segunda de la democracia en EE.UU., como los que son sometidos desproporcionadamente a procedimientos de detención y cacheo.
Se puede imaginar la reacción que tendría el equipo interno de alerta contra amenazas si apareciera una revelación de que las organizaciones musulmanas estuvieran, por ejemplo, grabando en video a los visitantes de iglesias y sinagogas y desplegando agentes para infiltrarse en empresas cristianas y judías. Cuando las instituciones estatales responsables de la salvaguarda de los derechos civiles emplean métodos semejantes, sin embargo, sabemos gracias a alarmistas como Jasser que los grupos islamistas están realmente inventando afirmaciones de islamofobia y explotando el concepto de la corrección política en un ataque muy injusto contra la policía.
«Entretanto, la reciente revelación de que los educadores del Departamento de Defensa han propugnado un enfoque al estilo de ‘Hiroshima’ con respecto al Islam, hace poco para aliviar las preocupaciones de que EE.UU. está fundamentalmente opuesta a la religión per se». También convierte en una especie de burla la exageración sobre la supuesta destructividad del Islam radical.
En cuanto a otras lecciones potencialmente valiosas que las autoridades israelíes podrían impartir a los propugnadores de un Estado policial en EE.UU., la referencia en Radicalización en Occidente al papel de la «opresión, sufrimiento [y] desesperación» en la generación del terrorismo palestino es un recuerdo adecuado de las exitosas contribuciones de Israel a la creación, precisamente, de la amenaza terrorista que sigue invocando como excusa para ejercer más opresión.
Belén Fernández es editora de PULSE Media. Su libro: The Imperial Messenger: Thomas Friedman at Work está en venta en Verso, Amazon y muchos sitios más. Sus artículos han aparecido en London Review of Books blog, CounterPunch, Guernica Magazine y muchas publicaciones más. Síguela en Twitter: @MariaBelen_Fdez
Fuente: http://www.aljazeera.com/
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