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60.000 millones de dólares para África: ¡Puro teatro!

«¡Si no puedes ayudarme, déjame en paz!»

Fuentes: Rebelión

Traducido por Caty R.

El G8 anunció el viernes pasado que «soltará» 60.000 millones de dólares para combatir, prioritariamente en el continente africano, el sida, la tuberculosis y la malaria. Un compromiso que parece bastante vacío ya que según un responsable de Canadá citado en el periódico canadiense La Presse, «no es más que una redistribución de las aportaciones actuales de los países concernidos y además no se han establecido las fechas de los pagos». Ya está todo dicho.

Cabe preguntarse si verdaderamente vale la pena transmitir estas noticias que casi tienen más de desinformación. Lo importante para los que proclaman el propósito es epatar a la opinión pública. Apuestan por el efectismo del anuncio pretendiendo tal vez que la gente crea que los ocho países más ricos, o al menos sus dirigentes, han alcanzado el estado de gracia. Eso es lo que habría podido reinar en Heiligendamm («heilig» en alemán significa «santo» y «damm», «terraplén»), la ciudad que acogió la cumbre del G8. Pero que nadie se llame a engaño y menos los africanos, ocupados en morirse en silencio en Darfour o en cualquier otra parte.

Con la salida de Tony Blair del 10 de downing street, parece que se evapora la posibilidad de que algún día se lleve a cabo la principal recomendación de la «Commision for Africa» de la que fue promotor: la duplicación de la ayuda al desarrollo (APD) en África para 2010. Para alcanzar este objetivo la ayuda al desarrollo de los países ricos debería haber aumentado «en 25.000 millones de dólares al año durante los tres-cinco años próximos». Y de eso nada; en 2006 la APD sufrió una clara regresión con relación a 2005. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que la bajada es del 5,1%. Las sumas asignadas al desarrollo en el mundo han pasado de 106.800 a 103.900 millones de dólares según los expertos. La parte destinada al África subsahariana se habría estancado en 25.000 millones. «Las cifras disponibles hasta ahora ponen de manifiesto que aparte de la reducción de la deuda, los países africanos no recibieron lo que les prometieron en la cumbre del G8 de hace tres años con ocasión del año de África», subrayaba el domingo pasado John Page, economista jefe del Banco Mundial para África. Haría falta por lo menos un milagro para alcanzar la cifra de 50.000 millones en 2010. Los africanos de la diáspora lo hacen mucho mejor, en 2006 transfirieron 81.000 millones de dólares.

Repetimos: los 60.000 millones anunciados no son en ningún caso una muestra de la toma de conciencia de los países desarrollados. No; este último arranque no es consecuencia de una repentina crisis de remordimientos provocada por los altermundistas y las ONG que han moderado sus esfuerzos para perturbar esta cumbre, porque ya están incluidos en el presupuesto, al menos en parte. Estados Unidos, que contribuye con la mitad de esta suma, conocía de antemano los límites de su «arrebato de generosidad», que corresponde a las promesas que hizo en mayo el presidente George Bush de duplicar su ayuda al desarrollo a 30.000 millones de dólares.

Aún más, los países del G8 no van «a dar» -en parte- 60.000 millones de dólares más a los africanos porque no será dinero contante y sonante. Los billetes verdes pasarán por el tamiz de los complicados cálculos, de los que sólo los prestidigitadores de la donación conocen el secreto, para transformarlos en las siglas APD, que es el resultado de una mezcla, entre otras cosas, de «anulaciones de deuda, gastos de escolaridad de los estudiantes extranjeros y gastos para los refugiados», lo que para Francia equivale a más del 50% de su aportación. Al final, analiza John Page, «numerosos países donantes aumentaron su ayuda para asistencia humanitaria y reducción de la deuda en los últimos cuarenta años, pero esto no se ha traducido en recursos suplementarios para los países africanos con el fin de reconstruir sus infraestructuras, formar a los profesores y luchar contra el sida y la malaria».

La guinda del pastel: El G8 ratifica su promesa de 2005 de duplicar la APD del continente africano. ¿Nos toman el pelo? Pretenden que la opinión pública siga creyendo que África es una prioridad para el G8. ¡La amenaza que representa la miseria de África para los países ricos, sí! Deberíamos dejar de llamar hipócritamente a la APD «Ayuda Pública al Desarrollo» y denominarla «Ayuda Pública a la Disculpa»; sería mucho más adecuado, porque se trata únicamente de eso. Las promesas para ellos no son compromisos y si los africanos todavía lo dudan, Heiligendamm debería abrirles los ojos. Y a los países del G8 tendrían buenas razones para decirles, como decimos en Costa de Marfil: «¡Si tu ne peux m’arranger, il faut pas me déranger!» (¡Si no puedes ayudarme, déjame en paz!)».

http://www.afrik.com/article11889.html

*Falila Gbadamassi nació en Nigeria de padres africanos y vivió en Costa de Marfil hasta los 18 años. Estudió economía. Después de un período de prácticas y varias colaboraciones, desde febrero de 2005 es periodista de Afrik.com y aunque se especializó en cuestiones económicas y nuevas tecnologías le interesa todo lo que atañe a su continente.

*Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, la traductora y la fuente.