El Comando Sur es una de las diez unidades militares con que EE.UU. vigila el planeta. Cubre a las tres Américas y el Caribe, un área de casi 25 millones de kilómetros cuadrados conocida como el «patrio trasero». La ofensiva estadounidense sobre la región no es un invento de Trump. Bajo el gobierno de George W. Bush la Casa Blanca reactivó la Cuarta Flota naval. Había sido creada en 1943 para combatir a la armada nazi en aguas del Atlántico.
Donald Trump y el Pentágono aceleran el modelo injerencista contra los gobiernos reacios a alinearse con los intereses estadounidenses. La diferencia con otros momentos de la ríspida historia con la región es que lo hace sin el mínimo cuidado por las formas de la diplomacia. Es así que la red Twitter del Comando Sur de EE.UU. publicó, en castellano, una «sugerencia» para que los militares venezolanos «respeten el derecho a protestar pacíficamente» este fin de semana. Esta advertencia se suma a la declaración oficial de Donald Trump desde la Casa Blanca del lunes en la que aplaudió «al ejército boliviano» por el golpe contra Evo Morales. El mensaje iba acompañado por (textual) «una fuerte señal a los regímenes ilegítimos en Venezuela y Nicaragua».