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Esopo y los sospechosos habituales

Sin prestar atención a las campañas presidenciales

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

La política en EE.UU. está en una tal bancarrota que las impresiones de un no-observador podrían ser tan valiosas como los puntos de vista de los expertos. Menciono a continuación mis impresiones superficiales sobre algunos de los candidatos. Los imagino con sus togas, hablando al Senado en Roma, tal vez el 1º de abril del 44 A. d. C.

Obama: «Nos vemos como sucesores de los exitosos; no somos responsables por el pasado, y tenemos plenos derechos al tesoro integral del futuro. La raza no nos importa, porque los dueños de nuestra lealtad son nuestros monederos, no el color de nuestra piel. En mi gobierno, los negros no representarán un problema. ¡Viva el Imperio!»

H. Clinton: «podemos ser agradables y a pesar de ello producir dinero para el Gran Capìtal. El manejo de la chusma es más barato y fácil si las corporaciones se muestran agradables (como lo sabe toda mujer) que mediante una brutalidad chapucera. Sólo tiene que parecer como si nos importaran las chicas y los no-blancos, los dueños de nuestra lealtad son nuestros monederos, no el color de nuestra piel o el género. ¡Viva el Imperio!

McCain: «El decoro de nuestros Grandes Padres Blancos es el pilar en el que vestimos la jerarquía de la propiedad desde sus picos nevados a su base malsana y oscura en la jungla de la humanidad. En mi gobierno la Paternidad volverá a dispensar su Autoridad mediante los valores tradicionales de nuestro Establishment, y el poder del ejemplo rectificará el comportamiento de las clases bajas. ¡Viva el Imperio!»

Edwards: «Lo deseo tanto. Estoy dispuesto a dirigir a la chusma en un ataque contra la propiedad corporativa de este país. En mi gobierno cambiaremos ese ataque después de distribuir unos pocos restos de grasa, ya que esto debiera mitigar fácilmente las mentes infantiles y distraibles de las masas. Podemos preservar la maquinaria fundamental de la prosperidad, y retener a los ingenieros que la dirigen, para la satisfacción general de todos. Estamos unidos por nuestra lealtad a nuestros monederos. ¡Viva el Imperio!»

Romney: «Lo deseo porque entonces tendremos el poder para hacer entrar en vereda a más gente que no quiera vivir bajo las represiones cultistas que nos imponemos. En mi gobierno el poder nacional será llevado a segregar a los elegidos de los impuros, a los prósperos de los perdedores, y las razas paganas serán mantenidas lejos de nuestro dominio de propiedad. ¡Viva el Imperio!»

Huckabee: «Lo deseo porque entonces las personas decentes vivirán sus vidas plenas de un Jesús de ojos azules y podrán llegar a imponer su autoridad para hacer entrar en vereda a más gente que no quiera vivir bajo las represiones cultistas que nos imponemos. En mi gobierno nuestro Amor inspirado por el Jesús de ojos azules rectificará el comportamiento de las clases bajas, y llenará todos los monederos con el botín que merecen a nuestro juicio. Nuestra lealtad pertenece a una jerarquía de prosperidad bajo el manto de nuestro culto. ¡Viva el Imperio!»

Los candidatos no cuentan que no saluden con «¡Viva el Imperio!». Puede que no haya entendido a todos estos candidatos; como dije, no he prestado atención a las noticias. Tu reacción ante cualquier candidato en particular es una función de tu percepción de su «nosotros,» «nosotros» y «ellos.» Te gustan los candidatos cuyos «nosotros» sean de tu tipo (o así lo creas) y cuyo «ellos» no lo sean; y no te gustan los candidatos que te dan la impresión contraria.

¿Qué significa todo esto para el país? Lo mismo de costumbre. La «campaña» es el período durante el cual se concluyen los tratos que dirigirán el país durante el próximo ciclo. EE.UU. es manejado como un saqueo cíclico organizado por patronazgo. Los vencedores en la próxima elección (no la primaria) llegan a escoger el orden en el que los patrocinadores se ordenarán para dispensar el botín. La diferencia entre una Hillary y un McCain tendrá una intensa importancia para las compañías petroleras y aseguradoras, porque para ellos es una batalla que decide quién va primero en la fila. Para ti y para mí, simples votantes, es irrelevante. Las entidades del Gran Capital son los dueños de la fila, a nosotros nos quedan los huesos una vez que los leones han eructado y los han abandonado por demasiado rancios para cualquiera fuera de las moscas y los buitres. Como en la fábula de Esopo: «El león, la zorra y el asno», siempre puedes compartir las cargas de «los grandes» (enviar contribuciones a la campaña, ir a buscar votantes en las noches de lluvia, ver al reclutador del ejército), pero no es bien visto que compartas los despojos. ¿Por qué ibas a imaginar que las cosas hayan cambiado desde los días de Esopo? La evolución no funciona tan rápido.

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Para contactos con Manuel Garcia escribe a: [email protected]