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La Duro Felguera como ejemplo

Sindicalismo de clase y criminalización de la lucha sindical

Fuentes: Rebelión

Si hay algo en la lucha sindical que revuelve las tripas a cualquier sindicalista honesto, se ha vuelto a ver con lo sucedido en la lucha de los trabajadores de la Duro Felguera por 180 despidos.

Como es un tema repetido en la historia, se puede poner el ejemplo ya avanzado de los años ochenta del siglo pasado de Naval Gijón, donde los trabajadores de la Duro Felguera y los sindicatos CC.OO, UGT y CSI, dirimían similar problema de si la asamblea de trabajadores aceptaba el despido de eventuales a propuesta de la patronal: CC.OO y UGT la aceptan como lo menos malo y la CSI, en contra del despido de eventuales, por la defensa del puesto de trabajo y de la empresa. Gracias al «trabajo de base» realizado por el sindicalismo no combativo, estos votaron por mayoría a favor del despido de sus compañeros. Lo mismo pasó ahora después de treinta años, en la Duro Felguera y gracias de nuevo al «trabajo» realizado por los sindicatos no combativos CC.OO y UGT, la mayoría votó por el despido de sus compañeros, contra la posición de la CSI de no a despidos y si al mantenimiento de la empresa. Tamaña heroicidad será comentada entre amigos y familiares para dignificarse como personas y trasmitir la cultura egoísta e insolidaria a sus hijos, como si con esas enseñanzas mañana pudieran ser buenos demócratas y no digo nada, sobre recuperar la memoria histórica y de clase.

La criminalización de la lucha sindical, la represión policial del estado y los pactos con la patronal, forman parte de la lucha de clases y el sindicalismo de clase lo sabe muy bien y comprende, que son parte de las armas del enemigo y por eso la CSI, aunque con errores sectarios y mucho radicalismo infantil por arriba (fruto de las malas prácticas del sindicalismo no combativo), aunque no debiera ser así. En el centro de trabajo, la unidad de la clase obrera es clave para poder llegar a la victoria o por lo menos, el retrasar lo máximo el amargo final de quedarse sin empleo, para sacar el máximo beneficio y siempre, desde el apoyo de los trabajadores, pero nunca, aceptando por activa o pasiva ningún despido por un principio sencillo: de la derrota a pesar de una gran lucha se sale dignamente, pero de una derrota sin lucha y vendiendo a tus compañeros y tú dignidad: nunca. Por eso, desde el sindicalismo de clase hacemos estas preguntas al mundo del trabajo, para reflexionar sobre políticas unitarias de futuro, que nos permitan recuperar lo perdido y ganar todo lo necesario, para una vida en paz y solidaria, bajo un desarrollo en la igualdad socialista: el ser humano y la naturaleza.

La primera tiene relación con un principio: si los sindicatos son los instrumentos de la clase obrera para su unidad, organización y lucha contra el capital para la conquista de un mundo mejor ¿porqué en asuntos institucionales representan a los agentes sociales y no a la clase obrera como sindicatos?.

La segunda concatenada: si esa ruptura de principios tiene que ver que en España, la mayoría de los ERES, despidos colectivos, cierres de empresas y privatizaciones, han contado con el apoyo de las federaciones de CC.OO y UGT, sin presión, ni movilización y ni tan siquiera la utilización de los tribunales para contrarrestar información u obtenerla, dentro de un sindicalismo de lo posible.

La tercera en la misma línea; si las federaciones tienen estipulada cuota de cobro, de una que muy dudosa legalidad ética de clase, por su participación obligada por ley en la aceptación previa o no del ERE, despido colectivo o cierre de empresa, saber con qué tipo de sociedad legal declaran a la hacienda pública los beneficios, ya que eso es un negocio empresarial no un sindicato.

En consecuencia: si se dicen sindicatos de clase CC.OO y UGT ¿porqué esa mutación tipo doctor Jekyll como agente social, cuando cumplen una función institucional clave en la legalización de ERES, despidos colectivos, cierres de empresa o privatización de las empresas públicas? en vez de oponerse, poner trabas y movilizarse para mejorar las leyes, como un sindicato de clase.

Continúo para aumentar el saber, en que parte del sindicalismo de clase entra lo de colaborar con la patronal y medios de comunicación burgueses, en el linchamiento público de los sindicalistas que confrontan con la patronal y las leyes que permiten despidos y cierres de empresas, por muy legales que sean, cuando es la obligación de todo sindicato de clase para cambiar las leyes. Como hacen las direcciones nacionales de CC.OO y UGT, colaborar con la Ministra de Trabajo Yolanda Díaz para mejorar las condiciones de vida trabajo de la clase obrera y no como las federaciones: boicotearla.

Siguiendo en línea ¿en que parte del sindicalismo entra el montar escenarios en colaboración con la patronal, prensa burguesa e incluso a veces (como con Cándido y Morala) policías y jueces, para basándose en mentiras o fakes (como se dice ahora) fabricar denuncias penales contra sindicalistas?.

O en que parte del sindicalismo de clase te obliga a trabajar la desmotivación mintiendo, para que voten a favor del despido de sus compañeros ¿diciendo que no van a caer ellos sino los otros?

Continúo con este tema porque es grave; que teniendo la palabra del SEPI de que no se aceptaría el ERE sin la aprobación de los trabajadores ¿qué motivó a las federaciones de CC.OO y UGT, hacer la cama al SEPI y a los trabajadores con engaños de no ser despedidos?. Los de Naval Gijón o de VAUSTE, que votaron a favor de despedir a compañeros (afiliados a CSI), la mayoría de los que cerraron la puerta de la fábrica, todavía están esperando su puesto de trabajo; por si no se sabe.

Termino las preguntas. Sobre la práctica de las federaciones sindicales de CC.OO y UGT de pactar ERES, despidos colectivos y cierres de empresas con la patronal, en que parte del sindicalismo de clase lo meten, porque eso es colaboracionismo de clase puro, a no ser que ya no se consideren de la clase obrera, sino interlocutores sociales, entonces ya no sois sindicatos sino entes de la patronal.

La función del sindicato de clase es de dar la batalla legal, incluso la paralegal hasta la victoria, aún a sabiendas que se avanza hacia la derrota pero siempre con moral alta, porque la lucha continúa en las siguientes batallas desde otro principio muy sencillo: la clase obrera es una y no cincuenta y una y aunque caigamos diez, cien o mil no importa, somos millones y las luchas a dar infinitas. Situarse en un costado de la lucha de clases no te libra de ella, te hace ser parte contraria desde el momento que lo conviertes en un negocio y medio de vida.

El sindicalismo de clase tiene su vertiente sociopolítica, en la cual debe aportar su parte del saber de la lucha política del pueblo, en la profundización de la democracia, las libertades y los derechos de la clase trabajadora, especialmente de los sectores marginados y doblemente oprimidos, como la mujer y la juventud, especialmente la migrante y por todos es conocido, el papel que la dirección confederal de CC.OO y UGT, están haciendo en colaboración con la Ministra de Trabajo Yolanda Díaz, en la elaboración de propuestas y reformas de leyes laborales, en beneficio de la clase obrera, migrantes y pensionistas; sus discursos y actos son de base progresistas, de apuesta por la unidad.

La reforma laboral aportó seguridad laboral y derechos a la clase trabajadora, al anular la reforma de Felipe González del contrato por obra y servicio o la de obligar a pagar el convenio colectivo o de empresa si lo tuviera, porque acaba con el prestamismo laboral o debiera acabar con él, porque obliga a pagar el salario del convenio colectivo o el de la empresa para la que trabaja y si el coste es el mismo o más caro, ya no necesita la subcontratación o no debiera, encareciendo el despido. Aún así, al sindicalista de centro de trabajo o sector hay que protegerlo del despido blindándolo, y eso significa que hay legalizarlo como representante sindical ante la empresa, para que si lo despiden por protestar y reivindicar se exige el nulo, por atentar a un derecho fundamental.

Pero todo esto falla, cuando tenemos unas leyes por encima de la conciencia y organización de la clase trabajadora y sobre todo, cuando el sindicalismo en los centros de trabajo y ramo, quienes lo dirigen en lo fundamental, son las federaciones sindicales de CC.OO y UGT, que son los primeros en boicotear la aplicación en las empresas de la legalidad, con las prácticas sindicales de pactar con los empresarios despidos y cierres de empresas, pasando de hacer cumplir las leyes laborales, de la seguridad en el trabajo o lo pactado en la negociación colectiva. Pero los sindicatos alternativos de clase también tienen responsabilidad, por no participar sociopolíticamente en la potenciación del campo progresista de la izquierda y cuando lo hacen es para dividir a la izquierda. Por no participar en la negociación colectiva y no potenciar organizativamente ramas o sectores. En definitiva, por dedicar más esfuerzo y militancia a las esferas identitaria y cultural de nacionalidad y género, que a elevar políticamente la lucha reivindicativa de la clase trabajadora para su emancipación.

El sindicalismo de clase tiene el problema, de asumir políticamente su participación en la unidad del pueblo por ser parte del poder popular, ya que en su reformismo por radicales que sean sus actos o moderados dentro de lo posible, les llevará a ambos en caso de derrota política al mismo lugar del paredón, en la situación de crisis global del sistema capitalista de libre mercado, colapsado por su crisis de descenso continuado de beneficios, las guerras, pandemias y el cambio climático.

Alonso Gallardo militante comunista y de la Corriente Sindical de Izquierda  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.