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Síndrome de la maldad

Fuentes: Rebelión

No se necesita de mucho cacumen para comprender que el terrorismo es actualmente enemigo de cualquier sociedad. Los miembros del Estado Islámico, EI, sin esgrimir razones destruyen lo existente, sea bueno o malo. Para esta finalidad aprovechan las las estupideces que a menudo comenten algunos gobiernos de occidente; la principal, creer que el EI puede […]

No se necesita de mucho cacumen para comprender que el terrorismo es actualmente enemigo de cualquier sociedad. Los miembros del Estado Islámico, EI, sin esgrimir razones destruyen lo existente, sea bueno o malo. Para esta finalidad aprovechan las las estupideces que a menudo comenten algunos gobiernos de occidente; la principal, creer que el EI puede servir a sus intereses tácticos. Por eso, el «nosotros lo creamos», pronunciado por el vicepresidente Biden, cobra sentido.

Esta táctica va a ser desterrada por Donald Trump, que desde la presidencia piensa combatir al EI con todas sus fuerzas. Para ello no le asusta aliarse con Rusia e Irán, enemigos del EI, porque comprende que la afirmación del general Michael Flynn, su futuro Asesor de Seguridad Nacional, «Somos enemigos de los crueles, peligrosos y sangrientos radicales islamistas… Si perdiéramos, no quedaría nada de nosotros», responde a la realidad y al interés de su país y el mundo.

No piensan así los neocon, fuerza política que ha conducido a EEUU al borde de la bancarrota y la disolución y que son los principales perdedores de las pasadas elecciones en ese país. Sus intereses son defendidos a capa y espada por algunos de sus lacayos sin moral, que así siembran odio, meollo del síndrome de la maldad.

Este es el caso del columnista Gersh Kuntzman, del diario estadounidense New York Daily News, que se congratuló del asesinato del Embajador ruso en Turquía, Andréi Kárlov, por quien sostuvo no haber derramado una sola lágrima, pues su asesino «no era un terrorista, sino un soldado que en represalia se vengaba de los crímenes de guerra perpetrados por el presidente de Rusia, Vladímir Putin», equiparó los métodos terroristas del EI con la lucha de los judíos contra el antisemitismo y consideró que la imagen del asesino al lado del cuerpo de Kárlov es «chocante pero no asombra». Con posterioridad añadiría: «Decide América, a favor de quién estás, de un luchador autoproclamado por la libertad o de Rusia».

La opinión de toda persona es sagrada, pero no se la debe confundir con «un entendimiento pervertido de lo que está bien y lo que está mal», sostuvo Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin; en cambio, María Zajárova aseguró: «¿Está loco?», y a nombre de la Cancillería de Rusia envió al jefe de redacción de ese diario una carta en la que exigía disculpas por difundir un artículo «xenófobo» que «justifica un acto terrorista».

Por lo visto, no es un camino de rosas lo que le espera a Trump luego de que se posesione, pues debe plasmar en realidad su propuesta internacional de exterminar al EI, con cuya ayuda los neocon han causado en estos últimos años tanto desbarajuste en el mundo, cuya reparación parece misión imposible. Desde luego que existe una actitud positiva por parte Rusia para colaborar con la nueva administración no sólo en este problema sino en recomponer las maltrechas relaciones entre ambas potencias, principalmente por culpa de los errores del actual Presidente Obama. En palabras de Dmitri Peskov «Es más fácil inventar un enemigo diabólico y demonizar a nuestro país y nuestro líder que hacer un balance de su presidencia y analizar lo que usted ha hecho».

Según Protágoras, «El hombre es la medida de todas las cosas»; de la estulticia en este caso.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.